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Historia

Lenin y la historia del Partido Bolchevique - Quinta Conferencia (Parte II)

El imperialismo y la guerra

31 de agosto 2006

La traición de la socialdemocracia
El 4 de agosto de 1914 los diputados socialdemócratas alemanes votan en el Parlamento los créditos de 5.000 millones de marcos para que la burguesía embarque al país en la guerra. En ese momento, el mismo Karl Liebknecht, que estaba en contra de la guerra, por disciplina partidaria vota a favor. No hay ni un diputado de la socialdemocracia alemana que vote en contra; recién el 2 de diciembre de 1914, Liebknecht cambia su decisión. Entonces, el Partido Socialdemócrata Alemán, que tenía un millón de afiliados y que todos consideraban la estrella guía de la II° Internacional, participa del gabinete ministerial del gobierno del Kaiser.
En la Duma los kadetes se hacen patriotas y el ala derecha de los mencheviques, aliada al entonces diputado trudovique a la Duma Kerensky –quien va a ser la figura central en los diferentes gabinetes del Gobierno Provisional que se sucedieron entre febrero y octubre de 1917– apoya, luego de una oposición inicial, la declaración de guerra del zar. Plejanov y el anarquista Kropotkin manifiestan que ésta es una guerra patriótica en la cual hay que seguir al zar, porque esa defensa la imponen las potencias enemigas. Es decir, el ala derecha de los mencheviques se liga a los kadetes y por esta vía al zarismo. Pero surge una división entre los mismos mencheviques, porque un sector que se encuentra exiliado en el extranjero, se niega a adoptar esta línea política. Decimos que este sector sostiene una política centrista, porque no adopta la de los mencheviques de derecha, pero tampoco se compromete con la línea política planteada por Lenin.
Este sostenía que la derrota de Rusia en la guerra era el mal menor. Pero los bolcheviques que estaban en Rusia, aún siguiendo su línea más general y una política internacionalista, no llegaron, en sus volantes y otros materiales de agitación masiva, a publicar las posiciones derrotistas tal como Lenin las planteaba en sus escritos en el exterior. Consideraban que sus formulaciones no iban a ser comprendidas por las masas.
La posición de Lenin puede sintetizarse en el planteo del “derrotismo revolucionario”. Hay quienes deformaron esta posición afirmando que Lenin quería la guerra para que las masas se desembarazaran del zarismo. Ante un periodista polaco que le preguntó cuál era la posición de los bolcheviques frente a la guerra, Lenin dijo “Voy a hacer todo lo que pueda y continuaré haciéndolo hasta el final, para impedir la movilización bélica. No quiero que millones de proletarios se vean obligados a matar o empujados a la locura del capitalismo. No puede haber un malentendido en este punto: una cosa es considerar objetivamente la guerra e intentar en el caso de que se produzca tal desgracia, sacar el mayor rendimiento que podamos. Pero desear una guerra y trabajar por ella es algo completamente diferente”.
Pero para ver la posición de Lenin, presentaremos primero las teorías que había sobre el imperialismo y por qué, para Lenin, este fenómeno de la guerra era inevitable y estaba asociado intrínsecamente a esta nueva etapa del capitalismo.

Las teorías sobre el imperialismo
Desde finales del siglo XIX y principios del XX se inicia la fase imperialista del capitalismo. En 1902, John Atkinson Hobson –un liberal de izquierda- escribe un estudio sobre el imperialismo, donde dice que es una política que sirve a los sectores colonialistas que habían invadido la India, que proveía de materias primas a la metrópoli. Conviene para el desarrollo de un sector financiero que especula en la Bolsa, para el sector que comercia en los puertos, y para una aristocracia obrera que obtiene salarios muy superiores a los salarios promedio. Desde ese punto de vista, Hobson se opone al imperialismo, por considerarla una política del capital financiero y de las grandes compañías por acciones.
La discusión más importante del marxismo sobre el imperialismo se inicia con un trabajo del dirigente revisionista alemán Rudolph Hilferding, quien en 1910 plantea en su obra El capital financiero que hay una tendencia a la organización del capitalismo, que el monopolio es una tendencia contraria a la anarquía de la producción. Además, esos grandes monopolios tendían a hacer acuerdos con los grandes sindicatos y los partidos obreros para liquidar los males del capitalismo. Al principio, Hilferding opinaba que el imperialismo evitaría las guerras, porque era un capitalismo organizado que podía llevar no sólo al acuerdo entre los monopolios y los sindicatos, es decir en el terreno de la lucha de clases, sino que también podía llevar a acuerdos entre capitalistas.
Esto se basaba en la misma experiencia de la que había hablado el revisionista E. Bernstein, porque desde 1890 hasta 1914 hay un período de ascenso del capitalismo. Basándose en que durante dos décadas prácticamente no había habido una crisis como las que había pronosticado Marx casi matemáticamente, los sectores oportunistas empezaron a decir que las contradicciones del capitalismo estaban desapareciendo.
Frente a esta teoría, había otra de Rosa Luxemburgo, expresada en su obra La acumulación del capital, que sostenía que una parte del capital no puede obtener la suficiente tasa de ganancia si no se invierte en nuevas zonas vírgenes, donde hay mano de obra y materia prima barata, etc. Entonces, el capitalismo –para desarrollarse– necesita expandirse. Porque, según esta teoría, nunca el capitalismo permitirá que las masas de un país consuman más allá del valor que produce la fuerza de trabajo de ese país, pues si no, no habría ganancia capitalista.

La “fase superior” del capitalismo
Por último, Lenin desarrolló su teoría del imperialismo en su trabajo El imperialismo, fase superior del capitalismo, donde arriba a conclusiones contrarias a las de Hilferding. Para Lenin, el imperialismo se caracterizaba, en primer lugar, por el surgimiento del monopolio. En eso, había acuerdo entre todos los marxistas. Entonces Lenin se pregunta por qué el imperialismo es reacción en toda la línea. Lo primero es el surgimiento del monopolio. Lo segundo es que la época imperialista se caracteriza por la fusión del capital bancario y el industrial, dando lugar al capital financiero. Lo tercero es que las metrópolis dominantes dejan de utilizar los territorios coloniales solamente como mercados y fuentes de materias primas para pasar a la exportación de capitales en los mismos, es decir para producir directamente en ellos. El mundo se dividía en un puñado de países imperialistas que explotaban a la mayoría de los países coloniales y semi-coloniales. Por último, Lenin sostenía que el mundo ya estaba repartido, y que las potencias capitalistas emergentes pugnaban por una redistribución del control del mundo colonial. Esta competencia y disputa entre las potencias imperialistas era lo que creaba la tendencia a la guerra entre ellas.
Lenin dice que este proceso no se debe a causas exógenas, ni tampoco a que el capitalismo se esté organizando. Se trata, en cambio, de una situación que va a caracterizar como de “agonía del capitalismo”, donde las tendencias a la concentración y centralización del capital se expresan en el desarrollo de los monopolios, oligopolios, cárteles y trusts que dominan el grueso de la economía mundial. Esto no liquida la competencia capitalista sino que la plantea en un plano, que se expresa en una exacerbación de la disputa entre los Estados imperialistas por el dominio del mundo.
Para Lenin, dicho esquemáticamente, la base de las aventuras imperialistas estaba en que la concentración del capital en las metrópolis tenía un límite. Alcanzado ese límite, la suma que los capitalistas tenían que reinvertir en capital constante, como las maquinarias, etc., hacía caer la tasa de ganancia hasta un nivel en que la inversión capitalista perdía sentido. La salida para esa situación fue la exportación de capitales. Al contrario que para Hilferding, que veía que el imperialismo conduciría a la paz, para Lenin se trata de una etapa de guerras, crisis y revoluciones.
Si el proletariado no quería la guerra, pero ésta era una realidad que surgía de las entrañas de este nuevo fenómeno que se llamaba imperialismo, había que tener una política revolucionaria frente a la misma. Algunos planteaban una política que Trotsky y Lenin catalogaban como “deprimente”, que era exigir el desarme de las potencias imperialistas. La II° Internacional, por otro lado, se hace defensora de su propia burguesía nacional. ¿Cuál era la política que debían adoptar los marxistas consecuentes?

Lenin y la guerra imperialista
La posición de Lenin era que había que transformar la guerra interimperialista en guerra civil, que había que convencer al proletariado de cada país imperialista para que vuelva las armas contra su propia burguesía.
Esta posición se conoce como “derrotismo revolucionario”, porque sostenía que si las opciones eran enviar a los trabajadores y los campesinos a la carnicería o que se derrote al ejército ruso en la guerra, éste era el mal menor. Es decir, si se iniciaba un proceso revolucionario, y como parte de ese proceso, Rusia descuidaba su frente de combate, la derrota de Rusia en la guerra era un mal menor, contra la “paz civil” que los socialdemócratas habían garantizado a sus propias burguesías para que vayan tranquilamente a la contienda. Para Lenin, los revolucionarios de cada país, tenían que sostener lo mismo; por ejemplo, los alemanes tendrían que haber planteado “aunque nuestro imperialismo sea derrotado, nosotros en vez de ayudar al imperialismo alemán a derrotar a Rusia –que era la potencia contra la cual estaba en guerra la burguesía alemana– ayudaremos al proletariado mundial derrotando a nuestra propia burguesía.”
Sin embargo, esta política de Lenin no es seguida por casi nadie, ni siquiera por quienes sostienen posiciones claramente internacionalistas como Trotsky, que se opone a la guerra desde posiciones cercanas a las que va a plantear Rosa Luxemburgo. El aislamiento de la posición de Lenin se explica principalmente por el hecho de que en toda la primera etapa de la guerra, la clase obrera europea combate en ella con un fuerte ímpetu guerrero, ya que la burguesía logra convencer al proletariado de que la solución a sus males está en derrotar al otro país convertido en enemigo. La burguesía instila el veneno chauvinista en las masas.
Entonces, Lenin apuesta a que el desarrollo inevitable de los sufrimientos superiores a los habituales iba a hacer que, en poco tiempo, su consigna –que al principio nadie sostiene y que será indispensable para formar cuadros revolucionarios firmes durante el período donde prima el chauvinismo– calara en las masas a medida que haya millones de desplazados, de prisioneros, de muertos, de mutilados.
Cuando a Lenin le preguntaban qué pasaría si el zarismo fuera derrocado por una revolución proletaria, contestaba que, en primer lugar, habría que proponerle una paz democrática y sin ninguna anexión a todas las potencias imperialistas. Y si esta propuesta no era aceptada por las potencias imperialistas, las masas harían una experiencia que le permitiría a la clase obrera lanzar una guerra revolucionaria contra esos imperialistas que los quieren aplastar. El razonamiento era que el derrotismo revolucionario podía llevar a la revolución. Con esta política, los bolcheviques fueron capaces en 1917 de hacer precisamente esto.
Como vemos, Lenin no era un marxista que opinaba que la lucha de clases era sólo una lucha de obreros frente a patrones para conseguir un aumento de salarios en tiempo de paz, para organizar una comisión interna, un cuerpo de delegados o un sindicato. Eso hay que hacerlo, pero en la perspectiva leninista, esas experiencias son sólo una “escuela de guerra” para estos grandes y terribles acontecimientos que genera el propio capitalismo, donde millones de personas mueren y son mutiladas, y donde los sufrimientos son infinitamente superiores a los habituales.

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Glosario

Chauvinismo Dícese de la actitud de exasperado y ciego patriotismo que lleva a una política negadora de los derechos de otros pueblos. El nombre proviene del soldado Chauvin, combatiente francés de las guerras napoleónicas, famoso por su fidelidad al emperador y que luego deviene en personaje de canciones, caricaturas y de la comedia La cocarde tricolore (La escarapela tricolor), de los hermanos Cogniard, personificando un exagerado patriotismo.

Hilferding, Rudolf (1877-1941) Economista socialista alemán. Su primera contribución a la teoría económica data de 1904. En su segunda obra, analiza la formación del capital financiero y subsiguientemente el dominio de la banca sobre la actividad industrial a través del crédito. En una fase más avanzada de esta teoría, se favorecería la concentración industrial y se utilizaría al Estado para la expansión exterior, lo que explicaría el imperialismo económico como la etapa última de esa evolución. En 1914 adoptó una posición pacifista. Luego fue Ministro de Finanzas en 1923 y 1928. Con el ascenso del nazismo, se refugió en Suiza y Francia. En 1941 fue detenido por la policía francesa y entregado a la GESTAPO. Murió en prisión, después de haber sido torturado por los nazis.

Hobson, John Atkinson (1858-1940). Economista inglés, representante del reformismo burgués. Sus trabajos están dedicados a investigar el desarrollo de la economía capitalista. Criticaba algunas facetas del capitalismo, pero sostenía que es posible eliminar los “defectos’’ del sistema por medio de reformas. Fue uno de los primeros en someter a un análisis minucioso la nueva etapa del capitalismo.

Kerensky, Alexandre (1881-1970) Abogado y político ruso, primero trudovique y luego socialista revolucionario. En 1913 fue elegido diputado para la IV° Duma. En febrero de 1917, integró el gobierno provisional establecido a la caída del zar. El 20 de julio sucedió al príncipe George Lvov, como primer ministro de Rusia. Pospuso las elecciones para la Asamblea Constituyente y omitió el reparto de las grandes propiedades entre los campesinos. En setiembre asumió el mando supremo del Ejército y finalmente fue destituido por la revolución proletaria de octubre del mismo año, dirigida por los bolcheviques.

Kropotkin, Piotr (1842-1921) Revolucionario y teórico del anarquismo ruso. En 1872 se afilió a la I° Internacional, en cuyo seno apoyó la corriente anarquista de Bakunin en contra de Marx.

Liebknecht, Karl (1871-1919). Marxista alemán. Militó en el ala izquierda del Partido Socialdemócrata Alemán y desde 1912 fue diputado. Fue detenido en 1916, durante una manifestación contra la guerra en Berlín, y permaneció en la cárcel hasta que lo liberó la revolución de 1918 que derrocó al emperador Guillermo II. Se negó a entrar en el gobierno que formó la mayoría socialdemócrata bajo la presidencia de Ebert. Junto a Rosa Luxemburgo se escindieron formando la Liga Espartaquista, que luego se transformó en el Partido Comunista Alemán. En 1919, enfrentado con el gobierno republicano del socialdemócrata Ebert, fue asesinado por el ejército.

Luxemburgo, Rosa (1870-1919). Revolucionaria internacionalista de origen polaco. Defendió al marxismo contra el revisionismo de Bernstein en el Partido Socialdemócrata Alemán. Hizo aportes teóricos originales en torno al imperialismo y al derrumbe del capitalismo. Se distanció de Kautsky y de la mayoría del partido a medida que éstos se inclinaron hacia el parlamentarismo, siendo reconocida como líder del ala izquierda. Luego fundó la Liga Espartaquista, que dio origen al Partido Comunista Alemán. Fue asesinada por el gobierno republicano socialdemócrata.

Monopolio. Convenio, unión o agrupación de capitalistas que concentran en sus manos una gran parte de la producción y de la venta de mercancías con el fin de asegurarse elevadas ganancias. El monopolio surge cuando la producción y el capital alcanzan un elevado nivel de concentración. Con el fin de obtener elevadas ganancias, los monopolios utilizan al Estado burgués, convertido en comité de administración de la burguesía monopolista. En el seno de los monopolios y entre ellos, se sostiene una encarnizada lucha competitiva por obtener elevadas ganancias. Con frecuencia ello conduce a la desintegración de las agrupaciones monopolistas y a la absorción de los débiles por los monopolistas más fuertes. El dominio de los monopolios acentúa la anarquía de la producción capitalista, destaca más aun el parasitismo y la descomposición del capitalismo, ahonda las crisis económicas, agudiza la lucha de clases, etc.

República de Weimar. Régimen político surgido en Alemania a partir de la Asamblea Nacional Constituyente reunida en la ciudad de Weimar en 1919, tras la derrota del país en la I° Guerra Mundial hasta 1933, año del ascenso del nazismo. El 28 de octubre de 1918, la nueva constitución alemana convertía al Reich en una república parlamentaria, asumiendo el principe Max von Baden como Canciller. Rápidamente, se propagaron las movilizaciones de trabajadores y estudiantes y los amotinamientos de marineros, que conformaron consejos de obreros y soldados. El 7 de noviembre la revolución alcanzó la ciudad de Munich. El 9 de noviembre, el príncipe von Baden transfirió sus poderes a Friedrich Ebert, líder de la mayoría del Partido Socialdemócrata Alemán. Se esperaba que este acto bastara para calmar a las masas, pero no fue así. Al día siguiente se instauró un gobierno revolucionario bajo el nombre de Consejo de los Representantes del Pueblo. Desde noviembre de 1918 hasta enero de 1919, Alemania fue gobernada por el Consejo; pero Ebert se las arregló para ahogar el movimiento que pedía la instauración de una república socialista. Uno de los grupos de izquierda con mayor preponderancia fue la Liga Espartaquista, liderada por Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht.


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