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El futuro de la UE no se juega en las cumbres de Bruselas sino en la lucha de clases

La resistencia de los trabajadores europeos a los planes de ajuste, que tiene su vanguardia en los trabajadores y las masas griegas, está obstaculizando la política de la burguesía de descargar la crisis sobre sus espaldas.

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3 de noviembre 2011

La resistencia de los trabajadores europeos a los planes de ajuste, que tiene su vanguardia en los trabajadores y las masas griegas, está obstaculizando la política de la burguesía de descargar la crisis sobre sus espaldas. La decisión de Papandreu ha abierto una situación de incertidumbre que puede poner a la eurozona al borde del abismo. Si se impusiera el rechazo al plan de rescate en el referéndum, este sería un tiro de gracia para el gobierno griego y plantearía la posibilidad de un default desordenado, el peor resultado para la estabilidad de la UE. En este escenario también es probable la salida de Grecia del euro. Esta jugada arriesgada de Papandreu, tratando de recuperar algo de legitimidad ante el creciente levantamiento de los trabajadores y las masas que vienen radicalizando sus luchas sectoriales, y que el pasado 19 y 20 de octubre obligaron a los burócratas sindicales a convocar a dos días de huelga general, ha dejado desubicados a los “líderes” europeos, quienes han calificado la acción de “total irresponsabilidad”. Estos, que aún deben ponerse de acuerdo en los detalles más escabrosos de los planes de rescate votados en la última cumbre, han sido tomados por sorpresa por la maniobra desesperada y aventurera de Papandreu, quien ha roto la “solidaridad europea” entre dirigentes y países capitalistas. Buscando su sobrevivencia (¿o una salida menos deshonrosa?), intentando ganar tiempo y contener la creciente cólera que después de los acontecimientos del 28/10 que se ha tornado fuertemente incontrolable (1) y hace temblar los pilares del estado burgués, el primer ministro griego intenta presionar a sus homólogos europeos a que le otorguen nuevas concesiones a Grecia, como sería una quita superior de su deuda y un plan de reestructuración de términos más favorables a Grecia sobre la deuda pendiente, a la vez que un plan para reavivar su economía, apostando a que éstos intervengan para evitar la amenaza de un voto adverso. Una vez más, la velocidad de la crisis es mayor que la capacidad de los políticos burgueses europeos de dar respuesta. Pero a pesar de su nerviosismo y el de los mercados, que muestra cómo un gran accidente político como el de Grecia puede desestabilizar la estrategia de salida de crisis de la eurozona, el plebiscito es una medida reaccionaria de Papandreu, que ya adelantó que la pregunta será sobre si Grecia debe permanecer o no en la zona euro. De esa manera, busca chantajear a las masas griegas con dos opciones que son igual de ominosas: o una reestructuración brutal dentro de la eurozona o la bancarrota estatal con la reintroducción del dracma (moneda nacional antes del ingreso al euro).

¿Qué sucederá en Grecia en el próximo período? Todos los escenarios están abiertos: que Papandreu se vea obligado a renunciar por el aislamiento en que ha quedado; que pierda el voto de confianza en el parlamento el próximo viernes frente a la demisión del PASOK de nuevos parlamentarios (2) ; que se llame a elecciones anticipadas como pide el partido de oposición conservadora Nueva Democracia; o que Papandreu retroceda y anule la convocatoria al plebiscito. Incluso el primer ministro griego destituyó a todo el estado mayor de las FF.AA. con los que algunos especulan con un intento abortado de golpe de estado. Por su parte, los líderes europeos tratarán de salvar lo que queda de su plan, rechazando renegociar los requisitos del segundo rescate de Grecia, y eventualmente bloqueando la ayuda urgente de 8.000 millones de euros del primer plan de asistencia hasta que Atenas no ratifique su compromiso de aplicar los ajustes exigidos.

Sin embargo, en el marco de tanta incertidumbre, una cosa sí está clara: los trabajadores y las masas griegas han alcanzado un límite con la austeridad, como muestran los 15 paros generales del último año y medio. Frente a la trampa del plebiscito es necesario levantar un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, empezando por la nacionalización de la banca y de los grandes monopolios bajo control de los trabajadores, que prepare el camino al poder obrero y popular. Grecia anuncia tiempos convulsivos.

Si la burguesía de los distintos países de Europa comienza a perder el manejo de la crisis, más temprano que tarde se verá obligada a una dura opción: o un colapso del euro o una intervención abusiva del BCE, con un costo político impredecible, ya que para Alemania esta medida es difícil de digerir políticamente. Las tensiones políticas, geopolíticas y de la lucha de clases al interior de cada estado y entre éstos, pueden escalar hasta el paroxismo.

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