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El fondo del desendeudamiento y el canje según el Plan Fénix

El último argumento lanzado para justificar, desde una posición “progre”, la generosa ofrenda del gobierno a los mercados, es que el carácter de la deuda es algo que debe analizarse, en cada circunstancia, y de ningún modo está dado de una vez y para siempre. En los 90’, pagar la deuda era una sumisión a los dictados neoliberales del Consenso de Washington, en beneficio del establishment financiero, y que repercutía en severos ajustes.
Pero ahora, en virtud de la política nacional y popular, pagar la deuda es parte de una “estrategia de desarrollo con inclusión” (como afirman los integrantes del Plan Fénix en su documento “Deuda pública y conflicto político”, marzo 2010), y un firme gesto de independencia y autonomía.

Esteban Mercatante

1ro de abril 2010

El último argumento lanzado para justificar, desde una posición “progre”, la generosa ofrenda del gobierno a los mercados, es que el carácter de la deuda es algo que debe analizarse, en cada circunstancia, y de ningún modo está dado de una vez y para siempre. En los 90’, pagar la deuda era una sumisión a los dictados neoliberales del Consenso de Washington, en beneficio del establishment financiero, y que repercutía en severos ajustes.
Pero ahora, en virtud de la política nacional y popular, pagar la deuda es parte de una “estrategia de desarrollo con inclusión” (como afirman los integrantes del Plan Fénix en su documento “Deuda pública y conflicto político”, marzo 2010), y un firme gesto de independencia y autonomía.

Para justificar la línea del gobierno, el periodista Alfredo Zaiat, afirma que “hoy la deuda no es un condicionante central para la economía ni por magnitud ni por su horizonte de vencimiento” (Zaiat, “La deuda”, Página/12, 27 de marzo de 2010). La deuda representa hoy “nada más” que el 49% del PBI. Es cierto que la combinación entre crecimiento de la economía, considerables pagos de capital realizados en los últimos años, y la imposibilidad de acceder al financiamiento externo por no haber logrado incluir a todos los bonistas en el canje de 2005, han mantenido una relación deuda/PBI relativamente baja. Aún así la relación deuda/PBI es superior al año 2000 cuando fue del 46%. Pero Alfredo Zaiat y los economistas del Plan Fénix seleccionan las variables que les conviene en función de justificar su apoyo al gobierno nacional. Por eso, a pesar que hablan de desendeudamiento, ocultan las verdaderas cifras del stock de deuda, que luego del canje del 2005, quedó en los u$s130.000 millones (descontando los bonos que quedaron fueran del canje con los cuales rondaba los u$s 150.000), y actualmente llega a los u$s177.000 millones.
Es más, con el descuento del nuevo canje podría quedar en unos u$s167.000 millones, un crecimiento del 28% respecto de 2005. La deuda actual, incluso supera a la existente en 2004, antes del primer canje si se considera que en ese momento se incluían en el stock los atrasos de pagos de cuatro años, que ya todo el mundo daba por hecho que se reestructurarían.

Cierto es que con la liquidación de las AFJPs y la apropiación de su cartera de bonos, una parte importante de la deuda es hoy dentro del propio sector público. La nacionalización de las AFJPs no ha redundado en que los jubilados puedan cobrar haberes acordes con sus necesidades. Por el contrario, los fondos provenientes de la nacionalización de las AFJP, y el conjunto de los fondos que los trabajadores aportan a la ANSES, están siendo dilapidados, en mantener una estructura de gastos, cuyos componentes fundamentales son el pago de la deuda y los subsidios a los capitalistas. De esta forma se hipotecan los ingresos de los futuros jubilados. Muy lejos de establecer fuertes impuestos a los capitalistas.

Sin embargo, todos los años, alrededor del 10% del presupuesto -algunos años más, otros menos- se destina a pagar los intereses de la deuda, a lo cual hay que sumar los vencimientos de capital, con los cuales el peso de la deuda puede superar el 20% del presupuesto, el equivalente a alrededor de 10 puntos del PBI. La deuda representa una sangría enorme de la riqueza nacional. El hecho de que una situación holgada, que duró algunos años, -de la cual aún se mantienen algunos aspectos como el saldo favorable del comercio exterior pero no otros- permitió costearla sin mayores traumas, no cambia este carácter de la deuda como herramienta para de saqueo, mal que le pese a maquilladores del gobierno como Zaiat.

Los integrantes del Plan Fénix sostienen que “el uso de las reservas para la cancelación de vencimientos es un camino adecuado” (Plan Fénix, “Deuda...”). ¿Qué es usar las reservas para pagar la deuda? Ni más ni menos que una entrega de recursos obtenidos de la exportación, sobre la base de un modelo de dólar caro y salarios baratos. Esta movida, comparable con la entrega de las privatizaciones, es defendida por los economistas del plan Fénix ya que “ello permite liberar recursos para expandir la demanda interna”. Muchos más recursos podrían liberarse si se dejara de pagar la deuda, cosa que a estos ideólogos de “vivir con lo nuestro” (pero sin dejar de pagar la deuda) ni se les ocurre.

La principal dificultad con la que se topan estas apologías de la política gubernamental, es que el plan kirchnerista no es pagar con reservas para liberar recursos y seguir “desendeudandose”, sino que el plan -salvo que lo frustre el nuevo capítulo de la crisis internacional con epicentro en la deuda pública europea- es abrazarse a los mercados y colocar nueva deuda para mantener abierto el grifo del gasto. Buscan defender la entrega de las reservas para evitar crear nueva deuda cuando el gobierno ya espera colocar u$s 1.000 millones de nueva deuda junto con el canje de los bonos en default. Estas contradicciones se cuelan en sus planteos. El Plan Fénix defiende el pago de la deuda “sólo en la medida en que coadyuve a este propósito de reducción del costo del endeudamiento. Y bajo ningún concepto, el propósito debe ser algún deseable ’retorno a los mercados’”. Pero, ¿para qué querría bajarse el costo del financiamiento si no se planea “retornar a los mercados? Evidentemente, aunque busquen atajarse con alguna frase suelta, están acompañando el intento de volver a colocar deuda en los mercados internacionales, para lo cual el uso de las reservas es una costosa ofrenda, que hizo exclamar a algún financista que “Una presidente dispuesta a ir presa para pagarnos, no se encuentra en todas partes”.

Nada dicen, ni los Fénix ni su comentarista Zaiat, sobre las novedades de la nueva oferta realizada a los bonistas holdouts. Aunque no se conocen aún mayores datos de la oferta, lo primero que hay que señalar es que ésta fue diseñada directamente por grandes bancos extranjeros (el principal es Barclays), que son además quienes representan a los bonistas, y que cobran según el valor total canjeado (y, por lo tanto, están interesados en presentar una propuesta atractiva a los bonistas). Entre otras cosas, estuvo a punto de reconocer para los bonistas, el derecho a participar, retroactivamente, del cupón atado al crecimiento del PBI, aunque parece que por lo escandaloso que resultaría esto lo excluirían de la oferta. Así como la quita real en el canje de 2005 fue menor al 65% declamado e incorporó pagos por el crecimiento económico y por la inflación, en el caso del nuevo canje, las estimaciones indican que, por cada 100 dólares en default, se entregarían 50 o sea que se terminaría descontando el 50%.
Pero, como la mayoría de los tenedores actuales son grandes bancos o fondos buitres que fueron comprando los bonos a 30 dólares o menos apenas el ministro Boudou hizo los primeros guiños de que avanzaría con el canje, este reconocimiento de 50 dólares podría significar una ganancia de casi 70% de mínima. Y en el caso de los bonos comprados a 10 o 20 dólares las ganancias rondan entre el 150% y el 400%. Como ya hemos planteado en muchas ocasiones, el ciclo kirchnerista pasará a la historia como uno de los que más generosidad ha tenido en el pago a los acreedores: u$s 45 mil millones han sido pagados desde 2003. Con este nuevo canje completan este derrotero de entrega de la riqueza nacional, que el Plan Fénix y los “progres” K hacen malabares para maquillar.

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