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PEPE MUJICA

El ex tupamaro y la gallina de los huevos de oro

El entusiasmo llegó a su climax cuando Mujica, no muy original pero sí efectivo, llamó a los empresarios “gallina de los huevos de oro”. “No se preocupen: no pensamos expropiarlos, ni volverlos locos con impuestos, sino garantizar que les vaya bien, para que esto derrame sobre el resto de la gente”. Bingo: Pepe dio en el clavo y el jolgorio se convirtió en un sonoro aplauso cuando abrazó este machucado discurso neoliberal.

Octavio Crivaro

18 de febrero 2010

”Siempre a punto las instalaciones del Conrad”, elogiaba a gritos un constructor, vestido con un fino traje a rayas (no de preso) de tela italiana, como remarcando que no era la primera vez que pisaba el hotel esteño.

”Sí, la verdad. Y el aire acondicionado funciona perfectamente. Menos mal, porque dejé a mi familia en la playa y a mi amante en el yate, para poder venir hoy. Un esfuerzo bárbaro”, retrucaba un bronceado, casi marrón, banquero.

“¿Fueron a la fiesta de Cristiano Rattazzi?”, terciaba otro empresario.
El presidente electo uruguayo, José “Pepe” Mujica, antiguo dirigente guerrillero de Tupamaros, dio una conferencia ante 1500 empresarios “top” en el hotel Conrad de Punta del Este.

Martincito Eurnekian, gerenciador del exclusivo Aeropuerto de Carrasco, sintetizó con frescura el sentimiento de los jóvenes empresarios: “super prometedor”. El dueño de Buquebus, Juan Carlos López Mena, organizador del encuentro, no escatimó en gastos al momento de adjetivar la moderación del Pepe: “confiabilidad”, “transparencia”, “seguridad jurídica", fueron las palabras más repetidas, en medio del humo de cigarros cubanos no comunistas. Paralelamente, con discreción, ponía en el bolsillo de la moza uno o dos ejemplares del billete verde con la cara del ex presidente norteamericano Benjamin Franklin, para garantizar la vertiente de vino en las altas copas panzonas de cristal.

Se deleitaron con las frases sencillas (y de marcado tono capitalista) de Pepe, entre otros empresarios, Julio Werthein (presidente de la Cámara de Comercio argentino-china), Héctor Méndez (presidente de la UIA), Oscar Andreani, y representantes de Molinos, Citibank, Techint, Cargill y Mercedes Benz. Es notable la adhesión que logra el ex guerrillero entre lo más granado del empresariado industrial argentino, uruguayo y mundial, exportadores multinacionales de granos y bancos: con ganancias millonarias garantizadas, bien se puede aceptar la ropa informal de Mujica.

El encuentro, regado con champán francés y amenizado con exquisitos canapés de salmón y bocaditos de rúcula y roquefort, fue elogiado vivamente por el locutor facho-kirchnerista y uruguayo por adopción, el Negro González Oro. A su lado, un exultante periodista Eduardo Feinmann, separaba en sílabas: “ad-mi-ra-ble”, “no-ta-ble”. “Eso sí que es un ex guerrillero converso de primer nivel”, parecería querer decir. Sin decirlo, sugieren dónde debería apuntar, según su patroncito Hadad, su amigable gobierno kirchnerista de “ex Montoneros”, que bastantes esfuerzos hizo en este sentido.

El entusiasmo llegó a su climax cuando Mujica, no muy original pero sí efectivo, llamó a los empresarios “gallina de los huevos de oro”. “No se preocupen: no pensamos expropiarlos, ni volverlos locos con impuestos, sino garantizar que les vaya bien, para que esto derrame sobre el resto de la gente”. Bingo: Pepe dio en el clavo y el jolgorio se convirtió en un sonoro aplauso cuando abrazó este machucado discurso neoliberal.

Pepe fue parte de una generación que abrazó la militancia política, en organizaciones de izquierda, marxistas, guerrilleras, sindicales, en las décadas de los ‘60 y ‘70. Al precio de pagar con sangre, muerte, cárcel, un masivo movimiento de trabajadores, estudiantes y sectores populares, atemorizó a los mismos empresarios (o sus padres) que se deleitaron en el Conrad con el Pepe, por la moderación de su discurso, por lo “pintoresco” de su “estilo campechano” y por las garantías pro capitalistas que ofreció. Estos mismos empresarios, se refugiaron detrás de las orugas de los tanques, mientras los militares “se veían obligados” a hacer su labor, matando, torturando, secuestrando y desapareciendo a los militantes y a los amigos del “sencillo Pepe”, en Uruguay, Argentina y toda Latinoamérica.

Pero Pepe cambió y, sencillamente, abraza la causa de los empresarios y es elogiado por el menemista uruguayo Lacalle. Todo un mérito. Atrás quedaron los caños, los heroicos escapes de penales, las huelgas generales, el compañerismo, la idea de la revolución. Pepe era Tupamaro, pero se quebró. Ahora defiende a la gallina de los huevos de oro.

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