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Movimiento Obrero

ENTREVISTA A GREGORIO FLORES: “CON EL PERONISMO, LA CLASE OBRERA VA COMO FURGÓN DE COLA”

“El clasismo mantiene total vigencia para la defensa de los trabajadores”

Dirigente obrero de los ‘70 y escritor de “SITRAC-SITRAM - La lucha del clasismo contra la burocracia sindical” y “Lecciones de batalla”, pasó por Buenos Aires y participó en las charlas-debate que organizó el PTS por los 40 años del Cordobazo. El clasismo, fue una expresión directa de esa gesta obrera; acción superadora de la hegemonía peronista en el seno de la clase trabajadora: “el surgimiento de una corriente obrera y militante que hizo suya la lucha por la independencia de clase (…)1”. En estas jornadas, Gregorio Flores expuso y debatió junto al compañero Titín Moreira, que lo presentó como “una leyenda viva de lo que se denomina clasismo”. Hoy, a los setenta y pico de años, continúa su actividad militante (está terminado un libro de cuentos), y conversó con La Verdad Obrera, abordando los límites y alcances que tuvo aquella experiencia; su actualidad y vigencia.

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2 de julio 2009

En las charlas destacaste que una de las consecuencias que surgen tras el Cordobazo, es la aparición de una camada de dirigentes obreros clasistas, muy autoritarios…

Sí, autoritarios con la patronal, pero extremadamente democráticos con la base obrera. Ese autoritarismo obrero arranca por marzo del ’70 con la toma de la fábrica, cuando la patronal nos niega el reconocimiento como comisión directiva provisoria, que había sido votada en asamblea y echado a la burocracia. Los activistas y delegados no dejaban salir a nadie de la planta de FIAT; tomamos rehenes, y desde los piquetes los compañeros le avisaban a los jefes (y a los que tenían dudas) cuál era la nueva situación.

El Clasismo se define como antiburocrático, ¿cómo peleaban contra la burocracia?

Le explicábamos a los compañeros que esos dirigentes hace rato habían dejado de ser obreros; que habían pasado a ser agentes de la patronal. Todo se discutía y definía en la asamblea. Esto fue desarrollando una tendencia antiburocrática, donde la asamblea era la clave, junto a un cuerpo de delegados por sección muy combativo y sensible. Tan así era, que el comandante Alcides López Aufranc, el represor del Cordobazo, llegó a decir que estaba muy mal que les habláramos de marxismo a los obreros porque los trabajadores asimilan rápidamente estas ideas.

Otro de los aspectos centrales fue la lucha contra la explotación y los ritmos. ¿Establecieron una especie de control obrero en la fábrica?

Sí. Y creo que eso fue lo más “grave” que hicimos: meternos a controlar los ritmos de producción. No aceptábamos lo que ellos establecían, y el premio por producción exigimos pasarlo al salario básico. Queríamos tiempo libre; poder estudiar, estar con la familia. Uno de los delegados, el “Ratón” Seré, que era estudiante de ingeniería, sabía bien de que se trataba y lo explicaba en la línea, llevando a los compañeros a las oficinas de la planta a charlarlo con los ingenieros. Para los jefes de producción eso era la muerte. Llevábamos a la práctica lo que pensábamos: que la fábrica era de los obreros y no hacían falta ni gerentes ni patrones.

Otra de las características es la independencia del Estado: ¿era muy compleja esa discusión con los trabajadores?

La independencia de clase es una de las bases principales. Y lo explicábamos de cara a la asamblea; aunque muchos se daban cuenta qué es el Estado después de los palos y la represión que solíamos sufrir. La idea de clasismo surgió a partir de uno de esos debates en asamblea… Recuerdo que me eligieron para ir a hablar en el aniversario del Che Guevara, a la Facultad de Arquitectura, en Córdoba. Fuimos varios compañeros y expuse la resolución del SITRAC respecto a los paros, que considerábamos que debían ser paros activos, y el saludo del Sindicato, etc. Los estudiantes aplaudían a rabiar. Al otro día, la derecha peronista, empezó a meter púa, a decir que éramos comunistas, que esto, que lo otro, etc. El Cuerpo de Delegados pidió una reunión a solas, sin la Comisión Directiva. Medio estaban resolviendo cortarme la cabeza. Me defendí diciendo la verdad, que no era del PC, pero que si era socialista y que la sociedad estaba dividida en clases sociales, y que estaba muy bien debatir estas cosas entre los trabajadores; que había que cuestionar a sus dirigentes y preguntarles qué y cómo piensan; que era muy saludable.

Ustedes convivieron con otros dos fenómenos obreros muy importantes y combativos como el Sindicalismo de Liberación de Agustín Tosco y la CGT de los Argentinos…

¿Cómo se llevaban; todos eran clasistas?

No, nosotros éramos el único sindicato clasista. Tosco no se decía nunca clasista. A lo mejor en su interior lo pensaba, pero nunca se definió como clasista. Y la CGT de los Argentinos, en Córdoba, no tenía casi peso. En cuanto al Sindicalismo de Liberación, su presupuesto básico es la conciliación de las clases sociales. Sostienen que hay un terreno donde pueden andar juntos la burguesía, los patrones y los obreros por la liberación nacional. Nosotros les decíamos que eso era totalmente falso. Acá hay explotados y explotadores, y que éstos tenían la función de vivir del trabajo ajeno. Y en este proceso, los clasistas, estábamos llamados a destruir el sistema capitalista. Por eso con Tosco estuvimos enfrentados casi desde siempre. Igual, recuerdo, a la salida de un plenario por julio del ‘70, vino a saludarme y me llamó para que nos juntáramos e ingresemos a la CGT, que había quedado acéfala en Córdoba. Su idea era hacer una alianza junto con los más “potable del peronismo”, con Atilio López y Lino Verde. Era una oportunidad para tomar el secretariado de la CGT, y nosotros no quisimos saber nada.

¿Cómo ves esta decisión a la distancia?

Estuvo mal. Me parece que debimos habernos metido en la CGT, y dar la pelea desde adentro. Creo que es discutible, pero habría que haberlo intentado. Tal vez en Córdoba podíamos haber disputado la dirección de la clase obrera.

¿Alguna de las lecciones es no haber tenido una política con mayor decisión sobre los sindicatos de masas?

Creo que debimos haber hecho una alianza con Tosco, que tenía mucho ascendente en la clase obrera y haber peleado con él de cara a la base obrera; no de forma aislada. Si hubiéramos estado en la CGT podríamos haber planteado nuestras posiciones y discutir con Tosco y que las bases participen y decidan. Habría que haber trabajado hacia los sindicatos. Quedamos muy aislados, pegados a la guerrilla y los estudiantes. Me parece que desperdiciar una alianza con otros sindicatos para privilegiar alianzas con los estudiantes estuvo mal. Era difícil, porque Tosco planteaba la idea de frente nacional junto con la burguesía; y los burgueses -ya se sabe- te cagan, ellos tienen el aparato del Estado, las leyes, y mucha más experiencia; y el peronismo, ya sabemos lo que es. Con ellos, la clase obrera va como furgón de cola. El de Tosco era un sindicalismo reformista; que no quiere decir que no luchen o sean tipos honestos. Tosco ha sido un gran luchador de la clase obrera, pero su propuesta política era el Encuentro Nacional del los Argentinos; el Frente Popular.

¿Coincidís con la idea política de centrarse en el trabajo en fábricas y empresas, de trabajo hacia los sindicatos e
instituciones obreras para la construcción de un partido revolucionario?

Sin duda. Hay que estar metidos y pelear dentro de las organizaciones obreras. Sacar delegados; ganar comisiones internas y disputar con la burocracia sindical la lucha, porque sino no vamos a ganar nunca.

¿Cómo ves, entonces, en la situación política actual, trabajar como fracción clasista hacia los sindicatos como la CGT y CTA?

Me parece que siempre debemos trabajar hacia dentro de lo sindicatos lo más que se pueda; con agrupaciones clandestinas, de forma audaz; interviniendo, teniendo en cuenta las circunstancias... Aunque ojo porque los sindicatos no los vamos recuperar sólo por medio de las elecciones. Pero hay que pelearla ahí adentro.

¿Qué lecciones deja el Clasismo para los jóvenes obreros y estudiantes?

Creo que como propuesta política y sindical para la defensa de los intereses de la clase obrera no ha sido superada. Como tal, defensa y entrega de los intereses de los trabajadores, anticapitalista, antiburocrático y antimperialista me parece que sigue estando vigente. Hemos cometido errores, sin duda, como charlábamos antes. Nos faltó aprovechar mejor nuestra fuerza; aprovechar por ejemplo esa oportunidad histórica para haber metido en los trabajadores la necesidad de un partido; un partido arraigado en la clase obrera. Esta idea quizás la extendimos un poco al activismo, pero no la hicimos llegar a las masas. Este fue un gran déficit. Otro tanto de lo mismo fue no haber sabido manejar mejor la política de alianzas; de frente único.

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