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EDITORIAL

El ciclo kirchnerista y sus límites

Al gobierno lo encierran cada vez más los límites que le impone su propio “modelo”. La “sintonía fina”, las (no) respuestas a la Masacre de Once o la crisis energética, confirman el fin del “nunca menos”.

Fernando Rosso

15 de marzo 2012

El ciclo kirchnerista y sus límites

Al gobierno lo encierran cada vez más los límites que le impone su propio “modelo”. La “sintonía fina”, las (no) respuestas a la Masacre de Once o la crisis energética, confirman el fin del “nunca menos”.

Números rojos

Con la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, el gobierno pretende utilizar más fondos de las reservas para tener una nueva “caja”, lo que a su vez es un reconocimiento de los problemas fiscales.

La pulseada con los docentes se debe más al significado simbólico del porcentaje que piden los maestros que promedia el 30%, que a los $200 de diferencia, que se presenta como eje de toda la discusión. El ajuste de tarifas escalonado fue congelado obligadamente luego de la Masacre de Once y se apuró el manotazo a las reservas. “Es esto o un ajuste brutal”, confesó la presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont. La deshilachada “progresía K” presenta la medida como un golpe “histórico” a la convertibilidad y al neoliberalismo. Lindo cuento, si no fuera que la plata se utilizará esencialmente para pagar deuda externa.

También para ajustar “caja” es el impulso a la ley para que Macri se haga cargo de los subtes y de 33 líneas de colectivos. No tienen problemas en tirarle los pasajeros “a la derecha”, para tercerizar el ajuste y que haga punta en el aumento de tarifas.

“Petróleo y política”

Lo histórico en los años kirchneristas fue la libertad que tuvieron para el saqueo las petroleras (empezando por Repsol-YPF), una empresa imperialista asociada a capitalistas “nacionales” amigos. El nivel histórico más bajo en reservas, exploración y producción de gas o petróleo se dio entre 2003 y 2011 (“Presente y Futuro del Gas en la Argentina”. Econométrica, febrero 2012). El límite no es “geológico” sino político; no faltan áreas de exploración y posibilidades para nueva producción. Lo que sobra son intenciones de renta y ganancias fáciles, permitidas por la política gubernamental. La respuesta a esta grave crisis energética vino de las “provincias petroleras”. Cuando debería renacionalizarse sin pago y bajo administración obrera la totalidad de nuestros recursos estratégicos, Chubut y Santa Cruz (con el aval del gobierno nacional) le quitaron algunas áreas concesionadas a YPF, que equivalen a un… 7% de su producción total. Y dejaron en manos de la empresa los tres yacimientos más importantes. Es una timorata política de “golpear para negociar”, que adornan con un descafeinado relato que ya ni siquiera es “nacional”, porque para los anuncios convocaron a un acto “regional y popular” (sic).

La falta de inversión en energía y su necesaria compra en el exterior, puede empujar al déficit comercial, es decir, hay que comprar afuera petróleo y gas que hacen aumentar las importaciones más que las exportaciones, además de alentar la inflación. Este desfasaje quieren solucionarlo con aumentos de aranceles y el control de productos de importación, política que impulsa –según el oligárquico diario La Nación- el “marxista” Axel Kicillof. Esta medida lleva a crisis de abastecimiento de algunas industrias, que pagan los trabajadores con suspensiones. La mentira de una “re-industrialización” se hace evidente en estas encerronas que son producto de la anarquía capitalista, lo opuesto a cualquier tipo de racionalidad en la producción en función de las necesidades sociales. Esta situación que se tapó durante los últimos años con los recursos que entraban por los altos precios de las materias primas, estalla con los primeros efectos de la crisis mundial.

Kirchnerismo y “hegemonía”

Si la “hegemonía” es la capacidad de conquistar y conducir aliados hacia sus objetivos políticos, el gobierno es cada vez menos hegemónico.
Los roces con Moyano se convirtieron en ruptura, aunque no todavía en guerra abierta. Aliado a los K o en la vereda de enfrente, Moyano es, ante todo, un “responsable” burócrata sindical y pilar de la defensa del orden capitalista. Pasaron los tarifazos, la tragedia Once y ahora, de una dura huelga docente, y Moyano salió a pedir…la suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, una demanda justa, pero que solo beneficiaría a una minoría de la clase trabajadora.

Igualmente, con esta ruptura y sin ningún dirigente de peso para reemplazarlo, el gobierno pierde a un aliado clave en la contención del movimiento obrero. La “interna” que acicatea el gobierno en la CGT y que la debilita por arriba, debe ser aprovechada por abajo, para el avance del clasismo en los sindicatos.

Para la base de “centroizquierda” del gobierno, el crimen de Once y sus consecuencias, la entrega de los recursos a las mineras, la represión a los pobladores que las enfrentan y el destape del espionaje chocan de frente con las ilusiones que muchos depositaron en el “proyecto”. La votación al Frente de Izquierda había expresado un síntoma, y este inicio de ruptura política se aceleró con los últimos acontecimientos.

Al fallo de la Corte Suprema, que facilita el aborto en caso de violación, pretenden presentarlo como un nuevo derecho del kirchnerismo, buscando contener a su “pata izquierda”. Pero esta conquista es un producto de la larga pelea de los movimientos de mujeres y muchas organizaciones sociales y políticas, entre ellas la agrupación Pan y Rosas del PTS. El gobierno salió a demostrar su domesticación a la Iglesia a minutos de la emisión del fallo. La despenalización del aborto “no está en la agenda del Ejecutivo”, aclaró el Ministro de Justicia. Para el gobierno, el fallo no es el inicio de una ampliación de este derecho para todas las mujeres, sino el techo: a partir de ahora no se toca más el tema.

Que el protagonismo en el escenario nacional, lo tengan los jóvenes “trepadores” de La Cámpora (que lo único por lo que “dan la vida”… es por un cargo de 30 mil pesos para arriba), y que esa sea la primera línea defensiva del gobierno, habla de su evidente debilidad estratégica. El escándalo por los favores de Boudou a empresarios amigos, le pone su toque de “menemismo” a la debacle moral del kirchnerismo.

El gobierno transita la pendiente en descenso, la ventaja la tiene porque la economía no entró todavía en zona de catástrofe (perspectiva no descartable por la crisis mundial). La débil oposición patronal y mediática explica la otra ventaja. El “socialista” Binner en Santa Fe comenzó con el descuento a los días de huelga a los docentes y aunque con un perfil menos “desbocado” que Cristina, de contenido, el ataque a los maestros fue similar. Con demagogia populista/peronista o con los buenos modales del “socialista” conservador, la respuesta es similar cuando se trata de trabajadores en huelga. Ni hablar de Macri, que impulsó el tarifazo en el subte, y adelantó que si le traspasan los colectivos, el boleto debería aumentarse a cuatro pesos.
Por las propias contradicciones internas que emergen del “modelo”, por la crisis internacional o por una combinación de ambas, es cuestión de tiempo la posibilidad de estallido de nuevas y generalizadas crisis, de las que Once fue sólo un anuncio.

La disidencia entre la juventud, los estudiantes y muchos trabajadores con el gobierno muestran su pérdida de hegemonía. Crímenes sociales como el del Sarmiento, hacen emerger el odio del “subsuelo de la Patria”, impunemente pisoteado por el “proyecto”.

Para los revolucionarios, no se trata sólo del “diagnóstico”, sino de hacer confluir la disidencia y el odio, en organización y programa. El tiempo entre el presente de la lucha de clases y los momentos de profundización de los ataques al pueblo trabajador, debemos aprovecharlo para una preparación y una discusión seria, de estrategia y de programa, para la puesta en pie de un partido revolucionario.

***

Después del desenmascaramiento del espionaje estatal que hicimos con la denuncia del “Proyecto X” de la Gendarmería y el encarcelamiento de los dirigentes del sindicato azucarero en el Ingenio La Esperanza (Jujuy), se vuelve a confirmar que el Estado “nacional y popular” es enemigo de quienes enfrentan la explotación obrera, tanto en defensa de la multinacional Kraft en Panamericana como del genocida Blaquier en Ledesma. La campaña por el desprocesamiento de los miles de luchadores y militantes de la izquierda y por la anulación de la Ley Antiterrorista que usarán para duplicar las penas tiene una importancia estratégica.

Nuestra participación en las marchas a 36 años del golpe la hacemos como parte de estos enormes desafíos.

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