Ni el corporativo reclamo del campo ni el gobierno hablando de “distribución del ingreso” mientras cae el salario real frente a la inflación, despiertan entusiasmo en los trabajadores. En gran medida, el desinterés por la disputa entre capitalistas muestra una actitud conservadora ante la posibilidad que las crisis de los de arriba termine provocando consecuencias de nuevos saltos inflacionarios como en marzo, o devenga en una desestabilización económica. En eso se basa el discurso oficial que, como en el comunicado del jefe de la CGT Moyano, llama a “defender los logros” de los últimos cinco años en la recuperación del empleo: un verso para mantener a los trabajadores detrás del bando oficial. Pero al mismo tiempo, hay una tendencia creciente de descontento. Un estudio de la CTA registra que en los primeros tres meses del 2008 la clase trabajadora protagonizó 107 conflictos gremiales, un 25% de los cuales se dieron en establecimientos fabriles y gremios industriales, y en su mayoría fueron por reclamos salariales. La industria de la alimentación, como mostramos en páginas centrales, es un ejemplo de este despertar. Es un ejemplo el de los trabajadores de Arcor-Bagley de Salto en la provincia de Buenos Aires, que en una ciudad conmovida por la protesta agraria protagonizaron el mismo domingo 25 de mayo una marcha con gran apoyo popular. Contra esta tendencia a la intervención obrera por sus demandas, el gobierno aplica una política de pinzas. De un lado, el acuerdo salarial entre las patronales metalúrgicas con la UOM arriba de un 30% (saltando por encima del 19.5 % que venía actuando de techo hasta hoy) puede significar alguna flexibilización de los topes salariales para intentar consolidar su base social y contener al menos a los trabajadores bajo convenio de algunos gremios más importantes. A su vez recrudecen, con la participación decidida de los mismos burócratas sindicales, los ataques y persecuciones a los delegados y luchadores, sumando cada vez mas procesados por la justicia como esta semana los jóvenes activistas de Atento, tercerizados de las telefónicas, los encausados recientemente en el Casino, y los 18 obreros de la textil Mafissa amenazados con la cárcel por resistir un lock out empresario.

El PTS milita por la defensa de los delegados de base, participa de las luchas por el salario y llama a rodearlas de apoyo para que triunfen, a impulsar el agrupamiento de los luchadores para elevar su conciencia y su organización, y hacer todos los esfuerzos para que desde hoy se exprese una clara posición independiente en la crisis política nacional. En este sentido hemos dados pasos como la declaración unitaria de la izquierda (salvo la lamentable borrada del PO) ante los actos del 25 de mayo; y damos impulso al pronunciamiento que ya firmaron mas de 260 intelectuales, periodistas y trabajadores de la cultura (ver contratapa) que se declara ni con el gobierno ni con las patronales del campo, que ha tenido fuerte repercusión en el movimiento universitario y educativo y trascendió en algunos medios. El congreso de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) debatirá esta moción el fin de semana. Estamos convencidos que esta posición avanzará al ritmo de la experiencia de masas con ambos bloques patronales, y las organizaciones de la izquierda obrera y estudiantil debemos unirnos para ayudar en este sentido.