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Debates

El PCR ante el gobierno de Isabel Perón y la Triple A

8 de febrero 2007

El PTS viene compartiendo con el PCR acciones en común por la aparición con vida de Julio López y contra la impunidad de los militares genocidas, impulsando no sólo las marchas unitarias sino también el reagrupamiento en la Multisectorial de La Plata que congrega a los sectores combativos del movimiento obrero zonal, como el Astillero Río Santiago, junto a los organismos de derechos humanos y la izquierda.
Asimismo, a partir del aceleramiento de las causas contra los crímenes de la Triple A, las decenas de organizaciones nucleadas en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, incluido el PCR, suscribimos una declaración leída en el palco de Plaza de Mayo el pasado 18 de enero que plantea: “Ante el reciente pedido de detención de Isabel Perón y la detención de Almirón y otros integrantes de la Triple A, sostenemos la necesidad de enjuiciar y castigar a todos los responsables materiales y políticos de los crímenes cometidos por esa y otras bandas fascistas.”
Esta declaración unitaria es muy progresiva porque señala que la movilización obrera y popular debe apuntar no sólo a lograr la aparición con vida de Jorge Julio López y el juicio y castigo a sus secuestradores, los de Gerez y a todos los genocidas, sino también a los responsables civiles de la política represiva criminal del gobierno peronista, como Isabel Perón, Ruckauf y Cafiero, así como a todos los cómplices civiles de la dictadura que aún se mantienen impunes.
Pero a partir de aquí se abre un debate y serias diferencias con el PCR.

Desgraciada coincidencia con los oligarcas de La Nación
Antes de polemizar con las caracterizaciones históricas del PCR sobre el período 73-76 (con las cuales hemos establecido diferencias en varias oportunidades) hay que señalar en primer lugar las consecuencias que esa visión tiene en el programa que proponen para el presente, que es lo más grave. En el semanario Hoy se pueden leer opiniones asombrosamente parecidas a las esgrimidas por el diario La Nación sobre el tema. Dice Otto Vargas, secretario general del PCR: “Hay que tener en cuenta, también, que antes de decidir la formación de la Triple A a él (se refiere a Perón) le habían asesinado a Rucci, el secretario general de la CGT. Y si es cierto que van a hacer justicia, los verdaderos peronistas van a exigir justicia –quiero imaginarme– sobre el grupo comando que asesinó a Rucci” (Hoy 1148- 10/01). Plantear que “hacer justicia” es poner en el banquillo de los acusados, de la misma forma que a los responsables de la Triple A, también a los guerrilla de Montoneros es, como mínimo, funcional a la teoría los dos demonios que intentan reeditar desde la derecha “republicana”, y la no tanto, que critica a Kirchner en un mismo sentido.

La increible defensa de Perón e Isabel
El PCR sostiene que, efectivamente, fue Perón el que creó la Triple A, pero increiblemente lo presenta como la política del “mal menor”: “No la creó López Rega, la creó el general Perón. Los militares, que entonces tenían un sector prorruso y un sector proyanqui, donde los rusos tenían mayoría porque ya estaba incubando el golpe de Videla-Viola, esas Fuerzas Armadas presionaban para que se las utilizara en la lucha contra la guerrilla, contra el ‘terrorismo’. (...)Y se le aconsejaba a Perón que sacara al Ejército a la calle. Perón dijo: no, yo no voy a hacer eso. Si ya estaba ‘prisionero’: en el despacho de al lado tenía a Gelbard (un testaferro de los capitales rusos), que era el que en realidad mandaba en el gobierno; si cedía en eso quedaba totalmente prisionero de las Fuerzas Armadas” (Hoy 1148, 10/01)
Para encubrir su emblocamiento con el gobierno de Perón y más tarde con el de Isabel y la derecha peronista, el PCR acude a la elucubración de que se trataba de un “gobierno de la burguesía nacional”1 rodeado por dos enemigos fundamentales, “los imperialismos ruso y yanky” que preparaban los planes golpistas. La ubicación del PCR en el supuesto “campo nacional y antigolpista” junto al peronismo en el poder, los llevó a no rechazar el primer ensayo golpista de envergadura, el que el 24 de febrero del 1974 dio el jefe de la Policía de Córdoba, Navarro, para destituir al gobernador cordobés ligado a Montoneros Obregón Cano2 y poner al lopezrreguista Brigadier Raúl Lacabanne, enviado por Perón nada menos que a la cuna del proceso revolucionario que se inició en la Argentina en 1969.
La verdad es que Perón, contra lo que sostiene el PCR, volvió a la Argentina a contener el auge obrero iniciado con el Cordobazo y la oleada de seminsurrecciones que le siguieron, intentando, por un lado, el Pacto Social con la CGT para enchalecar a las masas obreras y, al mismo tiempo, mediante la represión a la vanguardia de miles de delegados, activistas y militantes obreros y estudiantes de izquierda para lo que impulsó la creación de la Triple A. Luego de la muerte de Perón, el gobierno de Isabel fracasa, no ante el golpismo, sino ante el embate de la clase obrera que protagonizó las históricas jornadas huelguísticas de junio y julio del ‘75 y la incipiente formación de las coordinadoras interfabriles que dan por tierra el ataque antiobrero de los ministros Celestino Rodrigo y López Rega. El PCR le dio la espalda a aquella primera huelga general contra un gobierno peronista, mientras que sólo profundizando ese camino de insurgencia obrera contra el gobierno de Isabel Perón podía pararse el avance del golpismo. El PCR se lamenta: “Perón en el ’55, e Isabel en el ’76, no quisieron armar al pueblo, como planteábamos no solo el PCR, sino también sectores políticos y militares del peronismo” (Hoy 1149, 17/01). Lejos de las ilusiones del PCR sobre esa posibilidad, en octubre del ‘75 el gobierno de Isabel firmaba los decretos de “aniquilación de la subversión” que fueron una cobertura legal que los militares obtienen para consumar una intervención criminal contra la clase trabajadora. Las medidas de terrorismo de Estado comenzaron, como preludio de la dictadura, a aplicarse bajo los gobiernos de Perón e Isabel que el PCR defendió y aún defiende.
La insistencia del PCR en sostener, contra todas las lecciones de la historia, su actua ción en esos años lleva a una sola conclusión: el maoísmo argentino está irremediablemente condenado a repetir la funesta política de conciliación de clases que marcó su pasado.

1 Dice Otto Vargas en su libro ¿Ha muerto el Comunismo?: “en el problema antimperialista era más de izquierda Perón que los Montoneros, porque Perón luchaba contra los dos imperialismos y los Montoneros sólo luchaban contra uno.” (pág. 194).
2 “Es entonces que se realiza un congreso de delegados del SMATA Córdoba, en el que los Montoneros, principalmente, y cuadros del ERP y del PC llevan un ataque a fondo contra los delegados peronistas, ya que estos no se solidarizan con el repudio al golpe de Navarro porque apoyan a Perón. Por esta razón estos sectores plantean la expulsión de los delegados peronistas porque ‘son fascistas’. (...) Esto hizo que fuésemos blanco de críticas de todas las publicaciones de la izquierda y que durante mucho tiempo en Córdoba ellos planteasen que nosotros éramos cómplices de Navarro, etc” (Otto Vargas, ¿Ha muerto el comunismo?, Pág. 198).

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