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A 90 años de la Revolución Rusa

a 90 años de la Revolución Rusa

El II Congreso de los Soviets

Josefina Luzuriaga

22 de noviembre 2007

El día 25 de octubre (7 de noviembre), estaba convocado para iniciar sus sesiones el II Congreso de los soviets de toda Rusia.
Durante esa madrugada se habían desarrollado los momentos decisivos de la insurrección. En unas cuantas horas los destacamentos de la guarnición de Petrogrado, junto con las guardias rojas y los marineros del Aurora, bajo la dirección de los bolcheviques, se hacen del control de los puentes, las oficinas de teléfonos y correos, los principales edificios.
Ya desde el día anterior habían comenzado a llegar a la ciudad los delegados al II Congreso de los soviets. Los que iban llegando, bolcheviques en su mayoría, se sumaban a las acciones de la insurrección.
Cuando las sesiones del II Congreso de los soviets están por comenzar, la insurrección ya casi ha triunfado, sólo faltaba tomar el Palacio de Invierno, donde se refugiaba Kerensky. Durante varias horas todavía, las intervenciones de los oradores del II Congreso de los soviets se verán interrumpidas por las detonaciones y los estrépitos de la calle.
El Congreso que va a sesionar es muy especial. Durante la noche previa el poder ha pasado de manos. Ya no lo tienen los conciliadores y la burguesía, sino que ha sido tomado por los obreros y campesinos, con la dirección militar de un organismo votado en el soviet de Petrogrado, conducido por los bolcheviques.
En los días y semanas previas, la insurrección había tomado forma alrededor de dos cuestiones básicas, que le dieron la posibilidad de cubrir con un manto defensivo lo que era en realidad ofensivo: la discusión contra el traslado de la guarnición de Petrogrado al frente de batalla, y la necesidad de garantizar la apertura de las sesiones del II Congreso de los soviets.
El primer congreso de los soviets de toda Rusia se había realizado en junio. Y en esa ocasión se definió que se volvería a reunir cada 3 meses. Pero entre septiembre y octubre la relación de fuerzas al interior de los soviets de las principales ciudades y aldeas había cambiado, a favor de los bolcheviques. Se inicia entonces una lucha entre los bolcheviques, apoyados en las bases obreras y campesinas, contra el comité ejecutivo conciliador, que pretendía no reunir el II Congreso. En esta lucha se profundiza la “bolchevización” de los soviets, que reclaman que el poder pase a sus manos.
Los soviets de provincia, de distrito, los de los rincones más apartados del país, las fábricas y las minas, los regimientos, los dreagnouths, los torpederos, los hospitales militares, los mitines, la compañía de automóviles de Petrogrado y los destacamentos sanitarios de Moscú, todos exigen la deposición del gobierno y la entrega del poder a los soviets”1.
Lo mismo sucede en el Congreso de los soviets de la región norte, al que asisten 150 delegados de 23 localidades claves para la revolución.2 En esa ocasión un delegado letón, Peterson, había comprometido la cooperación de 40.000 fusileros letones para la defensa del congreso de los soviets, lo que provocó una gran ovación y entusiasmo.
Los bolcheviques establecen una relación estrecha entre la convocatoria al II Congreso de los soviets y la insurrección, porque para que el poder pueda estar en sus manos, primero hay que arrancárselo a los que lo tienen, el gobierno de la burguesía y los conciliadores.
No alcanza con que los soviets, donde va consolidándose la mayoría bolchevique, voten una declaración a favor de tomar el poder en sus manos; el poder hay que tomarlo efectivamente, sostiene Lenin, preparando y llevando adelante la insurrección. Esta definición estratégica es la que unifica a Lenin y a Trotsky, contra los sectores dentro del propio partido bolchevique que pretendían postergar la insurrección y sólo avanzar en el terreno de las elecciones de los soviets y de la asamblea constituyente.

Se abre el congreso más importante de la historia

El 25 de octubre debía inaugurarse en el Smolni el parlamento más democrático de todos los que han existido en la historia mundial. Y quizás, ¿quién sabe?, el más importante.”3
Según las estadísticas del Congreso se reunieron 650 participantes con voz y voto cuando se iniciaron las sesiones. 390 eran bolcheviques. Los mencheviques no pasaban de 80 delegados, y unos 159 los socialistas revolucionarios (de los cuales3/5 eran del ala izquierda).
En el Congreso de junio los conciliadores habían estado en mayoría, con 600 votos, sobre un total de 830 delegados. Pero todo había cambiado entre junio y octubre, y las detonaciones del crucero Aurora junto a la artillería de la fortaleza Pedro y Pablo, como música de fondo, estaban ahí para recordarlo.
En un clima de enorme expectativa, los delegados se apretujan para poder dar comienzo a las sesiones.
Las discusiones comenzarán con la conformación misma de la mesa para presidir el Congreso. Los bolcheviques proponen una representación proporcional: 14 bolcheviques, 7 socialistas revolucionarios, 3 mencheviques, y uno de los internacionalistas.
Pero los socialistas revolucionarios y mencheviques de derecha se niegan a formar parte de la mesa. Los que han formado parte de un gobierno con ministros burgueses sin ruborizarse, se niegan ahora a ser parte de la dirección del Congreso de los soviets con los obreros y campesinos insurrectos. La mesa se conforma entonces con los principales líderes bolcheviques, incluyendo a Lenin y Trotsky, y un grupo de 7 socialistas revolucionarios de izquierda.
Los mencheviques intentan una maniobra de última hora, proponiendo que el poder que se constituya sea en base a un acuerdo entre todos los partidos socialistas, cuestión que esperan sean rechazada por los bolcheviques, para mostrarlos como un grupo intransigente. Pero Lenin y Trotsky están demasiado seguros del poder conquistado, y les toman el “desafío”; que se unan al poder de los soviets si están dispuestos a defenderlo… Los mencheviques, desorientados e indignados, no pueden ocultar ya sus verdaderas intenciones, y deciden romper con el Congreso, al igual que los socialistas revolucionarios de derecha.
Martov, dirigente de los mencheviques, antes de retirarse del Congreso lee una declaración de “guerra” contra el poder de los soviets, condenando la insurrección como una “conspiración puramente militar”, como un “golpe de estado”.
“Los bolcheviques no durarán mucho tiempo en el poder” piensan y proclaman todos los conciliadores, dispuestos a trabajar con la burguesía por acelerar su caída.
Después de la retirada de los mencheviques y SR de derecha, los socialistas revolucionarios de izquierda declaran que ellos se quedarán en el congreso, aunque insisten en buscar las vías de negociación con la democracia moderada.
Poco después el clima de la sesión vuelve a llenarse de entusiasmo, cuando un delegado del batallón de motociclistas informa que todos sus integrantes han votado desobedecer las órdenes de Kerensky, que los había llamado a regresar del frente para luchar contra Petrogrado insurrecta, poniéndose en cambio a disposición del poder de los soviets. Este hecho, junto con el anuncio de que todos los miembros del gobierno provisional -a excepción de Kerensky- han sido detenidos, muestra claramente que ya no hay vuelta atrás. Y esto termina de definir a los mencheviques de izquierda, quienes encabezados por Sujanov abandonan también el congreso, huyendo del poder obrero y campesino.
Se lee entonces una declaración que marca el sentido profundo de lo que acaba de empezar: “Lunacharsky encuentra por fin la posibilidad de leer en voz alta un llamamiento a los obreros, soldados y campesinos. Pero no es un simple llamamiento: por la sola exposición de lo que ha sucedido y de lo que se prevé, el documento, redactado a toda prisa, presupone el comienzo de un nuevo régimen estatal. `Los plenos poderes del comité ejecutivo central conciliador han expirado. El gobierno provisional ha sido depuesto. El congreso toma el poder en sus manos´. El gobierno soviético propondrá una paz inmediata, entregará la tierra a los campesinos, dará un estatuto democrático al ejército, establecerá un control de la producción, convocará en el momento oportuno a la asamblea constituyente, asegurará el derecho a las naciones de Rusia a disponer de si mismas. `El congreso decide que todo el poder, en todas las localidades, es entregado a los soviets`” 4.
Poco después se producirá una nueva ruptura en el congreso, con el abandono de lo que queda de los mencheviques de izquierda, y los que pretendían hasta último momento alguna conciliación con la burguesía.
La primera sesión del Congreso se cierra a las 6 de la mañana, cuando amanece en la ciudad que es ahora de los obreros y los campesinos.
La nueva sesión comienza por la noche, y estalla en aplausos interminables cuando Lenin aparece en la tribuna. “Ahora, vamos a dedicarnos a edificar el orden socialista”, son sus sencillas y firmes palabras.

La paz

Pero para comenzar con esa vasta tarea lo primero que se plantea el Congreso de los soviets es la resolución sobre la guerra:
El gobierno obrero y campesino, creado por la revolución del 24 y 25 de octubre y apoyado por los soviets de diputados obreros, soldados y campesinos, propone a todos los pueblos beligerantes y a sus gobiernos el inicio inmediato de las negociaciones para una paz justa y democrática.” La declaración incluye cláusulas que rechazan las anexiones, aunque se aclara que no se presentarán estas condiciones como un ultimátum, sino que se propone comenzar ya mismo con las negociaciones, dejando de lado todo secreto diplomático. Esta cuestión, el gobierno soviético comenzará a llevarla a la práctica, publicando todos los tratados secretos celebrados hasta esa fecha, y proponiendo una tregua inmediata para dar comienzo a las negociaciones.
Un delegado plantea un cuestionamiento a la declaración, argumentando que si no se lanza un “ultimátum” a los gobiernos enemigos, se estará mostrando “debilidad”. Lenin argumenta firmemente: “No tenemos nada que temer diciendo la verdad sobre nuestra fatiga…”, el llamamiento no debe ser un ultimátum, porque sólo así se mostrará ante el pueblo trabajador de toda Europa la disposición de los bolcheviques a terminar con la guerra.
“¡Escuchad pueblos!, la revolución os invita a la paz. Será acusada de haber violado los tratados. Pero se siente orgullosa de ello. Romper con las sangrientas alianzas de los rapaces, es un gran mérito en la historia. Los bolcheviques se atrevieron. Fueron los únicos en atreverse. El orgullo estalla en los corazones. Los ojos se inflaman. Todos están de pie. Nadie fuma ya. Parece que nadie respira. La mesa, los delegados, los invitados, los hombres de guardia se unen en un himno de insurrección y fraternidad.”5
El canto emocionado de los obreros, de los soldados, de los revolucionarios, que llenan el aire del congreso con las estrofas de “La internacional”, rinden homenaje a este enorme gesto de la revolución hacia los trabajadores de todo el mundo.

_ La tierra

“Queda abolida la propiedad territorial de los nobles sin ninguna clase de indemnización”. Estas pocas palabras resumen lo central del decreto sobre la tierra. Resumen el corazón de la revolución en el campo, el vasto campo ruso que con sus millones de campesinos se puso en movimiento, rompió con el viejo orden (los terratenientes y la burguesía), y multiplicó su rebelión sumándose al levantamiento revolucionario de los trabajadores de las ciudades, como le proponían los bolcheviques. Las tierras expropiadas son puestas a disposición de los comités agrarios y los soviets locales, en tanto se reúna la asamblea constituyente. Se incorpora al decreto una instrucción más detallada, elaborada previamente por los socialistas revolucionarios, en base a los planteos de los electores del primer congreso de diputados campesinos. “Queda abolido para siempre el derecho de propiedad privada de la tierra”, “El derecho a utilizar la tierra es concedido a todos los ciudadanos… que deseen trabajarla con sus propias manos”, “El trabajo asalariado no es tolerado” son los principios levantados por el II Congreso de los soviets respecto a la propiedad de la tierra.
Los bolcheviques tomaban el programa de los campesinos, elaborado por los socialistas revolucionarios, que reclamaban el “reparto igualitario” de la tierra. La resolución del II Congreso da cuenta de las necesidades del trabajador agrícola, pero respetando sus ilusiones de pequeño propietario.
El estado obrero quería darles el tiempo necesario a los campesinos para probar su programa y ver sus contradicciones, apostando a poder convencerlos de que la socialización de la tierra y su trabajo colectivo era un programa superior, como parte de otras medidas socialistas.

El gobierno obrero y los soviets

Queda por definir la constitución del nuevo gobierno.
Entre las dos sesiones del congreso había tenido lugar una importante reunión del comité central de los bolcheviques, donde se acepta la propuesta de Lenin de conformar un gobierno conformado solo por bolcheviques. Esta se muestra además como la única propuesta posible, ante la ambigüedad de los socialistas revolucionarios de izquierda que acaban de romper con el partido de Kerensky pero no aceptarán sumarse al gobierno con los bolcheviques, buscando todavía una conciliación con los “demócratas” que abandonaron el congreso.
El “Concejo de Comisarios del pueblo”, integrado por 15 bolcheviques, es el nombre adoptado para el gobierno del primer estado de los trabajadores, que actuará bajo el control del congreso de los soviets y su comité ejecutivo central. Los socialistas revolucionarios de izquierda votan en contra de la constitución del consejo de comisarios del pueblo, pero formarán parte del comité ejecutivo central del congreso de los soviets. En éste, sobre 101 miembros, serán 62 bolcheviques y 21 socialistas revolucionarios de izquierda.
“_ El orden del día del congreso ya ha sido tratado. El poder de los soviets ha sido creado. Tiene su programa. Ya se puede poner a trabajar y no faltan tareas para ello. A las 5 y 15 de la mañana, Kamenev cierra el congreso constitutivo del régimen soviético. ¡Unos corren a la estación! ¡Otros vuelven a su casa! ¡Y muchos al frente, a las fábricas, a los cuarteles, a las minas y a las lejanas aldeas! Con los decretos del Congreso, los delegados van a llevar el fermento de la insurrección proletaria a todas las extremidades del país”6.

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