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Internacionales

Las primeras medidas de Rajoy

El Gobierno de las 200 familias más ricas de España

Las primeras medidas de Rajoy muestran que está dispuesto a profundizar la guerra contra los trabajadores y las clases populares con más paro, precariedad y pobreza.
Los trabajadores y los jóvenes deben abrazar una perspectiva que los lleve a construir una organización revolucionaria.

Clase contra Clase (Estado Español)

13 de enero 2012

El Gobierno de las 200 familias más ricas de España

El gobierno de las 200 familias más ricas de España, que suman un patrimonio estimado de €135.000 millones (El Mundo, 31-12-2011), está dispuesto a profundizar la guerra contra los trabajadores y las clases populares con más paro, más precariedad y pobreza. Mientras, como anuncia el mismo periódico, "los potentados españoles no pierden, incluso ganan. De hecho, los 10 más ricos de la Bolsa española han incrementado su fortuna un 8% este año". De ellos, casi €24.000 millones pertenecen a Amancio Ortega, el dueño de Zara, el hombre más rico del país cuya fortuna equivale a la de sus 15 inmediatos perseguidores juntos y que ha redondeado el año cerrando la operación inmobiliaria más jugosa desde 2008.

La composición del gobierno, con un ministro de Economía, Luis de Guindos, que fue el responsable de Leman Brother para Europa, o uno de Defensa ex-directivo de la industria armamentística, es una prueba palpable de para quién se va a gobernar. Algo parecido a los gestos descarados de José Luis Rodríguez Zapatero cuando reunía a "las 37 grandes fortunas" en la Moncloa antes de anunciar sus paquetes de ajuste. No les causa empacho anunciar recortes de entre €16.000 y €32.000 millones en un año, a la vez que todavía no descartan crear un "banco malo" para absorber las pérdidas del ladrillo de la banca, con un coste estimado de hasta €100.000 millonesde dinero público. O no les sonroja reconocer que la subida de impuestos aprobada recientemente -todo un incumplimiento flagrante de una “bandera” de su programa- ha sido exigida en una conversación telefónica con Merkel.

La guerra contra los trabajadores declarada por Zapatero se promete redoblar con Rajoy
Dentro de lo previsible. Pero no por esperado, menos terrible. Así es como podemos definir los primeros pasos de Mariano Rajoy y el PP en sus primeros días de gobierno. Que en 2012 se va a redoblar la guerra que ya declaró el PSOE y Zapatero contra los trabajadores queda más que claro con la formación del nuevo gobierno y la aprobación de sus primeras medidas de ajuste draconiano.

Como telón de fondo, una crisis capitalista mundial que empeora día tras día. Arrecian los aires de desaceleración y vuelta a la recesión en regiones como Europa, especialmente el Estado español. La crisis de la deuda pública está lejos de cerrarse. A pesar de la imposición de gobiernos técnicos y bonapartirtas (como el italiano y el griego), de las “reconfiguraciones a la alemana” de la UE por medio de las últimas cumbres (que dejan al desnudo la debilidad del euro y la misma UE, de la que ya se empiezan a bajar “pesos pesados” como Gran Bretaña) y de las promesas de refuerzo del fondo de rescate... las posibilidades de quiebra de alguno de los Estados del sur de Europa, de una oleada de quiebras bancarias y otro escenario peor que la misma quiebra de Leman Brother en 2008 -punto de arranque de la actual crisis- sigue abierta.

Así pues, a la voluntad del PP -como la del PSOE hasta el 20 de noviembre- y del conjunto de los pilares del Régimen del ‘78 -empezando por el Rey- de salvar los muebles de la patronal y la banca a costa de descargar con toda la crudeza la crisis sobre los hombros de los trabajadores, se le suma la cada vez mayor presión de los mercados que han de refinanciar la deuda pública, la UE, el BCE y el FMI (la llamada “troika”), para que esto se haga de la manera más rápida y brutal posible. Cualquier “titubeo” del nuevo gobierno será “castigado” con escaladas de la prima de riesgo y otras “sanciones” por el estilo (sin descartar quedarse fuera de la nueva UE “en construcción”). Sin duda una “presión” para quien gestiona los asuntos de la burguesía española -aceptada con sumiso entusiasmo por otra parte- y todo un alerta para los trabajadores y sectores populares, que debemos ser conscientes de la dureza y ofensividad de lo que se avecina.

Lo histórico de la ofensiva que prepara el nuevo gobierno queda reflejado en que ni tan siquiera se cuidan las formas. Algo así estamos viendo ya, con más descaro si cabe, en las degradadas democracias griega e italiana. Ante las “dificultades” que podían ver los mercados y la “troika” para que Berlusconi y Papandreu pasasen sus planes -por la debilidad política del primero y la fortísima lucha de clases que estaba enfrentando el segundo- no dudaron en imponer sendos “golpes constitucionales” que han dado como resultado gobiernos técnicos de carácter inicialmente bonapartista. Ellos serán quienes impongan los planes, sin contar siquiera con el respaldo formal de unas elecciones y con un parlamento que les sirve de comparsa, obligado a votar todas las leyes y recortes que se le presenten.

En el Estado Español el adelanto de las elecciones al 20N evitó un escenario como éste. Sin embargo la mayoría absoluta del PP, su control de la mayoría de comunidades, diputaciones y grandes ayuntamientos, del poder judicial, la televisión pública, etc.; son la base para un “gobierno fuerte” que va a emplear estos cuatro años para, como diría Primo de Rivera, actuar cual “cirujano de hierro” e imponer caiga quien caiga todos los ataques que le demanden la patronal y la banca. Esta visión de sí mismo hace que el PP tire para adelante sin esconder sus intenciones, a diferencia de la campaña electoral cuando ni nombraba qué iba a hacer concretamente.

Por más que el cálculo electoral haya hecho retrasar el grueso del ajuste a los Presupuestos de 2012 -que se aprobarán en marzo, tras las elecciones andaluzas-, la previsión de un déficit del 8% -2 puntos más de lo comprometido- ha llevado a Rajoy a anunciar sus primeros recortes. Un total de €16.500 millones que saldrán de la congelación de los salarios de los funcionarios, el fin de la oferta de empleo público, incluida la reposición de los que se jubilen (excepto las fuerzas represivas y un ridículo 10% para sanidad, educación y fraude fiscal), dejar en el 1% la subida de las pensiones y congelar el miserable salario mínimo interprofesional, recortes de las ayudas a las personas dependientes y al alquiler para jóvenes. Todo un mazazo para los trabajadores. Otra parte la quiere obtener vía la subida del IRPF y el IBI, una reforma fiscal que gravará especialmente a las rentas del trabajo, es decir a aquellos que viven de su salario. El impuesto de sociedades -patronal- y patrimonio -grandes fortunas- se quedan como estaban. Telefónica seguirá pagando una tasa menor incluso que la de algunos de sus trabajadores.

Pero, aunque parezca extraño, lo peor está por venir. Otros €16.500 millones se deberán recortar en los presupuestos y en las comunidades autónomas -es decir los pilares del Estado del Bienestar-. Sanidad y educación van a ser paulatinamente liquidados en los próximos años. También se espera la aprobación de la nueva reforma laboral que liquidará definitivamente los convenios como “suelo mínimo” para garantizar unos derechos mínimos a todos los trabajadores de un sector. Con esta medida se abre la veda para que los patrones puedan imponer con el chantaje del despido recortes brutales de salario y derechos adquiridos. Rajoy nos pretende devolver a las negociaciones casi individuales entre el patrón y el empleado -sobre todo en las PYMEs- desligando a las empresas de tener que respetar lo establecido en los convenios provinciales o de rango superior. Una reforma que, en nombre de la flexibilidad, pretende cumplir la demanda de la patronal que en los próximos años el salario real caiga un 25% aproximadamente. De hecho, aún sin reforma, los planes del PP están envalentonando a muchas patronales que ahora sí quieren negociar la renovación de los convenios pero para dejarlos casi a la altura del Estatuto de los Trabajadores (reaccionario texto normativo que rige las relaciones laborales en España desde 1980).

Frente a la criminal política de la burocracia sindical de CCOO y UGT, plan de lucha desde las bases
La política de los dirigentes de CCOO y UGT sigue en la misma línea que con el anterior gobierno. Si bien la concordia con el PP no es por el momento como con el PSOE, no se cansan de intentar que así sea llamando a que se cuente con ellos, a sentarse a negociar y, sobre todo, no moviendo ni un dedo para intentar frenar ninguno de los ataques que ya se están implementando y anunciando. Tal vez el ataque que el gobierno también quiere llevar contra las mismas organizaciones sindicales -que ya ha empezado con la retirada del 20% de las subvenciones- les haga reaccionar. Pero lo que por el momento prima es su “responsabilidad” de “sindicalistas de Estado” que les lleva a preocuparse mucho más por la estabilidad del gobierno y el régimen -al cual se han integrado- que por los derechos de los trabajadores.

Esta criminal política no hace más que continuar debilitando la capacidad de respuesta de la clase trabajadora, en contra de prepararla para poder enfrentar como se merece la ofensiva planteada para los próximos meses. El terror que causa el desempleo de masas en quien todavía conserva el trabajo, la creciente división entre diferentes sectores de trabajadores (fijos, temporales, subcontratados, precarios), el crecimiento de las ideas racistas y xenófobas en los trabajadores y otros sectores populares; son efectos reaccionarios de la crisis promovidos y mantenidos también por la misma burocracia sindical que mantiene al grueso de la clase trabajadora fuera de la escena.

Esto hace que, incluso, cuando sectores de la misma clase -como los trabajadores públicos en muchas comunidades- o la juventud -como con el 15M o con el movimiento estudiantil- salen a luchar, el impacto y la fuerza de las protestas termine diluyéndose provocándose el desgaste por aislamiento (como tratan de hacer con los profesores madrileños o la sanidad, y ahora los funcionarios en general en Catalunya) o la dispersión por no poder confluir con la clase que puede paralizar y golpear el corazón del sistema capitalista, como le está ocurriendo al 15M.

Acabar con el control que esta burocracia sindical mantiene sobre los principales sectores de nuestra clase es pues una tarea primordial para poder avanzar en que los trabajadores se pongan a la cabeza de la respuesta al actual gobierno, se puedan organizar aquellos sectores con peores condiciones de trabajo o privados de él y puedan confluir con el conjunto de las luchas que ya están siendo protagonizadas por trabajadores públicos, jóvenes, estudiantes y sectores populares.

En esta tarea debe jugar un papel clave el sindicalismo alternativo y de clase, tanto la izquierda sindical como los sectores opuestos a la política de Toxo y Méndez dentro de CCOO y UGT, promoviendo asambleas en los centros de trabajo, paros, acciones, elección de delegados de base, estableciendo coordinaciones entre los sectores en lucha. De esta manera de podrá ir discutiendo e imponiendo desde abajo un plan de lucha para derrotar al gobierno de Rajoy y la batería de ataques que prepara. También en el movimiento 15M y en el estudiantil debemos aportar en esta dirección, poniendo en pie un potente movimiento de la juventud contra la degradación de la educación y por nuestro futuro, y tratando de que nuestra lucha sirva de aliento para los trabajadores, apoyando sus luchas, sumándonos a la denuncia de la burocracia sindical y preparando una verdadera unidad obrero-estudiantil, la única forma de que las reivindicaciones de la juventud y los estudiantes puedan tener la resonancia suficiente.


Retomar una estrategia revolucionaria

En el enorme movimiento del 15M grandes sectores de jóvenes y trabajadores venimos haciendo una experiencia con el Régimen del 78 y sus gobiernos, que nos demuestran que la perspectiva para las actuales y futuras generaciones es negra; por lo cual una salida revolucionaria hoy es menos "utópica" que la reforma de un sistema que se demuestra putrefacto. La cara del mismo son los €135.000 millones de las 200 familias más ricas, equivalentes a los más de 5 millones de parados, miles de desahucios, precariedad laboral y mayor hundimiento en la pobreza para nuestra clase.

Ante esto es necesario que los trabajadores y los jóvenes que han luchado en el 15M, en las asambleas, en las expediciones a las fábricas y centros de trabajo, que también lo están haciendo en el movimiento estudiantil o las luchas que se dan contra los ajustes y despidos en el sector público, despertando así a la militancia política, abracen una perspectiva revolucionaria para poder avanzar en construir una organización revolucionaria.

Los militantes de Clase contra Clase estamos siendo parte de un proceso que va precisamente en esta dirección, poniendo en pie junto con otros jóvenes y trabajadores la Agrupación Revolucionaria No Pasarán, lo que constituye una valiosa experiencia común con estos luchadores que abrazan la estrategia de la revolución.

La perspectiva revolucionaria está borrada en la mayoría de las organizaciones de izquierda que, tras décadas de retroceso y ataque a la clase trabajadora, se han vuelto escépticos de la potencialidad de la misma. El escepticismo hacia la posibilidad de una salida revolucionaria ha llevado a la izquierda española a plantear salidas de reformas del sistema y sin una perspectiva estratégica de clase. Todo esto en un momento en el que los jóvenes y trabajadores comienzan a salir a luchar contra los ajustes en gran parte de Europa, el proceso revolucionario de Egipto se revitaliza con mayor participación de la clase trabajadora y el movimiento obrero de China y otros países asiáticos empieza a despertar.

Hoy más que nunca es necesario que los revolucionarios planteemos un programa que ayude a recuperar la perspectiva de la pelea revolucionaria por un gobierno de los trabajadores que, sobre las ruinas de la Monarquía de Juan Carlos I y su Constitución, resuelva los grandes problemas de los trabajadores y sectores populares.

Un programa que plantee la expropiación y confiscación de los capitalistas y dé solución a todos los problemas de la clase obrera y los sectores populares.

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