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A 70 años de la fundación de la IV Internacional

“El Centrismo y la IV Internacional”

PTS

3 de julio 2008

(...) 2. Antes que nada, hay que comprender los rasgos más característicos del centrismo moderno. No es fácil; primero, porque debido a su ambigüedad orgánica el centrismo se adecua con dificultad a una definición positiva; se caracteriza más por lo que le falta que por lo que tiene. Segundo, nunca el centrismo jugó en tal medida con todos los colores del arco iris, porque la clase obrera nunca estuvo en un estado de efervescencia como en el momento actual. Por la misma esencia del término, efervescencia política significa realinearse, oscilar entre dos polos -el marxismo y el reformismo-, es decir atravesar las distintas etapas del centrismo.

3. Por difícil que sea dar una definición general del centrismo, que necesariamente será siempre de carácter “coyuntural”, podemos y debemos señalar las características y peculiaridades más destacadas de los grupos centristas que nacieron del naufragio de la Segunda y la Tercera Internacional.

a) En el terreno de la teoría, el centrismo es amorfo y ecléctico; en lo posible elude las obligaciones teóricas y tiende (de palabra) a privilegiar la “práctica revolucionaria” sobre la teoría, sin comprender que sólo la teoría marxista puede impartir una orientación revolucionaria a la práctica.

b) En el plano de la ideología, el centrismo arrastra una existencia parasitaria. Utiliza contra los marxistas revolucionarios los viejos argumentos mencheviques (Martov, Axelrod, Plejanov) (…). Por otra parte, toma prestados de los marxistas, fundamentalmente de los bolcheviques leninistas, sus argumentos principales contra la derecha pero al suavizar los aspectos más agudos de la crítica y evitar sacar conclusiones prácticas le quita toda significación a sus posiciones.

c) El centrismo está muy dispuesto a proclamar su hostilidad hacia el reformismo, pero nunca menciona al centrismo. Además, considera que la propia definición de centrismo es “poco clara”, “arbitraria”, etcétera; en otras palabras, al centrismo no le gusta que lo llamen por su nombre.

d) El centrista, siempre inseguro de su posición y sus métodos, odia el principio revolucionario que plantea decir las cosas tal como son. Tiende a sustituir la política principista por las maniobras personales y la diplomacia menuda entre las organizaciones.

e) El centrista siempre depende espiritualmente de los grupos de derecha y se inclina a someterse a los más moderados, a callar sus errores oportunistas y ocultar sus acciones ante los trabajadores.

f) El centrista a menudo disimula sus oscilaciones hablando del peligro del “sectarismo”, que para él no consiste en la pasividad propagandista abstracta (…) sino en el interés activo por la pureza de los principios, la claridad de las posiciones, la coherencia política y la perfección organizativa.

g) La posición del centrista entre el oportunista y el marxista es análoga, en cierto sentido, a la del pequeño burgués entre el capitalista y el proletario: se humilla ante el primero y desprecia al segundo.

h) En el plano internacional el centrista (...) No comprende que en la época actual sólo se puede construir un partido revolucionario nacional como parte de un partido internacional. Al elegir sus aliados internacionales es menos cuidadoso todavía que en su propio país.(...)

j) El centrista está presto a adherir a la política de frente único, pero la vacía de todo contenido revolucionario transformándola de un método táctico en un principio supremo.

León Trotsky


A diferencia de los grupos centristas que se formaron a partir de la socialdemocracia, el centrismo burocrático es producto de la degeneración del bolchevismo; conserva -en forma caricaturesca- algunos de sus rasgos, dirige todavía a una cantidad considerable de trabajadores revolucionarios y cuenta con extraordinarios medios materiales y técnicos. Pero su influencia política constituye la más crasa, desorganizadora y perjudicial variedad del centrismo. (…) nuestro objetivo consiste en salvar a los mejores elementos para la revolución proletaria. Junto con la incansable crítica principista, nuestro principal medio para influir sobre los trabajadores que están en la Comintern es la mayor penetración de nuestras ideas y métodos en las amplias masas que, en su inmensa mayoría, están fuera de ella.

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