logo PTS

Argentinazo

El “Argentinazo” con la Sociedad Rural, según el maoísmo criollo

“En los piquetes agrarios PALPITA EL ARGENTINAZO” dice la tapa del semanario Hoy, del PCR, del 4 de junio. El número anterior critica las posiciones de partidos de izquierda como el PTS, el PO y el MAS que denuncian el conflicto entre el gobierno y el campo como “una lucha entre sectores patronales” a los que es necesario combatir “por igual”. Según el PCR, es “una política que aísla a la clase obrera del resto del pueblo, facilitando su derrota”.

Miguel Raider

5 de junio 2008

“En los piquetes agrarios PALPITA EL ARGENTINAZO” dice la tapa del semanario Hoy, del PCR, del 4 de junio. El número anterior critica las posiciones de partidos de izquierda como el PTS, el PO y el MAS que denuncian el conflicto entre el gobierno y el campo como “una lucha entre sectores patronales” a los que es necesario combatir “por igual”. Según el PCR, es “una política que aísla a la clase obrera del resto del pueblo, facilitando su derrota”.

Una comparación interesada

El PCR establece una analogía entre “la pueblada agraria en curso” y “el Argentinazo de diciembre de 2001”, donde “confluyeron contra el gobierno de De la Rúa las fuerzas populares acosadas por el hambre y la desocupación, con miles que salieron porque tenían los fondos atrapados en el corralito, con Duhalde, Moyano y la UIA encabezada por De Mendiguren que empujaban la devaluación...”.

Indudablemente la comparación sólo puede ser comprendida como un disparate, aunque fundada sobre las posiciones interesadas del PCR.
Vayamos por partes. En primer lugar la “confluencia” de la que habla el PCR entre los sectores populares que protagonizaron el 2001 y el ala devaluadora no es tal. Una cosa son las brechas abiertas en ese entonces entre “los de arriba”, dos alas burguesas -“dolarizadores” y “devaluacionistas”- y otra muy distinta los sistemas de alianza que se dan entre las clases. El 19 y 20 de diciembre importantes sectores de masas aprovecharon justamente esas brechas para irrumpir en las calles hasta lograr la caída del gobierno de la Alianza. Ni los desocupados ni las clases medias se movilizaron bajo el programa de la devaluación. Los piqueteros exigían pan y trabajo y las clases medias que le devuelvan sus ahorros. ¿Quién supondría que a estas últimas les interesaba recuperar sus ahorros devaluados? Quien sí confluyó con la UIA, como dice el PCR, fue el dirigente de la CGT Hugo Moyano, convocando a un paro el 13 de diciembre tras un programa devaluador.

Sin embargo, el 19 y el 20 Moyano desapareció olímpicamente y evitó la convocatoria a la huelga general, lo que hubiera facilitado la entrada en escena de los trabajadores ocupados bajo la potencial amenaza de superar las alternativas en danza de los sectores patronales, imponiendo una salida favorable a los intereses de las grandes masas. El “devaluador” Moyano no sólo se borró sino que apoyó a los sucesivos gobiernos peronistas y nunca más llamó a un paro.

Si seguimos ahondando, la analogía no resiste ninguna prueba. El movimiento agrario está basado en la prosperidad económica de los capitalistas y clases medias del campo, arrojada por aquella devaluación y el fenomenal incremento de los precios internacionales de las materias primas. Las jornadas de diciembre de 2001 fueron la expresión de la crisis económica a partir del estallido del plan de convertibilidad, la fuga de capitales y el incremento exponencial de la desocupación y los padecimientos de las grandes masas.

Si bien en ambos movimientos participan sectores medios, en el actual, las clases medias agrarias convergen con la alta burguesía, en una alianza de clases encabezada por los terratenientes de la Sociedad Rural, la burguesía agraria de la CRA, la “cooperativa” Sancor y los pequeños y medianos capitalistas y pequeños propietarios rentistas agrupados en la Federación Agraria. En 2001 la pequeño burguesía se movilizó con los pobres urbanos y los desocupados atacando a bancos e hipermercados, y levantando la consigna “que se vayan todos”, apuntó contra el gobierno y el odiado régimen político. En el conflicto agrario el motor es “no a las retenciones”, un programa de neto corte liberal, con la finalidad de embolsar suculentas ganancias y que de ningún modo atenta contra el “sistema de las clases dominantes en su conjunto”. Evidentemente, el PCR ha perdido la brújula a la hora de distinguir un movimiento progresivo de uno de carácter reaccionario.

Los aliados de la clase obrera en el campo según el PCR

El PCR concluye que una política como la que levantamos desde el PTS ante el conflicto actual “aísla a la clase obrera del resto del pueblo, facilitando su derrota”. Ante la “pueblada agraria”, según el PCR el pueblo estaría representado por “la lucha de los pequeños y medianos productores agrarios”. Veamos entonces quiénes integran este núcleo de la protesta en las rutas.

En líneas generales, entre los pequeños productores encontramos aquellos que producen para el autoconsumo y aquellos productores con capacidad para acumular capital, acceso al crédito y que explotan trabajo asalariado. El PCR apoya a los pequeños pero también a los medianos. Estos medianos productores, esencialmente sojeros, se han enriquecido producto del sideral aumento del precio internacional de su producto. Recibirán, si se quiere, una parte menor del conjunto de la renta y la ganancia (repartida mayormente entre terratenientes, pooles de siembra y la gran burguesía agraria), pero para nada despreciable.

Ya muchos analistas coinciden en señalar que se trata de una nueva burguesía media que produce la tierra explotando mano de obra asalariada y que también puede alquilar otros campos para aprovechar la escala y producir en mejores condiciones. Si tenemos en cuenta cómo se viene dando la protesta, es evidente que los propietarios de más de 150 hectáreas (los que no reciben las compensaciones concedidas por el gobierno) son un sector clave en el piquete, defendidos por el presidente de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, abanderado de que se suba el límite a 1.500 toneladas, es decir 750 hectáreas, para recibir las compensaciones.

En la protesta están también los pequeños y medianos rentistas que alquilan sus tierras, fundamentalmente a los pooles de siembra. El mismo PCR denuncia que “un chacarero que renta un campo de 50-60 hectáreas hoy puede vivir tranquilamente en el pueblo sin hacer nada, producto de la elevada renta agraria que cobra” (Revista Política y Teoría N° 65). En esa publicación el PCR declaraba que la mitad de la FAA estaba constituída por este sector a los que denominan “minirentistas”.

Además participan del piquete los contratistas, un sector burgués medio específico que posee maquinaria y explota trabajadores para tareas de siembra y cosecha en campo ajeno, o directamente es socio con los pooles para recibir un tercio de la ganancia total producida. La misma publicación del PCR aclaraba que estos contratistas emplean equipos de siembra directa (incluido el tractor) a precios promedio superiores a 150 mil dólares.

Los datos expuestos en el recuadro revelan por qué esta protesta levanta las reivindicaciones sostenidas por el frente de las entidades agrarias sin ningún interés común a las demandas de la clase obrera. Los pequeños y medianos productores son los socios “menores” del fabuloso negocio sojero dirigido por los bancos y los fondos de inversión. Pero para el PCR son los aliados potenciales de la clase obrera urbana, de la que de ninguna manera los trabajadores pueden quedar “aislados”. Por ese motivo, señaló que el acto de Armstrong fue un “parazo chacarero, obrero y popular”, cuando ese evento se realizó bajo el programa de la Sociedad Rural, convergiendo con los mismos patrones que suspenden o despiden trabajadores, tal como hoy efectúan en Werthein.

Prensa

Virginia Rom 113103-4422

Elizabeth Lallana 113674-7357

Marcela Soler115470-9292

Temas relacionados: