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Informaciones Obreras

El 19 y 20 vive en la causa de las obreras de Brukman

30 de abril 2003


En las primeras horas de la madrugada del viernes de Semana Santa, un impresionante operativo policial desalojó a cinco obreras que hacían guardia en la fábrica Brukman. A partir de la ocupación, la asamblea obrera de Brukman y su comisión interna se transforman –pese a las debilidades por inexperiencia, por estar aprendiendo de su propia práctica, en medio de enormes presiones- en instituciones de dirección de la resistencia. Esos días estuvieron cruzados por un duro debate político entre los distintos movimientos de lucha y organizaciones que se solidarizaron con las compañeras. Existían dos criterios distintos: los compañeros del Bloque Piquetero (Polo Obrero y MTL) sostenían que la clave era obtener una negociación movilizándose a la Legislatura porteña recién el lunes 21. Planteaban como ejemplo a Sasetru que centró su defensa en la búsqueda de una ley de expropiación, que vuelva para atrás el desalojo, política que llevó a los dirigentes del Polo Obrero a evitar la resistencia contra el operativo represivo que los echó de la fábrica.
La postura que finalmente prevaleció entre las trabajadoras fue la de no abandonar el cerco a la planta y realizar una manifestación política, contundente y combativa, de distintos sectores sociales, con los organismos de derechos humanos y personalidades al frente, para transformar la lucha en un acontecimiento de magnitud que señalara la voluntad estratégica de recuperar la fábrica.
Cuatro días debieron pasar para llegar a esta última resolución. El viernes 18, las trabajadoras fueron entretenidos por el Juez en largas negociaciones y dilaciones jurídicas que no llevaron a nada, lo que impidió un primer intento de avance sobre la fábrica. En los días subsiguientes tuvieron que insistirle a algunas de las fuerzas presentes a apoyarlas decididamente ya que estas al no haber podido imponer su política optaron por retacear la presencia militante que solicitaban las obreras y que se había decidido en una reunión con todas las organizaciones presentes. Pero las obreras no perdieron el tiempo y estrecharon su alianza con las asambleas barriales que a partir del domingo 20 se sumaron decididamente a la vigilia obrera. La falta de movilización masiva de las organizaciones piqueteras, incluso de los militantes del PC, MST y PO, impidió que las obreras y asambleístas se sintieran con la fuerza y la confianza suficiente para avanzar ese mismo día sobre la fábrica.
La política paciente de juntar fuerzas, no sin dudas y vacilaciones del momento, dio sus frutos. El lunes 21 de abril cuando las compañeras de Brukman intentaron avanzar sobre las vallas policiales, no estaban solas. Un enorme y amplio abanico de organizaciones asamblearias, obreras, piqueteras, de la izquierda, personalidades del arte y la cultura, de los derechos humanos, sostuvo su paso y puso su cuerpo para defender a las obreras. Antes de que la represión arreciara, se levantaron enormes cartulinas que decían "Brukman ejemplo de trabajo digno" y sosteniéndolas activistas del movimiento antiglobalización de Francia, Alemania, Irlanda, Italia, México, Estados Unidos y España. El aplauso cubrió la multitud. El ejemplo de Brukman ya había traspasado la frontera e inspiraba una gran corriente de simpatía en múltiples países.
El hecho de que hayan sido compañeras las que tiraron las vallas y lo que generalizara la represión salvaje, remarcó ante la sociedad, que las obreras que querían recuperar su trabajo eran violentadas con saña. Si se hubiera optado por una negociación, sin señalar relaciones de fuerza claras con el estado, si el único camino posible era el de la Legislatura, se hubiese cometido el error de entablar una negociación sin tener fuerzas para imponer condiciones.
Al día siguiente nutridas columnas de manifestantes, alrededor de veinte mil compañeros repudiaban la represión policial y hacían el aguante a la instalación de la carpa de la resistencia obrera. La "Brukman de los trabajadores" empezó a convertirse en causa popular.
Brukman muestra que cuando los trabajadores son capaces de darse nuevos dirigentes, liberarse de los burócratas, confiar en su propia iniciativa e imaginación, y enfrentar al régimen patronal, pueden inspirar mediante sus métodos a los sectores populares. Las trabajadoras pusieron en el centro la democracia obrera, el debate abierto y franco, pero también, la solidaridad activa y la unidad a partir de las resoluciones votadas, el camino más efectivo para garantizar la cohesión y combatividad. La asamblea obrera debe ser tenida por todos aquellos que acompañan su lucha como la organización dirigente, ayudarla a madurar, colaborar fraternalmente para que las compañeras puedan avanzar en su experiencia y obtener sus objetivos. Hay que evitar sujetarla a presiones e imposiciones de número y de aparato. Está surgiendo una alternativa de clase y la responsabilidad de todo luchador es ponerse a su disposición.
El amplio arco de organizaciones políticas y sociales que acompañó a las obreras tiene la oportunidad de avanzar en reagrupar a los movimientos militantes este 1° de Mayo tomando con todo la convocatoria hecha desde Brukman y de definir una orientación para construir una coordinadora regional de asambleas barriales, movimientos piqueteros, listas antiburocráticas, comisiones internas combativas, organizaciones estudiantiles, una nueva organización independiente, de democracia directa, de unidad obrera y popular.

Un programa de lucha

Las obreras de Brukman vienen levantando la bandera de estatización bajo control obrero de la fábrica y de toda empresa que cierre o despida. Han sabido complementar esta política levantando un petitorio de cuatro puntos que constituye el actual programa de lucha de la fábrica. En el mismo se pide: la expropiación, sin pago, inmediata y definitiva de inmuebles, maquinaria y marcas de Brukman Confecciones, para continuar con la producción bajo gestión obrera; que el estado garantice los salarios, como mínimo los de convenio; que se otorguen subsidios no reintegrables, por $150.000 para ampliar y diversificar la producción e incorporar más trabajadores, mediante la implementación de una escuela de oficios y compre la producción en función de las necesidades de hospitales y otras instituciones, así como de la población carenciada, que requiera indumentaria. Las obreras y obreros han dejado claro que cualquier negociación debe hacerse en base a estos puntos. La defensa del petitorio, debe ser tomada por todos los movimientos de lucha.
Desde el PTS consideramos que sean cuales fueren los pasos tácticos que decidan las compañeras para regresar a la fábrica, la demanda de estatización bajo control obrero tiene que seguir siendo el norte estratégico de lucha de Brukman y contra la desocupación y por el trabajo genuino. La mayoría de las organizaciones de izquierda, el cooperativismo y los mismos representantes políticos del estado sostienen que la demanda planteada es maximalista. Pareciera ser que para algunas organizaciones de izquierda la única opción posible es aceptar resignadamente el pago de las deudas a la patronal anterior que se exigen a las cooperativas y la condena a salarios miserables
Por el contrario sostenemos que la estatización bajo control obrero es la posición más correcta y realista, pues apunta a resolver el drama que aqueja a millones: la desocupación. El mismo gobierno "antiestatista" ha salido una y otra vez a hacerse cargo de las deudas privadas de bancos o del salvataje de las empresas privadas. En los últimos días ante la presión de los trabajadores en el conflicto de LAPA se ha visto obligado a plantear una reestatización. Pero rechaza con dureza la demanda de las obreras de Brukman que pretenden poner la estatización bajo su propio control y darle un sentido social a la producción cuando plantean poner el fruto de su trabajo al servicio de las necesidades de los hospitales y escuelas, cuestión que también demuestran los compañeros de Zanon al exigir un plan de obras públicas para toda la provincia de Neuquén. Mientras los trabajadores tienden un puente, una transición, hacia un programa de salida obrera y popular, el gobierno defiende los intereses capitalistas amenazados por estos obreros autodeterminados, que se presentan como una alternativa de clase ante un régimen social en decadencia.




Enseñanzas
Los acontecimientos en torno a la lucha de las trabajadoras y trabajadores de Brukman ya escriben una página de las nuevas gestas obreras y populares de nuestro país desde las Jornadas de Diciembre de 2001. Lo alentador es que está emergiendo una tendencia obrera de contornos clasistas y anticapitalistas, que deja una importante huella para pensar las perspectivas y estrategias de la lucha de clases y de los movimientos sociales.
El grito de "Brukman es de los trabajadores", repetido por piqueteros, asambleístas, estudiantes, partidos de izquierda y cientos de compañeros solidarios que se acercaron a la fábrica se ha transformado en la bandera de un enorme movimiento de apoyo a las obreras y obreros que buscan recuperar la fábrica y derrotar la ocupación policial. Pero ¿qué es lo que ha despertado semejante apoyo, entusiasmo y solidaridad no sólo en nuestro país sino incluso de referentes del movimiento anticapitalista a nivel internacional?

Derecho de propiedad y derecho al trabajo

La respuesta la da la misma justicia patronal que ordenó el brutal desalojo. Su fundamentación está basada en un estricto instinto de clase. La Cámara, revocando dos fallos anteriores se declaró a favor del derecho de propiedad por sobre el derecho a la vida, según reza en su propio despacho. 56 obreras al cuestionar el carácter "sagrado" y "natural" de la propiedad privada, interpelaron por eso mismo a todo el orden jurídico y social existente. Pero el fundamento de la Cámara arremete contra el propio slogan del mismo gobierno, "la producción y el trabajo", y avala por el contrario el derecho capitalista a la propiedad privada, es decir al derecho del patrón a cerrar la fábrica, a vaciarla, a declarar quiebras fraudulentas. Legaliza de esta forma el parasitismo capitalista que sobre todo en épocas de crisis, como la actual, ya no es capaz de progresar mediante sus propios métodos. Pero con esto, el capitalismo no hace más que evidenciar por sí mismo la bancarrota histórica de una clase, la burguesía, que es incapaz de reproducir las condiciones generales de la sociedad, reproduciéndose a sí misma. Una clase cuya razón de ser es la explotación de la fuerza de trabajo, y a la que se ve obligada a destruir para preservarse, no puede sino revelar su quiebra definitiva.
En el cuestionamiento a la propiedad privada del señor Brukman por parte de las obreras textiles, que se basan en los métodos de la lucha de clases y en la autonomía obrera, yacen gérmenes de socialismo, como lo han planteado muchos intelectuales del movimiento anticapitalista justamente porque esta lucha plantea de forma concreta la necesidad de superar el orden social imperante para asegurar la misma existencia de la clase productora de la sociedad.
La actitud heroica de las obreras textiles demuestra más que mil palabras que es en la propia clase productora de la sociedad en donde reposa la capacidad para resolver la plaga moderna del desempleo de masas y la satisfacción de las necesidades más elementales. Pero con ello se impone una reorganización social completa, basada en la planificación democrática de la sociedad, encaminada hacia la satisfacción de las necesidades humanas.

Una causa de todo el pueblo

Millones de explotados vieron por televisión a obreras luchando por su fuente de trabajo. Fue una fuente de inspiración espectacular porque tocó la cuestión fundamental, el derecho elemental del pueblo trabajador cercenado por este régimen: el derecho al trabajo. La cuestión del trabajo no puede resolverse si no se afecta a la clase capitalista. Si se extendiese el ejemplo de las obreras de Brukman, implicaría que las masas obreras se nieguen a aceptar los despidos, los cierres y las suspensiones. La lucha de las obreras de Brukman traduce el grito: que la crisis la paguen los capitalistas. Esa demanda de masas de trabajo genuino que nació en el Cutralcazo en 1996 fue desviada por el gobierno mediante los planes de empleo y los bolsones de comida. Justamente para desviar una lucha que era potencialmente revolucionaria. A diferencia de los que sostienen que los obreros luchan por la inclusión en la explotación asalariada, nosotros sostenemos que la lucha por el trabajo afecta la propiedad privada. La CTA demostró que si se bajara a 8 horas la jornada laboral podrían crearse un millón de puestos de trabajo, pero por supuesto eso afectaría la ganancia de los empresarios. Sin embargo la misma CTA ha rechazado la idea de una movilización general de toda la clase trabajadora por el trabajo genuino y el reparto de las horas de trabajo (un movimiento potencialmente revolucionario) por la demanda de la distribución de los planes Jefas y Jefes y una utópica distribución de la riqueza sin afectar la propiedad capitalista. Los métodos punteriles y la participación en los Consejos Consultivos de D’Elía y la CCC, son fruto de esta política. Lamentablemente los movimientos piqueteros combativos han caído en esta misma lógica, a pesar de que levantan un programa correcto, porque su práctica política cotidiana está reducida a la negociación en las Secretarías y Ministerios de Trabajo de más planes trabajar y más bolsas de comida.
La lucha de las obreras que puso en el centro la pelea por trabajo genuino es capaz de responder a la necesidad de unidad del conjunto de la clase y de expresar no sus intereses particulares sino el interés universal de su propia clase, que por supuesto coincide con su interés particular de mantener su fuente de trabajo. No es casualidad que estas obreras que exigieron la expropiación definitiva de la empresa, que exigieron la estatización bajo control obrero y un plan de obras públicas para incorporar más desocupados a su fábrica, que establecieron una escuela de oficios, hayan sido abanderadas en este año y medio de la unidad con los movimientos piqueteros, de la unidad con las asambleas barriales, de la unidad obrero y popular.
Al revés de esta perspectiva que es capaz de unir al conjunto de la clase trabajadora y a las capas arruinadas, los dirigentes sindicales que expresan a una minoría de trabajadores en blanco han llegado a reclamar aumentos salariales incluso aceptando aumento de precios como los boletos del ferrocarril, el precio del petróleo que afectan y perjudican al pueblo trabajador, a sus hermanos de clase, adoptando una actitud completamente corporativa. Y aún así luchas salariales en un periodo de crisis brutal con dos millones de desocupados difícilmente puedan ser conquistas duraderas. En el otro extremo, los movimientos piqueteros como la FTV y la CCC y como muchas veces copian los movimientos más combativos, reducen sus demandas al asistencialismo estatal que no puede resolver desde ningún punto de vista el desempleo de masas moderno, estructural, ni la carestía de la vida y en consecuencia es incapaz de atraer y de concitar la adhesión de millones de trabajadores.

Un mensaje a millones

Desde el PTS venimos insistiendo en la necesidad de darle su justo lugar a estas experiencias de nuestra clase, señalando que marcan un camino de unidad entre ocupados y desocupados, entre los trabajadores y el pueblo. Después de Diciembre de 2001 remarcábamos que era necesario ganar a la clase obrera ocupada para encabezar la lucha contra el régimen político. Que no alcanzaba con la sumatoria de fuerzas de "piquetes y cacerolas" sino del elemento de calidad que los trabajadores aportan.
Ahora es más claro, los acontecimientos de la última semana plantean con toda su crudeza y le dan cuerpo a esta perspectiva. La hegemonía obrera incipiente que marca Brukman debe ganar fuerza y legitimidad entre las amplias masas de los trabajadores que aún se mantienen cautivos de los burócratas sindicales. Si esta dinámica ganara a los trabajadores de las grandes concentraciones industriales y de los servicios, a los petroleros, a los telefónicos, a los bancarios, a los metalúrgicos y automotrices, esta potencia sería arrolladora, de ser así un nuevo movimiento obrero ocupará el centro de la escena política y sus organizaciones emancipadas, independientes, serán el centro motor de un desafiante nuevo poder obrero y popular.

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