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ENSEÑANZA DE LA HISTORIA: "Los mediadores gubernamentales"

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22 de octubre 2009

La huelga de los camioneros de Minneapolis de 1934 pertenece a la mejor tradición del movimiento obrero mundial. Fueron los trotskistas quienes la dirigieron aportando en sus preparativos hasta en el último detalle, en brindar una estrategia de la lucha de clases e incluso en publicar un boletín de huelga para no dejar a los huelguistas a merced de la prensa capitalista.

Pero para el dirigente trotskista James Cannon, el aporte más interesante y quizás el más decisivo, fue haber enfrentado a los mediadores del gobierno (lo que aquí sería al Ministerio de Trabajo) en su propio terreno.
Cannon cuenta que “una de las cosas más patéticas de aquel período era ver cómo en una huelga tras otra, los trabajadores eran maniobrados y cortados en pedacitos y sus huelgas quebradas por los `amigos de los obreros` en el disfraz de mediadores federales.

Esos pillos aduladores venían, tomaban ventaja de la ignorancia y la inexperiencia y de la falta de visión política de los dirigentes locales, y les aseguraban que ellos estaban aquí como amigos. Su misión era arreglar el problema arrancando concesiones desde el lado más débil (…) Tenían una rutina, una fórmula para atrapar incautos. ´Yo no les estoy pidiendo que le den alguna concesión a la patronal, sino que me den una concesión a mí para que pueda ayudarlos´.

Una vez obtenido algo de los obreros, les decían: `Yo traté de conseguir una concesión correspondiente de los patrones pero ellos se negaron. Pienso que lo mejor que pueden hacer es hacer más concesiones: el sentimiento público se está volviendo en su contra´.

Luego amenazaban con que el gobierno sacaría una declaración en contra de los huelguistas y que éste se vería obligado a publicarla en los periódicos si los trabajadores no se mostraban “más responsables y razonables”.

Parte de la rutina de los mediadores era encerrar a los delegados de los obreros en salas de conferencias, tenerlos allí horas y horas y atemorizarlos. Pero esa gimnasia de rompehuelgas profesionales no prosperó en Minneápolis.

Cannon prosigue: “una de las trampas favoritas de los mediadores federales era reunir a dirigentes de huelga, jugar con su vanidad e inducirlos a tomar cierta clase de compromisos que no estaban autorizados a hacer. Los mediadores federales convencían a esos líderes de que ellos eran “grandes jugadores” que debían tomar una “actitud responsable”. Los mediadores sabían que las concesiones hechas por los líderes en una negociación muy raramente pueden anularse. No importa cuánto se opongan a esto los obreros, el hecho es que los dirigentes ya hayan fijado en compromiso público la posición del sindicato y creado desmoralización en sus filas (…)

“Nuestra gente – dice Cannon - no eran “grandes jugadores” en las negociaciones en absoluto. Pusieron en claro que su autoridad era extremadamente limitada, que ellos eran de hecho el ala más moderada y razonable del sindicato, y que si daban un paso por fuera de la línea serían reemplazados en el comité de negociaciones por otros.

La huelga era una larga y dura pelea, nos divertíamos al planear las sesiones del comité de negociación del sindicato con los mediadores. Los despreciamos a ellos y a todos sus astutos artificios y trampas, y su simulación hipócrita de buen compañerismo y amistad para los huelguistas.

Ellos no eran nada más que los agentes del gobierno, que de conjunto es el agente de la clase patronal como un todo. Esto era perfectamente claro para un marxista, y tomamos casi como un insulto de su parte asumir que podíamos ser atrapados por los métodos que emplean con los novatos. Ellos lo intentaron. Aparentemente no conocían otros métodos. Pero no avanzaron una pulgada hasta que pusieron manos a la obra, presionaron a los patrones e hicieron concesiones al sindicato. La experiencia política colectiva de nuestro movimiento fue muy útil en tratar con los mediadores federales. A diferencia de los estúpidos sectarios, nosotros no los ignoramos. A veces iniciamos la discusión. Pero no les permitimos que nos usaran, y no confiamos en ellos ni por un momento”.

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