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Dora, incansable luchadora

En la madrugada del lunes 17 murió Dora Coledesky, en su casa de Ituzaingó, donde pasó los últimos años de su vida con su compañero de militancia y de vida ˜ángel Fanjul, fallecido el 29 de marzo. Si tuviésemos que resumir en pocas palabras quién fue Dora, deberíamos decir que fue una luchadora incansable.

María Chaves

27 de agosto 2009

En la madrugada del lunes 17 murió Dora Coledesky, en su casa de Ituzaingó, donde pasó los últimos años de su vida con su compañero de militancia y de vida ˜ángel Fanjul, fallecido el 29 de marzo. Si tuviésemos que resumir en pocas palabras quién fue Dora, deberíamos decir que fue una luchadora incansable. Como pocas. Esta característica hacía que, a sus más de 80 años, no dejara de transmitir esa rebeldía juvenil que sólo la fortaleza de las convicciones puede dar.

Antes de convertirse en una de las feministas de izquierda más reconocidas del país, Dora fue una militante que se reivindicaba trostkista, obrera textil y delegada. También fue abogada. Y previo a exiliarse en Francia en los ‘70, se dedicó, junto a ˜ángel (con quien compartió militancia en el Partido Obrero Revolucionario posadista), a atender a los obreros combativos y antiburocráticos.

En Francia, donde militó en la corriente mandelista LCR, Dora fue fuertemente influenciada por el movimiento feminista de enorme envergadura por aquellos años, y participó del Grupo de Mujeres Latinoamericanas, conformado por mujeres exiliadas de Argentina, Uruguay, Bolivia, Chile y Brasil. De vuelta en Argentina, desde el ‘84 se convirtió en una activista permanente por los derechos de las mujeres, en particular en la lucha por el derecho al aborto, a lo que dedicó sus últimas décadas de vida.

Pude conocer personalmente a Dora y militar con ella. Juntas impulsamos en 2003 la Asamblea por el Derecho al Aborto en Buenos Aires, organizando la embestida contra la ofensiva de la Iglesia en el Encuentro Nacional de Mujeres de Rosario, en agosto de ese año, e influenciadas todavía por los aires de las jornadas de 2001 promovimos la realización, por primera vez en 18 años, de una asamblea durante el Encuentro. En ese momento yo, como joven feminista y ella como infatigable luchadora por el derecho al aborto, junto a decenas de compañeras, nos propusimos ligar las demandas de las mujeres con los diferentes sectores en lucha de entonces: el movimiento de fábricas recuperadas, con las obreras de Brukman como emblema, las asambleas populares y los movimientos piqueteros.

Después de esa experiencia ingresé al Partido de los Trabajadores Socialistas y, junto con compañeras independientes, fui una de las impulsoras de la agrupación de mujeres Pan y Rosas. En los últimos años con Dora tuvimos diferencias sobre cómo encarar la lucha por el derecho al aborto, lo que nos llevó a discusiones políticas y personales, por momentos duras, sin por ello dejar de confluir en la necesidad de continuar la pelea. Hace pocas semanas hablamos por teléfono ya que me inquietaba su salud y estado de ánimo. Me comentó que se estaba dedicando a archivar los escritos de su compañero y me invitó a visitarla en su casa, la que conocí años atrás en una cena que organizaron con ˜ángel. Lamentablemente no hice a tiempo para despedirme.

Hoy, como impulsora de Pan y Rosas, militante del PTS y compañera de Dora en la lucha por el derecho al aborto, quiero destacar que ella luchó por la liberación de la mujer y por una sociedad igualitaria. Nunca voy a olvidar sus palabras en la Asamblea por el Derecho al Aborto en el ENM, hace seis años, en Rosario: “Pienso que no estamos luchando una cosa sectorial, el aborto no es simplemente algo sectorial que nos toca muy de cerca, estamos luchando por un cambio en el mundo, por un cambio en la humanidad, eso tenemos que tenerlo claro, por la dignidad humana estamos luchando… es la lucha por un mundo diferente, un mundo que no solamente es posible, sino que también es necesario e imprescindible si queremos luchar por la dignidad humana”.

Cientos, miles, millones de “Doras” salimos y saldremos a la lucha por nuestra libertad, contra toda opresión, por una sociedad sin explotadores ni explotados ni explotadas. Ese es mi homenaje para Dora Coledesky.

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