Los peronistas son buenísimos. Si al calor agobiante lo contrarresta la lluvia, son las lágrimas de Néstor que caen para refrescar a su pueblo. Pero si el agua causara inundación, la culpa sería de quienes, en su exceso de inconformismo, dejaron la canilla abierta.

Porque siempre están los infelices que le buscan el pelo al huevo, los que se niegan a valorar los avances concretos.

Contra tanta alma malevolente, es bueno refirmar los “logros” del modelo. Y es mejor hacerlo sin descuidar ningún detalle.

Para eso está el Decreto N° 75, fechado 25 de enero de 2011, dictando que toda la papelería oficial deberá llevar el siguiente texto incluyendo las comillas dobles: “2011 - Año del Trabajo Decente, la Salud y Seguridad de los Trabajadores”.

En una dependencia estatal, un contratado de más de veinte años de servicio rotula las papeletas. Son las mismas que llena un obrero en negro de la construcción que acaba de accidentarse y espera ser entendido en guardia de un hospital. O las que sostiene un familiar suyo en la cola del Anses para convertirse en “beneficiario”. Las que utiliza el Ministerio de Trabajo para dictar una conciliación obligatoria en perjuicio de los huelguistas. Las de un veedor oficial que atiende burocráticamente una denuncia por esclavitud en algún campo, o las que simplemente contienen la ilusión de una vivienda que nunca llegará.

En su margen derecho, con prolija letra redentora, resplandece la frase del engaño.

El cielo se pone gris y es momento de alegrarse, dirán los que necesitan creerse (por un interés torrencial) la farsa que el gobierno representa todos los días y a cada hora.