Impactó la reciente detención del jefe de la Distrital de San Isidro Raúl Papa por encubrir una banda de policías que realizaban secuestros extorsivos. El que fuera hasta hace muy poco subjefe de la Bonaerense, comisario general Salvador Baratta declaró en un juzgado que “no podría haber crimen organizado en la provincia sin la protección del poder político y de la policía” (Clarín, 16/10). Un detalle irónico: Papa fue designado en la jefatura nada menos que por Baratta.

Sacudido, el gobernador Scioli dijo que en un año y cinco meses exoneraron de la fuerza a 800 efectivos que cometieron delitos porque “en la Bonaerense no hay impunidad”. Sin embargo, más del 25% de la Bonaerense está afectada por sumarios gravísimos con acusaciones de homicidio u otro tipo de delitos.
Desde la época de la gestión de León Arslanián al frente del Ministerio de Seguridad bonaerense sucedieron infinidad de purgas y “depuraciones” pero todo continúa igual. Es necesario disolver la policía, una banda de delincuentes irreformable que constituye la mayor causa de inseguridad para la población civil.