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Dirigentes ricos, trabajadores pobres

Los tipos viajan en autos importados, custodiados “por expertos”. Detrás del polarizado se esconden del albañil que se juega la vida en el andamio, de la costurera que se duerme en la máquina, de la obrera que envuelve los manjares que no podrá comprar.

Lucho Aguilar

7 de junio 2012

Dirigentes ricos, trabajadores pobres

Los tipos viajan en autos importados, custodiados “por expertos”. Detrás del polarizado se esconden del albañil que se juega la vida en el andamio, de la costurera que se duerme en la máquina, de la obrera que envuelve los manjares que no podrá comprar.

Hace décadas que no fichan pero antes del 5 les depositan varios miles.
Tutean al Ministro, y al jefe de la cámara industrial, pero no saben a qué hora sale el primer tren y miran con indiferencia a la empleada que limpia su oficina.

Parece que hablamos de un gerente, ¿no? Pero se trata de un burócrata sindical...

La caja y la interna

En estas semanas, los capos de la CGT se pelean por quién conduce pero hay algo que los une: décadas atornillados en sus sillones, sueldos de decenas de miles de pesos. Nada que ver con sus representados.

Sino mirá a los “gordos”. Si Armando Cavalieri hace 29 años que dirige el Sindicato de Comercio, gana $ 100.000 y se le adjudica una estancia, un club de campo y empresas, a una cajera de supermercado le pueden pagar $2.500, enfermarse de cistitis a los seis meses y perder el trabajo por llegar tarde.

O los independientes. Si Roberto Fernández (UTA) lo único que conduce son patotas y por eso cobra $ 30.000, la mayoría de los choferes no llega a jubilarse por los accidentes, los riñones y las columnas destrozadas.
O los aliados de Moyano. Si el Momo Venegas (UATRE) se abraza con la Mesa de Enlace y retira $86.000 del cajero, los obreros rurales en blanco arrancan ganando $2.760 (aunque la mayoría trabaja a destajo o en negro).

Burocracia, empresarios, Estado

Los capitalistas siempre apuntaron a la cooptación de las capas dirigentes del movimiento obrero, a fuerza de privilegios y prebendas, que les garantice el orden en los lugares de trabajo y en las calles. Si en la Argentina la burocratización había comenzado con los “sindicalistas” que dirigían los grandes gremios en los años ‘30, con el peronismo pega un salto. La Ley de Asociaciones Profesionales de Perón regimenta el poder del Estado sobre los sindicatos, y de la burocracia sobre las bases.
En 1958 Frondizi transó con Perón y la CGT el pago de una cuota compulsiva que, amén de sostener sindicatos y obras sociales, se conviertió en una caja millonaria para una burocracia que la maneja a discreción.

La dictadura de Onganía le daría otra vuelta de tuerca en 1970, estableciendo un aporte del 2% a cargo del empleador y del 1% sobre los salarios de los trabajadores (sean o no afiliados).

Alfonsín mantiene el modelo, y Menem lo profundiza. Le otorga a la burocracia el manejo del ANSSAL (fondos de obras sociales), acciones en las empresas privatizadas, cargos en la administración pública, creación de cooperativas, y hasta participación en el negocio de las AFJP.
Más allá del relato, los Kirchner sostuvieron a la burocracia y sus privilegios. Por eso siguieron manejando millonarios fondos, por eso la mayoría de los convenios que homologó Tomada incluyen “cuotas solidarias”, por eso la burocracia recibe parte de los subsidios y está asociada a negociados en los ferrocarriles, el transporte de carga, las tercerizadas. Según estudios, hoy manejan fondos por 5 mil millones de dólares.

No es un problema de tipos “malos”. Cumplen una función política y social, pactada con las patronales y el Estado. Son una casta que vive de prebendas, de una parte de la explotación de la clase obrera, y a cambio garantiza el orden capitalista haciendo de policía interna en el movimiento obrero.

Como denunciaba León Trotsky,“el capitalismo sólo se puede mantener rebajando el nivel de vida de la clase obrera. En estas condiciones los sindicatos pueden o bien transformarse en organizaciones revolucionarias o bien convertirse en auxiliares del capital en la creciente explotación de los obreros. La burocracia sindical, que resolvió satisfactoriamente su propio problema social, tomó el segundo camino” (Los sindicatos en Inglaterra).

Echar a los burócratas millonarios

En mayo, la lista Bordó de la Alimentación recorrió las fábricas difundiendo el ejemplo clasista de Kraft y PepsiCo y denunciando esos intereses que defiende la burocracia. Miles de trabajadores supieron que Rodolfo Daer gana $70.000 mientras ellos dejan la vida en la fábrica para llegar a fin de mes.

La campaña despertó el apoyo de buena parte de aquellos trabajadores.
Como hizo la Bordó, como hacen los ceramistas de Zanon junto a otras organizaciones clasistas, como plantea el PTS como una de las consignas hacia la Conferencia Nacional de Trabajadores, hay que convertir ese odio en fuerza social y política, para echar a la burocracia y recuperar los sindicatos, para vencer a los capitalistas.

Prensa

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