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Dictadura: el papel de Massuh

Del golpe del ’76 a la crisis de hoy, los Massuh tienen una historia. En 1974 fue Amin, el jefe de la familia, el que sumó a su hijo Héctor a la conducción de sus empresas. El Pacto Social no lograba disciplinar a la clase obrera y en la zona Sur una coordinadora comenzaba a nuclear a trabajadores de Rigolleau, Saiar y otras fábricas.

Lucho Aguilar

19 de marzo 2009

Del golpe del ’76 a la crisis de hoy, los Massuh tienen una historia. En 1974 fue Amin, el jefe de la familia, el que sumó a su hijo Héctor a la conducción de sus empresas. El Pacto Social no lograba disciplinar a la clase obrera y en la zona Sur una coordinadora comenzaba a nuclear a trabajadores de Rigolleau, Saiar y otras fábricas.

Los dueños del papel tenían otro proyecto. Para eso había que aplastar la resistencia obrera. “Después del golpe de 1976 el crecimiento de los proyectos papeleros se vio apuntalado por un generoso sistema de créditos fiscales –que llegaron hasta el 60 % de la inversión– para incentivar la actividad forestal. Massuh se ubica a la cresta de la ola” (El Club de los Poderosos, Eduardo Sguiglia). Los Massuh fueron parte del megaproyecto Alto Paraná, en el que se invirtieron 350 millones de dólares aportados por el Estado y los bancos. Fueron por entonces uno de los principales grupos que hizo negociados durante la dictadura, con los créditos del BANADE y el sudor de la clase obrera, que había sufrido un aumento de la explotación a punta de pistola.

Balance y agradecimiento

En 1973 el Grupo Massuh tenía una sola empresa. Al terminar los años de plomo ya contaba con diez (celulosa, papeleras, bancos, etc.). Su crecimiento había sido monumental, como su deuda privada que Domingo Cavallo subsidió y estatizó: 91.500.000 de dólares (Argentina 1976, Estudios en torno al golpe de Estado).

Los Massuh formaban parte entonces de varias de las instituciones patronales que auspiciaban el golpe, como el Consejo Empresario Argentino, la Bolsa de Comercio, el Rotary Club. Estas organizaciones fueron firmantes de la famosa solicitada que aseguraba que “los argentinos queremos decirle al mundo que la decisión de entrar en la lucha que provocó e impuso la subversión, no fue privativa de las Fuerzas Armadas. Fue una decisión de argentinos. En idénticas circunstancias volveríamos a actuar de idéntica manera”. (Revista Convicción, 1979).

En la zona sur, por esos años, la represión se abatió sobre las fábricas, los barrios y las universidades. A los obreros de Massuh también les tocó: Carlos Hodl y Osvaldo Bringas aún permanecen desaparecidos. La Brigada de Lanús, utilizada como centro de detención, fue uno de los lugares por donde pasaron obreros de la papelera (Colegio de Abogados de Quilmes).

Responsables

En los ’80, los Massuh siguieron con sus negocios. Fueron beneficiados por la promoción industrial en el gobierno de Alfonsín, la capitalización de la deuda externa y la cartelización de proveedores del Estado operada desde la Dirección de Empresas Públicas (de la que Héctor Massuh fue integrante).

En los ’90, los Massuh formaron parte de los empresarios amigos del menemismo, beneficiados por las privatizaciones y la flexibilización laboral. En estos últimos años, durante el gobierno de los Kirchner, su poder se mantuvo intacto. Por eso hoy los trabajadores pelean contra el vaciamiento, realizado con el aval del Estado.

Del golpe del ’76 a la crisis de hoy, los Massuh tienen una historia. Beneficiados por los militares y cada uno de los gobiernos capitalistas, quieren salvarse hundiendo a la clase obrera. Que viva la lucha de los obreros papeleros.

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