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Internacional

Democracia imperialista

Existe en estos momentos un (falso) sentido común, alentado hasta el hartazgo por los grandes medios, de que no hay nada mejor que la democracia de EE.UU.

PTS

6 de noviembre 2008

Existe en estos momentos un (falso) sentido común, alentado hasta el hartazgo por los grandes medios, de que no hay nada mejor que la democracia de EE.UU.

En EE.UU. el voto es voluntario (sólo hay que anotarse para votar), y aunque hoy se subraya la alta participación que podría alcanzar el récord histórico de 130 millones de votantes, poco se habla de cómo funciona el sistema electoral.

El voto a presidente es indirecto. Cada uno de los estados tiene una cantidad de “delegados” al Colegio Electoral (la institución que decide el presidente), donde se necesitan 270 delegados para ganar indiscutiblemente. La proporción de delegados del estado varía según la población, por cada uno: 2 senadores (igual para todos) y la cantidad de representantes al Congreso (diputados) en proporción a su población. Por eso los estados más disputados son los que tienen muchos habitantes como, por ejemplo, California (55 delegados: 2 senadores y 53 diputados). Excepto en dos estados, Nebraska y Maine, el que gana la mayoría (aunque sea por 1 voto) se lleva todos los delegados.
De esta forma, aunque el triunfo en cantidad de delegados haya sido aplastante (en este caso, 349 para Obama contra 163 para McCain), el voto popular se dividió entre 53% para Obama y 46% para McCain. Al mismo tiempo se votan, estos sí de forma directa, todos los diputados y un tercio de los senadores.

Pero el sistema electoral norteamericano parte de premisas todavía más restrictivas: sólo existen dos partidos con posibilidad de presentarse, uno de los “requisitos” es ser (de mínima) un millonario con acceso al financiamiento de las grandes empresas. Se estima que esta carrera electoral fue una de las más caras de la historia: se recaudaron 900 millones de dólares entre las campañas republicana y demócrata. Aunque existe el derecho formal a que cualquiera se presente a elecciones, es imposible equiparar los esfuerzos de las maquinarias de los dos grandes partidos.

En EE.UU. las elecciones son los martes, un día laboral para la mayoría, y son contadas las excepciones de empresas y fábricas dan el día libre para votar. De más está decir que una gran parte de la comunidad latina, que no puede acceder al mínimo derecho de ser ciudadano, está excluida de esta “gesta democrática”. Otro sector marginado es la comunidad negra. En gran parte del país está restringido el voto a quienes hayan estado presos (sin importar el cargo o si la pena ha sido cumplida), este sería un dato más si no fuera que EE.UU. tiene la población carcelaria más grande del mundo (más de 2 millones), donde los negros son el 35%.

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