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Nota 1:

Del Encuentro de Atlanta al 1° de mayo unitario: primeras pruebas de la lucha de clases

PTS

22 de octubre 2014

El año arrancó con una gran campaña por la absolución para los petroleros de Las Heras (cuyos hitos fueron una jornada nacional en febrero reprimida por la Gendarmería y la Federal y una marcha a Plaza de Mayo) que llevó a declaraciones de la presidenta en la apertura de las sesiones legislativas, justificando el juicio fraudulento y las condenas. Desde el PTS y las comisiones internas y agrupaciones obreras que influenciamos, estuvimos en la primera fila en las acciones e impulsando esta campaña, por considerarla como un problema de principios de clase, algo básico para todo el que realmente quiera fortalecer el clasismo en la clase obrera. Las demás fuerzas de la izquierda también fueron parte, acompañando.

En febrero y marzo vivimos la dura lucha de los jóvenes metalúrgicos contra los despidos en Liliana (Rosario), que anticipó lo que luego sería la tónica del enfrentamiento a los ataques de la patronal, la burocracia (UOM) y los gobiernos nacional y provincial (FAP en este caso): valiente disposición de los trabajadores con paros y piquetes, apoyo consecuente y “con el cuerpo” del PTS, y participación menor del PO.

En marzo, desde el PTS impulsamos junto a IS, el Pollo Sobrero y el Perro Santillán, el Encuentro Sindical Combativo (ESC) que se reunió en Atlanta. Sus contornos políticos fueron los de agrupar a sindicatos, comisiones internas y agrupaciones combativas e independientes de cualquier dirección de las distintas centrales sindicales (por ello no participó el MST, aunque quería, por ser parte de la misma lista que Pablo Micheli en la dirección de esa CTA), en oposición a los gobiernos nacional y provinciales y al conjunto de los partidos patronales, levantando medidas de un programa obrero frente a la crisis y por demandas como la absolución a los petroleros de Las Heras, impulsando la lucha contra la burocracia sindical en todos los gremios (convocando a encuentros regionales), denunciando la tregua y exigiendo un paro nacional y plan de lucha.

PO, que venía de impulsando una marcha absolutamente intrascendente con la CTA de Pablo Micheli (en base a un programa acordado por arriba), se opuso a esta convocatoria planteando que cualquier “encuentro” debía estar llamado por el FIT, con su programa. Era evidente que este planteo ultimatista y sectario hacía casi imposible lograr el apoyo de sindicatos y comisiones internas (que debían votar la adhesión al FIT) y dejaba afuera al Perro Santillán y su corriente, que no acuerdan con el FIT. Con un criterio estrictamente electoral, PO argumentó que, si no, “se fortalecían” los “enemigos” del FIT. Nosotros sostuvimos, por el contrario, que un encuentro que estableciera compromisos precisos de lucha y organización, que rechazara a todas las variantes patronales y levantar aspectos claves del programa del FIT, era un paso progresivo que no sólo ayudaba al esencial desarrollo de los sectores avanzados del movimiento obrero sino que también fortalecía al FIT porque le permitía ser el claro aglutinador clasista de un polo antiburocrático y combativo en la clase obrera. Y así fue.

Paro nacional de 10 de abril

El fuerte paro nacional del 10 A mostró a los que impulsamos el ESC al frente de los piquetes, como un polo diferenciado de Moyano, Micheli y Barrionuevo. PO intentó una competencia ridícula con piquetes convocados en soledad y finalmente tuvo que sumarse. El FIT (no gracias al PO), el ESC y los sectores de vanguardia obrera que hicieron activo el paro (pequeños pero significativos, en su gran mayoría organizados por el PTS) salieron fortalecidos. Hay que recordar que PO venía preparando su congreso partidario (finalmente realizado en abril) donde, entre otras cuestiones planteaba que había que “agitar” la necesidad de una “huelga general” y denunciar la tregua y los proyectos patronales de todas las alas de la burocracia, pero oponiéndose en forma infantil a realizar ninguna exigencia a las direcciones reales del movimiento obrero.

Gran huelga de los docentes bonaerenses

En la gran huelga docente de la Provincia de Buenos Aires, los SUTEBAs opositores rechazaron correctamente el acuerdo Scioli-Baradel cuando la lucha daba para más, defendieron la soberanía de las asambleas, las autoconvocatorias y las grandes marchas distritales, y levantaron un programa alternativo al de la burocracia, cuestionando el pago de la deuda externa y a Repsol. Pero no lograron poner en cuestión la dirección de la burocracia de Baradel, y esto fue consecuencia de la política de las corrientes mayoritarias (ver acá). La oposición no tuvo una política consecuente de exigir paro y plan de lucha nacional de CTERA y CTA, una demanda esencial para desenmascarar el criminal aislamiento que le imponían Baradel y Maldonado. Junto con esto, desarrollaron una política “alternativista” de no constituir polos por esta política en las marchas masivas convocadas por la burocracia, diciendo cosas ridículas como que “la burocracia no existe” (tanto PO como IS, haciendo seguidismo al PCR y al MST que no participan de CTERA). A su vez, convocaron a marchas separadas y minoritarias, incluso con Micheli que no tiene ninguna representatividad en el gremio docente, y no pelearon para que las enormes movilizaciones distritales lograran repercusión nacional, con cortes de ruta o acciones similares, quedando reducida esa enorme fuerza a los que participaban y/o las presenciaban. PO (recordemos que docentes es uno de los pocos gremios donde tiene cierta acumulación de fuerzas) fue uno de los principales responsables de esta impotencia, oponiéndose a las propuestas que planteamos desde La Marrón/PTS en el sentido señalado.

1° de mayo: un camino unitario luego abandonado

Para encarar el 1° de mayo, logramos un acuerdo de los integrantes del FIT y los del ESC para realizar un acto en Plaza de Mayo que el PO correctamente llamó “una asamblea a cielo abierto”. El programa de convocatoria incluyó la defensa de la “independencia política de los trabajadores”, y cerraron el acto los referentes del FIT. Ese acto fue una prueba fehaciente de que el rumbo iniciado con el ESC estaba avanzando, a favor del FIT, no en contra.

A partir de ese momento, en lugar de avanzar sobre la base de esa conquista, tanto PO como IS tomaron rumbos oportunistas, ya sea bajo formas sectarias y electoralistas (PO, continuando el “alternativismo” que ya había demostrado su impotencia en la huelga docente), o por una orientación más netamente sindicalista (IS).

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