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TEORÍ

LA PLATA-UNLP: SE PRESENTÓ "HISTORIA DEL PUEBLO ARGENTINO"

Debate sobre el marxismo de Milcíades Peña

Reproducimos parte de la charla y el debate que se realizó en la Facultad de Humanidades, con la presencia de Fernando De Leonardis (editor del libro) Hernán Camarero (historiador y docente de la UBA, miembro de la Asamblea de Intelectuales en apoyo al FIT) y Christian Castillo (sociólogo, docente de la UBA y UNLP, dirigente nacional del PTS), sobre la obra del historiador marxista.

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4 de octubre 2012

Debate sobre el marxismo de Milcíades Peña

Fernando De Leonardis: era el deseo de Milcíades Peña sacar una historia completa y unificada pero nunca lo pudo hacer y de alguna manera lo es este libro. Y sacarlo en una editorial como Planeta es una suerte, porque Peña no es reivindicado por nadie. (…) y digo que es una suerte porque no se lo sacraliza. Porque a veces las figuras militantes se transforman en mitos, y esto es lo que Milcíades Peña trataba de demoler, los mitos de la historia argentina.

Haciendo una introducción en la obra, me parece que la concepción historiográfica de Peña es dentro de esas dos divisiones que se pueden entablar en el marxismo, entre la preeminencia del voluntarismo, la lucha de clases sobre la lógica del capital, la estructura socioeconómica, (…) hay una estructuración en términos de que prima la lógica del capital por sobre la lucha de clases.

(…) Me parece que a Peña hay que ubicarlo en un contexto militante, porque ciertas corrientes y pensadores tratan de sacarlo del contexto de que fue un militante trotskista y muchos lo suman a la nueva izquierda de los 60 y 70, o ahora pensadores del campo nacional y popular que tratan de sacar enseñanzas de Peña un poco con fórceps, para adaptarlo a la realidad que quieren explicar.

Eé tenía un fin militante y transformador, entender el pasado para transformar la realidad.

(…) Por último, me parece que todo lo plateado por él en La Historia del Pueblo Argentino es de una actualidad real. Para traerlo a la realidad de nuestra lucha de clases, yo leía hoy en Página/12 una noticia donde Kicillof dice que “El gobierno nacional impulsa una transformación estructural histórica para revertir el ciclo neoliberal y la desindustrialización”. Los datos de la realidad no dicen que hay una re industrialización, ni tampoco una transformación estructural básica. En ese sentido, las últimas palabras de Peña en relación a que el modelo agrícola y financiero fue lo que se terminó de consolidar con el peronismo, siguió y sigue. O sea, no hay ningún modelo productivo sustentado en la industria.

Hernán Camarero: Creo que hay que hacer charlas como estas para reinstalar a Peña en el lugar que se merece. (…) Pienso en el modo en cómo se ha tendido a licuar lo que ha sido una relación esencial para comprender a Peña, que es su relación con el trotskismo. Entonces creo que hay que reafirmar con contundencia que puede comprenderse bastante poco de la obra de Peña, sin contemplar esta adscripción política e ideológica.

(…) Cuando Peña ingresa al trotskismo, en 1947, tenía 14 años. La enorme precocidad fue uno de sus rasgos. Peña muere joven además, se suicida a los 32 años. Ingresa a la militancia después de haber tenido una experiencia política previa en la Juventud del Partido Socialista en La Plata, y con un grupo de jóvenes mayores que él, muchos de los cuales después se destacaron, ingresa a una agrupación muy pequeña que se llama GOM (Grupo Obrero Marxista), en el año 1947. Ese grupo estaba dirigido por Nahuel Moreno, que le lleva casi diez años de distancia. Allí comienza a desarrollar su actividad militante que es orgánica durante unos cinco años.

(…) Peña analiza a la clase dominante en Argentina, rompiendo con la visión mitológica, que mostraba como intereses contradictorios los de la burguesía industrial a los de la burguesía agraria. Esa piedra nodal de toda la historiografía populista, que busca un contenido progresivo en la burguesía industrial, contra la oligarquía agraria.

(…) El libro Historia del Pueblo Argentino se escribe entre 1955 y 1957, en ese momento Peña no es un militante orgánico de la corriente morenista, pero si es un adherente a esa corriente. (…) Cuando el morenismo pega el viraje en la caracterización del peronismo, a partir del año 53 o 54, poniendo en primer lugar al peronismo como un movimiento que resistía la penetración yanqui, y que abría después la puerta de ese análisis a lo que fue la experiencia de entrismo, Peña acompaña y desarrolla teóricamente este viraje. Acompaña la experiencia de entrismo en el PSRN. Y luego también la experiencia de entrismo en Palabra Obrera.

(…) Esto no invalida que hubo problemas en la relación entre Peña y el morenismo, una relación que por lo menos fue fallida. Y creo que parte de un problema más general que es la relación entre intelectual y partido. (…) Pero hay problemas interesantes para destacar, hay como mínimo una notable incapacidad y desidia del morenismo para trabajar con Peña, para apropiarse de ese capital político, para potenciarlo. (…) Lo cual revela las limitaciones del morenismo como corriente y como tradición.

(…) También hay problemas en Peña. Los últimos años refleja cierta concepción política, y uno se pregunta cómo llega a escribir ese artículo llamado “El legado del bonapartismo. Quietismo y conservadurismo en la clase obrera argentina”. Esto lo escribe en el año 64 donde habla de un escepticismo descomunal, donde la clase obrera argentina no tiene posibilidad de superación al peronismo (…) Y en parte también explica esa ruptura y alejamiento con el trotskismo (…) Esto es lo que en un análisis superficial y apologético se ha evitado, presentándolo como un marxista revolucionario consecuente que supera al trotskismo y se eleva, cuando en realidad no se eleva. Peña abandona la militancia, funda la agencia de peticiones de mercado y escribe un artículo llamado “Quietismo y conservadurismo”. Entonces los problemas también están en Peña.

(…) Por último, respecto a la apropiación que se hace de Peña, la pienso como una mutilación. Ignorando lo que el mismo Peña hace, cuando en este libro se hace en un 50% una demolición de la historiografía liberal, y el otro 50% es contra el revisionismo. De modo que cualquier intento de apropiación desde una perspectiva liberal o socialdemócrata es imposible, es traicionar lo fundamental de la obra de Peña. Y una apropiación en clave revisionista, nacionalista o kirchnerista también es imposible. Se lo puede hacer solo bajo el requisito de mutilar el sentido de la obra de Peña.

Christian Castillo: La obra de Milcíades Peña desmiente gran parte de toda la acusación tradicional que hace el populismo y ciertas corrientes sobre el trotskismo en nuestro país, su lugar en la historia de la clase obrera y en la historia nacional. Esa caracterización del trotskismo como una corriente antinacional, que no intenta comprender la historia de su propio lugar.

(…) Desde el principio uno ve como Peña intenta captar, a través del desarrollo desigual y combinado, la especificidad que va desde la colonia, la Revolución de Mayo, las guerras civiles, la lucha de unitarios y federales, la generación del 90, y así cada nudo de los debates historiográficos (…) Para cualquier lector el libro sirve para reflexionar con definiciones complejas y sofisticadas sobre los fenómenos que trata, y a la vez es completamente accesible para un público no ilustrado.
(…) Este libro sale cuando el kirchnerismo ha tratado de construir un relato sobre la historia nacional, lleno de lagunas y contradicciones (…). El intento más genérico no fue alrededor de una obra historiográfica, sino alrededor de una apuesta cuando fue el Bicentenario, donde buscó apropiarse de algunas de las mejores gestas del movimiento obrero como si fuesen propias, sin problemas en mezclar a quienes han sido grandes antagonistas. Con una cierta lectura revisionista al principio corrida un poco a la izquierda y últimamente girando a la derecha.

(…) Creo que hay que pensar críticamente en Peña el ángulo desde donde interpreta la historia nacional. Una muestra está en el capítulo sobre Sarmiento y Alberdi, donde plantea que en 1957 Argentina sigue estando por detrás de la idea de construirse como una nación moderna, como habían buscado los hombres lúcidos de la burguesía, pero que fueron incomprendidos por la oligarquía. (…) Aquí hay nudo para discutir sobre Peña, que explica por qué quizás uno de sus principales discípulos como es Schvarzer, luego puede deslizarse sin una ruptura formal con Peña, hacia una visión industrialista de la historia argentina. Peña plantea la incapacidad de la burguesía argentina para llevar adelante una revolución industrial y este es uno de los elementos importantes del texto, él liga la idea de revolución industrial a la de revolución social. Dice que la burguesía no puede llevar adelante revoluciones industriales y donde si las hubo fue en los países donde la burguesía fue expropiada, y da los ejemplos de Argentina y de China donde una revolución social es necesaria para llevar adelante una revolución industrial.

Creo que este es un límite de las polémicas de la época, dónde se discutía hasta donde Argentina estaba industrializada o no, pero desde el punto de vista de la meta proletaria la industrialización no es un fin en sí mismo y, más aún, la medida de esto lejos está de ser el Estado Nacional.
Porque, a diferencia de las revoluciones burguesas, la revolución proletaria, y pensando la lógica de la revolución permanente, no acaba con la conquista del poder de los trabajadores y las transformaciones internas que puede hacer cualquier gobierno de los trabajadores, está condicionadas por múltiples elementos. Es decir, no necesariamente una revolución en la frontera nacional, aún en Argentina, podría llevar adelante una revolución industrial interna, sino la extensión de la revolución y quizás la ligazón entre las economías, una Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina.

Entonces creo que hay que pensar esta idea en Peña, donde dentro de un concepto muy ilustrador como dice que es una semi industrialización, para mostrar los límites de la industrialización del peronismo, hay una concepción que creo debe ser discutida porque nos puede llevar a una visión de una Argentina completamente socialista, industrializada.
(…) Peña era un entusiasta defensor del entrismo, escribe un artículo mostrando su visión sobre el proceso revolucionario en Argentina, donde dice que alrededor de la demanda de la vuelta de Perón por la cual se movilizan y organizan los obreros argentinos y protagonizan la resistencia, los obreros se armarán y llegarán a la conquista del poder, entonces hay que estar ahí. Esta percepción es limitada en relación a la perspectiva de la Revolución Permanente y el Programa de Transición. Y es la visión objetivista criticada en el morenismo, que plantea que la fuerza de la lucha de las masas las va a llevar a ir más allá de los límites que pone la burguesía, pudiendo superarla por la dinámica propia de la movilización de las masas, y es en esa dinámica que se hace la revolución. Peña plantea esto entre el 56 y el 59, en el momento de ascenso de la resistencia y enorme lucha de clases en Argentina. Uno de los grandes momentos de la lucha obrera en Argentina, donde la burguesía golpista comete un error, del cual sacara sus conclusiones en el 76, que fue liquidar la cúpula burocrática de los sindicatos, permitiendo un nuevo activismo obrero, dentro del cual los trotskistas tienen el enorme merito de haber intentado entrar, partiendo de que tenían que ir en contra de la estigmatización, dado por la actitud gorila del Partido Comunista en el golpe. Esa visión objetivista después tiene su precio, al no haber educado y formado en el marxismo, cuando el activismo cae y queda la corriente con una debilidad muy fuerte, esto le pasó al morenismo en ese momento. (…) En este sentido, en ese activismo obrero Peña había depositado sus expectativas, que luego se ven defraudadas políticamente. No creo que sea una hipótesis forzada, decir que en su tragedia personal, hay en parte una gran desilusión política.

(…) Por último, quiero insistir con la importancia de la apropiación de este texto y de la tarea que deja abierta. (…) La visión más profunda de la historia Argentina la han hecho los trotskistas, al igual que en numerosos países de América Latina. Y esto es así porque hay una mirada teórica desde donde la teoría del desarrollo desigual y combinado y la visión de la revolución permanente, permiten una interpretación superadora contra esa visión esquemática y lineal del desarrollo de la historia, como tienen los historiadores estalinistas y los de las clases dominantes.


Peña y el peronismo

Ch. Castillo: (…) Leer hoy a Peña es un ataque al populismo en toda la regla. Por ejemplo en el análisis que hace del peronismo, Peña dice en una nota al pie “La Argentina es el país del “como sí”. Durante muchos años lució como si fuera un país moderno en continuo avance, pero en realidad iba quedando cada vez más atrasado respecto a las naciones industriales, luego, desde 1940 hasta 1956, pareció como si la población toda se tornase cada vez más próspera, pero en realidad el país se descapitalizaba velozmente día tras día, y mientras se iba quedando sin medios de producción se atiborraba de heladeras, de telas y de pizzerias. Precisamente, el peronismo fue en todo y por todo el gobierno del “como sí”. Un gobierno conservador que aparecía como si fuera revolucionario; una política de estancamiento que hacía como si fuera a industrializar el país; una política de esencial sumisión al capital extranjero que se presentaba como si fuera a independizar a la Nación, y así hasta el infinito.

(…) Al leer esta cita surge que el kirchnerismo es el gobierno del “como sí”, degradado. Porque no puede tener ninguno de los puntos que señala Peña sobre el legado de diez años del primer peronismo. Veamos. Retroceso de la participación de los asalariados en la renta nacional, continuidad del trabajo precario en un 35%, el pago de la deuda externa como nunca en la historia. Y uno podría decir: el gobierno que hizo como si tuviera una política independiente en la deuda externa cuando le pagó como nunca al FMI; el gobierno que hizo como si representara los intereses de los trabajadores cuando los empresarios se la llevaban en pala; el gobierno que hizo como si industrializara, mientras mantenía una estructura primarizada de la producción industrial. Entonces quizás entre los que se empiezan a desencantar del kirchnerismo, cuando se ilusionaron en algún momento, leen a Peña y dicen “el gobierno del como si”. Quizás sea un puente intelectual que a pesar suyo tiendan Feinmann u Horacio González hacia los que sean sinceros. No obviamente los funcionarios corruptos. (…) La hipocresía del kirchnerismo en su discurso como representantes populares, viviendo en Puerto Madero. Leyendo a Peña se muestra esta especie de parodia que el kirchnerismo es entre el relato y la realidad de la mirada.

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