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NACIONAL

De Verbitsky a Barone

El 15 de julio de 2012, Horacio Verbitsky escribió una apostilla conmovedora.

Hernán Aragón

19 de julio 2012

El 15 de julio de 2012, Horacio Verbitsky escribió una apostilla conmovedora. El escriba parece haber encontrado en la frase de F. Engels (ver acá) esa “cosa” ilimitada que existió primero y de la que nacieron la Luz y el Cosmos, que los antiguos griegos llamaron el Tártaro. Los peronistas siempre fueron apegados a la mitología, como la que cuenta que Perón creó a los sindicatos. Pero en este caso, queriendo iluminar más de lo debido, el periodista descendió a las oscuras profundidades del absurdo kirchnerista.

Para justificar la política oficial de enfrentar a los sectores en blanco con los precarios, Verbitsky recurre a un supuesto Engels “anti sindical”. Pero en la cita mencionada, Engels no reniega de los sindicatos (el marxismo siempre los entendió como medios y no como fines en sí mismos) sino que emprende una crítica política contra las tendencias reformistas, es decir el sindicalismo y al parlamentarismo obrero, que en el plano ideológico se adaptaban a la idea de progreso burgués y en el político dejaban sin representación a una amplia franja de la clase obrera: los sectores más bajos que no tenían derecho al voto y no contaban con organización sindical.

Ya en el Manifiesto Comunista, Marx y Engels decían que los comunistas se distinguen siempre por reivindicar “los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto”. Ese objetivo superior es encaminar al conjunto de la clase obrera a la destrucción del sistema capitalista. El objetivo “superior” del kirchnerismo es profundizar la fragmentación de la clase obrera. No por nada, a fines de 2011 más de la mitad de la fuerza laboral (53,6%) atraviesa alguna modalidad precaria. Y para sustentar la cruzada, Verbitsky cita a Engels para hablar de una supuesta “aristocracia obrera” que se abre paso pisando las cabezas de los más precarios.
La aristocracia obrera es un fenómeno de los países imperialistas.

Desarrollando una idea esbozada por Marx y Engels, Lenin plantea que “La obtención de elevadas ganancias monopolistas por los capitalistas de una de tantas ramas de la industria, de uno de tantos países, etc., les brinda la posibilidad económica de sobornar a ciertos sectores obreros, y, temporalmente, a una minoría bastante considerable de estos últimos, atrayéndolos al lado de la burguesía de dicha rama o de dicha nación, contra todos los demás. El acentuado antagonismo de las naciones imperialistas en torno al reparto del mundo ahonda esa tendencia”. (V. I. Lenin, El imperialismo y la escisión del socialismo).

Sólo personas muy imaginativas pueden comparar a un camionero de un país semicolonial (al que encima le descuentan el impuesto al salario) con un obrero calificado de un país imperialista.

En la escala de valores verbitskiana un trabajador del sindicato de Moyano representa a esa aristocracia obrera. En cambio, un funcionario de “La Cámpora” seguramente representa a la juventud portadora del estandarte de la liberación nacional. En definitiva hay aristócratas y aristócratas, como también, hay periodistas y periodistas. Con ocurrencias como éstas, Verbitsky desciende al Tártaro de la pobreza intelectual donde reían los Barone, las Sandra Russo y compañía.

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