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Curso: “Historia y Actualidad de la Revolución Rusa” en el IPS “Karl Marx”

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18 de octubre 2007

EL VIERNES pasado realizamos la 2° clase del curso dedicada a los comienzos de la revolución de 1917 y a analizar la relación entre las acciones espontáneas de las masas, sus nuevos organismos (principalmente los soviets) y la política del partido bolchevique.
Nuestro punto de partida fue explicar cómo el panorama internacional signado por la primera guerra mundial generó la revolución rusa, acelerando la descomposición del zarismo y la experiencia de las masas. Estas características convulsivas de la guerra, le dieron su tono a la revolución de Febrero, en la que las masas protagonizaron movilizaciones independientes, se unieron a los soldados y mediante la huelga insurreccional derrocaron al zarismo. Sin embargo, por carecer aún de una preparación previa (organizaciones propias y dirección política) no se hicieron directamente del poder, dejando planteado un profundo problema y dando lugar a una situación inestable de “doble poder” entre los soviets y el gobierno provisional de conciliación de clases.
Estos acontecimientos también demostraban que no bastaba con que las masas protagonizaran acciones revolucionarias para hacer la revolución.
Obviamente sin estas acciones no hay ninguna revolución, más aún Trotsky consideraba que: “Cada paso que la revolución daba al frente tenía su origen en las masas o es impuesto por la intervención directa de las mismas, completamente inesperada, en la mayoría de los casos (…). En los momentos críticos, las masas intervienen siempre de un modo ‘espontáneo’. En otros términos obran bajo el influjo de las consecuencias que ellas mismas, ayudadas por sus jefes aún no sancionados oficialmente, sacan de la experiencia política. Al asimilar estos o aquellos elementos de agitación, las masas traducen por propia iniciativa sus conclusiones al lenguaje de la acción…”.
En la revolución de febrero los bolcheviques y los obreros avanzados “acaudillan” (“ayudando”) las acciones caóticas de las masas obreras, pero no logran dirigir la revolución.
Con el surgimiento de los Soviets y otras expresiones de autoorganización de las masas, éstas luchan por una salida propia, pero todavía son preponderantes las direcciones reformistas y conciliadoras.
El partido bolchevique de Lenin y Trotsky batalla por conquistar la preponderancia entre la clase obrera “explicando pacientemente” la necesidad de que sean los soviets los que se hagan de “todo el poder”.
Trotsky evaluará que: “Hasta Octubre, el partido no conseguirá acompasar definitivamente su paso al de las masas, pero ya no es para ponerse a la cabeza de ellas en una manifestación, sino para acaudillarlas en la revolución y llevarlas al poder”. Todo este itinerario puede ser leído a partir de la siguiente reflexión de¡Trotsky: “...no hay ninguna clase histórica que pase de la situación de subordinada a la de dominadora súbitamente, de la noche a la mañana, aunque esta noche sea la de la revolución. Es necesario que ya en la víspera ocupe una situación de extraordinaria independencia con respecto a la clase oficialmente dominante; más aún, es preciso que en ella se concentren las esperanzas de las clases y de las capas intermedias, descontentas con lo existente, pero incapaces de desempeñar un papel propio...”.
A partir de los propios hechos de la revolución fuimos dando cuenta de cómo la clase obrera, los soldados y los campesinos avanzaban en su autoorganización independiente y cómo los soviets se volvían la referencia principal para la lucha por la liberación social. Pero la clase obrera no podía recorrer este camino lleno de escollos sin conquistar su independencia política a través de un partido revolucionario.
Así pudimos ver a través de la experiencia de la revolución rusa que una clase deja de ser subordinada al conquistar sus propias organizaciones, si dota a éstas de una política independiente irreconciliable con el Estado y las clases dominantes, que para ello necesita un partido propio, y éste debe proponer una política hegemónica ante todas las demás clases oprimidas y luchar en el seno de los soviets por el poder. Si realiza toda esta preparación con decisión, y, cuando la situación es propicia, decide insurreccionarse y tomar el poder, entonces una clase deja de ser “subordinada” y pasa a ser “dominante”. La primera vez que una clase que lo desposeía todo pudo llegar al poder fue en la revolución rusa y por eso seguirá siendo una inspiración permanente para todos los socialistas revolucionarios.

Prensa

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