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ECONOMIA

Cuatro años de Kirchner y de superganancias empresarias

Con la llegada de Cristina Kirchner continuará el esquema económico establecido por la devaluación: dólar alto y salarios bajos, con la ayuda de los altos precios de los productos que exporta el país.

6 de diciembre 2007

Con la llegada de Cristina Kirchner continuará el esquema económico establecido por la devaluación: dólar alto y salarios bajos, con la ayuda de los altos precios de los productos que exporta el país. Por eso, también continuará la defensa de las ganancias para las grandes empresas, sobre todo de la industria. Estas han alcanzado niveles récord desde la devaluación. Si se llevaban un promedio del 42,2% del PBI entre 1993 y 2001, este porcentaje aumentó al 50% desde 2002 hasta 20061. La mitad de lo producido en el país, va a parar a los bolsillos de unos pocos empresarios. Pero esto no es todo. Con el gran crecimiento de la producción de los últimos años, la torta es mucho más grande. Por eso, las empresas embolsan, en números, mucho más que en los ‘90. Solamente las 500 más grandes se vienen llevando ganancias anuales de más de $35.000 millones.

4 años de salarios devaluados

La contracara del aumento de las ganancias es la caída de lo que se llevan los trabajadores. Sólo los trabajadores privados en blanco están mejor que en el 2001. Pero estamos comparando 2007, el quinto año seguido de crecimiento a tasas “chinas”, con el peor momento de una recesión de 3 años. Si comparamos con fines de 1997, antes del comienzo de la crisis, todos los sectores de la clase trabajadora tienen salarios reales inferiores. Un trabajo del CENDA2 muestra que si tomamos la situación del conjunto de los trabajadores la situación es peor que en los ‘90 tanto en salarios como en calidad de empleo. Aunque se crearon 3 millones de nuevos puestos de trabajo, aumentó la proporción de empleos bajo condiciones precarias. Con los salarios y las condiciones laborales pasa lo mismo que con la pobreza: luego de la recesión, el crecimiento económico permite algunas mejoras pero que están por detrás de la situación precedente. Los que se benefician, por supuesto, son los capitalistas.
De la mano del empleo precario, aumentó la tasa de explotación. Para llevarse un salario igual o menor al de antes de la devaluación, se impone a los trabajadores un aumento de las horas trabajadas y de la intensidad del trabajo. Entre el 2002 y 2006 los puestos de trabajo aumentaron un 32,2% a la vez que las horas trabajadas totales se incrementaban un 34%3. Esto muestra un aumento de las horas trabajadas por obrero.

Un avance en la extranjerización

Aunque la economía crece y ofrece grandes ganancias, avanza la venta de empresas nacionales al capital extranjero. Hoy, el 72% de las 500 empresas más grandes es extranjero. Por eso, muchos ingresos generados en el país se transfieren al exterior. Esto viene impactando fuerte en toda Sudamérica. Las remesas de utilidades de filiales de empresas extrajeras a sus casas matrices, que promediaron un 0.6 para toda la región durante 1991 y 2000, han saltado al 2,7%4.

La inflación y revaluación del peso

Desde 2005 a esta parte se da un aumento sostenido del nivel de precios. Este se da por:

 la suba de los precios de los productos que el país exporta, lo que impacta en los bienes de consumo. También han subido los precios del petróleo, en base a los cuales las petroleras fijan los precios del combustible, aunque los costos de producción internos no varíen, haciendo un negocio redondo;

 los sectores prestadores de servicios y de bienes no exportables que vieron caer sus márgenes de ganancia al momento de la devaluación, vienen aumentando sus precios desde 2004 con el fuerte crecimiento;

 el intento de las grandes empresas de mantener sus márgenes, frente al aumento de los salarios y de los costos, por los dos puntos anteriores.

Pero para que la rentabilidad conseguida con los aumentos de precios no se vea amenazada, los capitalistas aspiran a limitar lo más posible la recomposición salarial. Hasta el momento lo han logrado. Este año, la burocracia sindical limitó sus reclamos salariales, cumpliendo el deseo de Kirchner. Gracias a esto, los aumentos salariales no superaron el 19% en casi ningún sector.
Pero los precios siguen subiendo, mucho más de lo que muestra el INDEC. Los pronósticos inflacionarios rondan el 15/20% para todo el año. Con estos niveles, los aumentos salariales de este año sólo habrán servido para que los trabajadores vuelvan a estar como al principio. Esto es algo que el gobierno tapa con los índices retoKados. Como ya hemos denunciado en LVO, por cada punto de inflación que el gobierno oculta, le esconde al conjunto de los trabajadores que sus salarios se desvalorizaron millones de pesos. Así, los índices retokados, son un robo oculto al salario, que se suma al de la inflación reconocida.
Por último, los mayores precios tienden a revaluar el peso. Aunque hoy el dólar siga a $ 3, compra en Argentina menos que en el 2002, aunque mucho más que en el “1 a 1”.

Las retenciones a las exportaciones

Muchos remarcan el rol de las retenciones para evitar el impacto de los precios internacionales sobre el bolsillo de los trabajadores. Pero si este fuera el objetivo, deberíamos decir que fracasaron. Incluso con los aumentos recientes, apenas contienen una parte del aumento de precios. Un gran industrial comentaba en el coloquio de IDEA: “Ahora con las retenciones, consigo trigo a US$ 175. Pero en enero lo pagaba 110”5. Si este empresario, con capacidad de presionar a sus proveedores, no puede evitar este aumento de costos, peor estamos los millones de trabajadores que no podemos negociar nada en las góndolas de los comercios. Y por otra parte, seguro este empresario trasladará sus mayores costos a los precios.
Las retenciones a los combustibles, no sólo no han detenido los incrementos de sus precios, sino que estos siguen creciendo. Tampoco afectan las ganancias empresarias. Como señala el Nuevo Proyecto Energético Latinoamericano ni “la instrumentación de las retenciones a las exportaciones, ni sus posteriores incrementos de acuerdo a los aumentos del crudo internacional, provocaron la más mínima modificación de las altísimas ganancias de las compañías”.6
Las retenciones tienen otra finalidad muy distinta. Generan recursos que subsidian a las grandes empresas industriales. Además, otra parte puede destinarse a compensaciones a otros sectores, como con la crisis energética.

Redistribución... para favorecer a los capitalistas

La suba de precios amenaza las ganancias. Para ir compensando y sostener la rentabilidad empresaria, el gobierno fue implementando todo tipo de subsidios para mantener la situación de los grandes industriales. Subsidios a la inversión (que rondan los $1.000 millones anuales), para algunos insumos, como el combustible, exenciones impositivas. Acompañados de los acuerdos y precios para contener las subas de precios.

De esta forma, con “subsidios cruzados”7 se viene cumpliendo el objetivo de que sea la industria y los grandes exportadores (incluso los afectados por las retenciones) los que sigan ganando, aunque el peso se esté revaluando. El gobierno, todo indica, buscará continuar con esta vía. Claro que si como todo anuncia, se intentará algún entendimiento con el FMI, una exigencia central será desarmar esta maraña. Por eso, cobra mayor peso la discusión de un Banco de Desarrollo, para dar mayor prolijidad a la “redistribución” en beneficio de los empresarios.

Avanzar en la normalización capitalista

Como vemos, continúa el esquema armado para defender las ganancias patronales. También buscarán cerrar las cuentas pendientes que exigen los empresarios. Estas pueden resumirse en los puntos que plantearon en el coloquio de IDEA hace unas semanas:

 Aumentar las tarifas de las privatizadas, lo que ya comenzó con el anunciado aumento de tarifas de transporte. Y seguirá con los servicios públicos privatizados.

 Limitar los aumentos del gasto público, que vino creciendo a lo largo de este año. Aunque con las retenciones aumentaron los recursos, probablemente se vengan podas de algunas partidas presupuestarias. Con el aumento del costo de la deuda pública por las turbulencias financieras, esto se hará más agudo.

 Negociar la deuda en default con el club de París. Esto implicará necesariamente un acuerdo con el FMI. El organismo exigirá limitar los subsidios y liberar los precios y tarifas. Y probablemente, esto vendrá acompañado de la exigencia de negociar con los deudores que quedaron afuera de la renegociación de 2005. En suma, es un aumento de la deuda de más de U$S 30.000 millones de dólares, para cumplir con los reclamos de las grandes multinacionales.

 Por último, cumplidos los servicios de ocultar el masivo robo al salario, ahora los empresarios exigen una normalización del INDEC. Se entiende. Sin credibilidad, no tendrán herramientas para limitar las aspiraciones de aumento salarial. Con el nuevo índice que lanzaron pretenden recuperarla. Pero con un detalle: este índice no podrá compararse con el que venía midiendo la inflación hasta noviembre. Es decir, que la inflación que ocultaron durante todo este año, seguirá sin reconocerse. Y a futuro, le darán menor incidencia a los sectores que se espera que suban más, como los servicios. De esta forma, la búsqueda de normalizar el índice de precios, tiene el objetivo de mantener lo conquistado, y tapar más prolijamente futuros aumentos de precios.

Como vemos, lo que se puede esperar en esta nueva etapa es una política más desembozadamente pro empresaria, cumpliendo con las exigencias internacionales, y buscando poner un techo más fuerte a los reclamos salariales. Una agenda completamente opuesta a las aspiraciones de los trabajadores y sectores populares.

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