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Argentina: La clase dominante ante el abismo

Crisis de poder burgués y crisis de dirección obrera

9 de noviembre 2001

La "reestructuración de la deuda externa" es el lema que usaron tanto Duhalde como Alfonsín en las pasadas elecciones. Esto fue tomado efectivamente por Domingo Felipe Cavallo que les quitó la bandera porque el fracaso del Déficit Cero con la espectacular caída de la recaudación, disparó el "riesgo país". Es decir: la amenaza de una fuga masiva de depósitos de los bancos que traería aparejada la devaluación del peso.
Ante el abismo, Cavallo le propone a los tenedores de bonos, bancos y AFJP "cambiar la alta rentabilidad" (que él mismo les prometió con el Megacanje de bonos de deuda "a tasas onerosas" de más del 15%) "por la seguridad" de cobrar un nuevo bono al 7%. Esto es un reconocimiento de una cesación de pagos del país que Cavallo intenta que sea "ordenada".
Pero no hay orden en el país porque hay una profunda crisis del régimen capitalista. Las provincias ya están en cesación de pagos, donde son comunes los atrasos salariales y del pago a los proveedores del Estado. La emisión de 1.300 millones de una "nueva moneda", los Lecop, una especie de patacones nacionales, es la salida que tienen ante el default interno.
La economía real ya está en depresión. No sólo ha bajado la producción, como sucede desde los últimos tres años de recesión que lleva a que el aparato productivo funcione utilizando una parte decreciente de su capacidad instalada, sino que se tiende a generalizar la liquidación lisa y llana de fuerzas productivas con los cierres y quiebras de empresas.
Como alternativa a Cavallo, la política de los "gurkas de mercado", al estilo López Murphy, y de sectores de la banca extranjera es la de un nuevo saque a los estatales con la "reforma del estado", dejar que se hundan las empresas "inviables" y haya una nueva reconcentración de capital después que la crisis toque fondo.
Pero "la clase política" quiere huir de esa perspectiva. De un lado, porque temen a una respuesta de las masas que, a pesar de la tregua sindical, pueden irrumpir hastiadas de mayores sufrimientos porque con la ruptura de la cadena de pagos, lo que ya está indicando el quiebre de empresas se haría generalizado multiplicando la desocupación al doble, y se produciría el hundimiento de los salarios. Pero, por otro lado, la cesación de pagos "desordenada", sin el salvataje de empresas que intenta Cavallo, liquidaría también a amplios sectores patronales. Esto terminaría de mandar, de un empujón, a la tumba a De la Rúa y adelantaría el gobierno del PJ.
¿Están Ruckauf y los gobernadores del PJ dándole a De la Rúa el empujón final? O como dice hoy el periodista de La Nación, Morales Solá: "¿ acaso algunos dirigentes peronistas comienzan a percibir cierto olor a sangre en el poder, como los buitres que huelen a gran distancia la carroña de un cuerpo a punto de descomponerse?". Nada mal la definición del gobierno, tratándose del diario oficial. Pero el peronismo no está cómodo con esa posibilidad ya que, a su vez, se deberían apurar ellos mismos en dirimir la interna entre Ruckauf, De la Sota, Reutemman y Duhalde. Por ello tratan, aún jugando en el límite, de acordar con Cavallo los montos de la coparticipación y que Cavallo no entregue toda la recaudación del estado como garantía de la deuda, y les tire unas migajas.
En esta crisis de toda la clase dominante y su régimen de dominio, Cavallo junto a la camarilla delarruísta busca su última chance proponiéndose como el hombre que, por encima de las divisiones de los de arriba, quiere salvar el conjunto de los negocios del país burgués que se dislocarían con el default. Pero es justamente esto lo que vino a hacer desde que asumió en marzo, y ya no tiene fuerza política para cumplir la tarea.

Crisis de poder burguéws y crisis de dirección obrera

Cierta izquierda se hace gárgaras con "la crisis de poder" en la Argentina. Izquierda Unida para sostener el oportunismo ridículo de que se puede "crear otro poder" juntando el millón y medio de votos de la izquierda, con los del ARI y la centroizquierda para presentar un frente amplio electoral que saque más diputados si se adelantan las elecciones del 2003. Para el PCR-CCC de la crisis se sale con "otro gobierno y otra política" que cada vez se parece más a Duhalde. Por su parte el Partido Obrero la resuelve con el llamado a una Asamblea Constituyente como un curalotodo, y que sea indolora para el régimen capitalista, como si se pudiera pasar desde el actual derrumbe a ese nuevo estado de cosas sin mediar una irrupción revolucionaria de los trabajadores y el pueblo.
Todos se saltan el problema de los problemas, la dirección de las masas trabajadoras, nada menos: el peronismo y la burocracia sindical. Como señalamos desde el PTS en el balance de las elecciones, contra el resto de los análisis de la izquierda, el PJ intenta resurgir como "el partido de la contención" (La Verdad Obrera Nro.91, 23/10) .
Para mirar la crisis actual, es necesario pensar en la del 89 donde también hubo una "crisis de poder" donde Alfonsín cayó. Pero subió Menem. Cierto es, que no hay un Menem en el peronismo fragmentado de hoy. Por eso aquel peronismo prescindió relativamente de la cúpula sindical para llegar al poder, y éste PJ la necesita más que nunca para contener las tendencias a la irrupción de la clase trabajadora como factor independiente. La burocracia sindical de las CGTs a lo sumo se anima a llamar una marcha sin paro, como lo hará Moyano el 20, o la CTA una consulta popular, pero son quienes evitan que los trabajadores den una respuesta general mediante un plan de lucha unificado en medio de esta cesación de pagos contra los trabajadores. Es en este punto donde la crisis de poder burgués no termina de abrir una crisis revolucionaria, en la que asomen los gérmenes de poder obrero. Por ello unir fuerzas para apoyar las luchas actuales y romper la tregua no es un problema de gremialismo reinvindiacativo ni sindical, sino completamente político. Porque es la burocracia la que bloquea el camino de la huelga general con piquetes que se necesita para echar a Cavallo y De la Rúa, y abrir una situación donde los trabajadores empecemos a imponer las condiciones, como el llamado a una Asamblea Constituyente verdaderamente libre y soberana, que rompa las maniobras como el adelantamiento de las elecciones del 2003, o los pactos y gobiernos de unidad nacional entre los partidos del régimen capitalista.
Para cualquier desenlace que tenga la crisis de los de arriba, con default abierto o con el nuevo plan Cavallo: sólo de la acción directa de los explotados, de la ocupación de fábricas, lugares de trabajo, cortes de ruta y movilización en las calles, con nuevas organizaciones de lucha o recuperando otras poniendo al frente nuevos dirigentes, puede emerger un contrapoder obrero y popular, que plantee una salida de los de abajo. Por eso nuestra propuesta a la izquierda y los luchadores de unirnos para ponerse al servicio de las luchas que pueden adelantar esa tendencia.

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