Ante la incipiente crisis en la rama automotriz y del acero, las grandes empresas han empezado con adelantamiento de vacaciones, cierre temporario de sus plantas, suspensiones masivas y despidos de contratados (e incluso de efectivos). Esa es la realidad que se vive en Córdoba (Renault, Iveco, Volkswagen y Ferrosider). También en General Motors de Rosario o Peugeot de Caseros. O en las metalúrgicas como Acindar, SIAT, Emfer y Visteon. Quieren descargar la crisis capitalista sobre los hombros de los trabajadores. No podemos permitirlo. En algunos casos los trabajadores logran imponer a sus dirigentes y a los sindicatos medidas de resistencia ante estos ataques. Tenemos que extender y profundizar estos ejemplos, y exigir desde las asambleas y las organizaciones obreras combativas que los sindicatos de la CGT y la CTA se pongan a la cabeza de un plan de lucha nacional. Para prohibir los despidos, conquistar un aumento salarial de emergencia y acabar con la precarización laboral. Para imponer el control obrero ante el lock-out patronal, los cierres o despidos masivos.
En las páginas de este periódico reflejamos algunos de esos conflictos, y los primeros pasos de las organizaciones obreras combativas en contra del chantaje de los empresarios.