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Internacional

SE IMPUSO EL "CANDIDATO DE LA OEA"

Continúa la farsa electoral en Haití

Con el retiro de la candidatura del yerno del presidente, Jude Celestin, se intenta reencauzar el proceso electoral haitiano, tras una primera vuelta electoral de escasísima legitimidad.

Isabel Infanta

27 de enero 2011

Con el retiro de la candidatura del yerno del presidente, Jude Celestin, se intenta reencauzar el proceso electoral haitiano, tras una primera vuelta electoral de escasísima legitimidad.

La convocatoria a elecciones realizada por el presidente René Preval estuvo desde un principio marcada por la proscripción a más de una decena de partidos políticos, especialmente de Familia Lavalas, del derrocado ex presidente Jean-Bertrand Aristide. Además de las proscripciones, las elecciones se realizaron en un escenario post terremoto donde no hubo esfuerzos significativos de parte del gobierno para garantizar el voto a la población que perdió, entre tantas cosas, su identificación ciudadana. Estimaciones indican una participación inferior al 30% de los votantes registrados, lo que muestra también que hubo una fuerte abstención.

En este marco de ilegitimidad, proscripciones antidemocráticas y maniobras de fraude se realizaron las elecciones el 28 de noviembre pasado. Los resultados preliminares informados por el Consejo Electoral Provisional (CEP) ubicaron en el primer lugar a la ex primera dama, Mirlande Manigat, con un 31,37% de los votos, en el segundo a Celestin con 22,48%, y en el tercer lugar a Michel Martelly, con 21,84%. La manipulación oficialista generó fuerte rechazo y demandas de anulación, desnudando la farsa electoral y abriendo una crisis política que deja al descubierto la injerencia de la OEA y de la ocupación militar en la política del país. La OEA elaboró un informe donde considera que el segundo lugar corresponde a Michel Martelly, frente a lo que el oficialismo terminó declinando la candidatura de Celestin, como parte de la búsqueda de una solución política.

El retorno del sanguinario Baby Doc

En este marco, se produjo el regreso “sorpresivo” del ex dictador Jean-Claude Duvalier a Haití dejó atónitos a muchos analistas. Tras 25 años de exilio en Francia, Baby Doc volvió el mismo día de la suspendida segunda vuelta electoral. Recibido efusivamente por sus antiguos colaboradores, fue retenido e interrogado pero la posibilidad de que sea juzgado por los crímenes que cometió durante su gobierno de facto por ahora no excede los discursos. Aunque todavía no son claros los motivos de su regreso, está claro que quiere jugar un rol activo en este momento de crisis política. Poco después de su llegada, el nuevo candidato a la segunda vuelta Michel Martelly, declaró que pondría como su asesor de gobierno a Baby Doc.

La “democracia” haitiana

La crisis electoral en proceso no es más que una expresión de la absoluta ilegitimidad del remedo de democracia encabezada por sectores que han avalado el golpe y la ocupación militar extranjera. El gobierno de Preval, presentado como el primer gobierno “democrático” en terminar su mandato sin intervención militar, recibió el poder de manos del gobierno provisional instalado en 2004 tras el derrocamiento del presidente Jean-Bertrand Aristide por el imperialismo norteamericano. Con la cobertura de Naciones Unidas y la inestimable participación militar de los gobiernos “progresistas” latinoamericanos (Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay, Chile entre otros), que integran la MINUSTAH el imperialismo apostó a una política de ocupación militar bajo máscara “democrática” y “humanitaria”. El imperialismo norteamericano aprovechó el terremoto de hace un año para intervenir directamente desembarcando miles de “marines” y asumiendo un rol más protagónico en la ocupación.

Esta operación que ya lleva más de 6 años tenía por objetivo recomponer lo que el imperialismo denominaba un “Estado fallido”, es decir un estado en franca descomposición, claro que sin reconocer que esto era secuela de una situación de expoliación semicolonial terrible, sobre todo por parte de Francia y EE.UU., que sostuvieron por décadas a la sanguinaria dictadura de los Duvalier (Papa Doc y Baby Doc).

Con la ocupación, se proponían reconstruir un régimen “viable”, aplastar cualquier iniciativa de las masas haitianas para mejorar sus condiciones de vida y estabilizar Haití como bastión de la injerencia norteamericana en el Caribe. El imperialismo y sus gendarmes progresistas no han logrado consumar estos objetivos tras varios años de ocupación, pero sí se ha agravado la situación de miseria y opresión del pueblo haitiano bajo el régimen de Preval y la tutela de los ocupantes, que han reprimido duramente las protestas populares y son cada vez más rechazados por sectores de la población. La situación se ha agravado con las secuelas del terremoto de hace un año y la epidemia de cólera, pero los argumentos de ayuda humanitaria no pueden ocultar el papel absolutamente reaccionario y opresor de la presencia militar extranjera y de la abierta intervención imperialista.

¡Fuera la Minustah de Haití!

Denunciamos el fraudulento proceso electoral, del que sólo podrá salir un gobierno manipulado por el imperialismo y “supervisado” por las fuerzas de ocupación. Llamamos a apoyar a la resistencia del pueblo haitiano y sus aspiraciones a decidir su destino sin tutela imperialista, así como a alentar las expresiones de las masas por actuar en forma independiente.

El liderazgo de los gobiernos “progresistas” en la ocupación militar demuestra su funcionalidad a los intereses norteamericanos. Es un deber de los trabajadores solidarios con sus hermanos de clase en Haití denunciar este rol y combatirlo enérgicamente. ¡Fuera la Minustah de Haití!

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