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Notas de Tapa

Con la sangre caliente, pero la cabeza fría

Uno vive en un país tan democrático y es libre de expresarse como quiera. Claro que sobran ejemplos que podrían contradecir esta “obvia” afirmación porque este manto democrático que nos envuelve, se desvanece cuando cruzamos los portones de las fábricas.

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31 de marzo 2011

Uno vive en un país tan democrático y es libre de expresarse como quiera. Claro que sobran ejemplos que podrían contradecir esta “obvia” afirmación porque este manto democrático que nos envuelve, se desvanece cuando cruzamos los portones de las fábricas.

Así como los empresarios se sienten socios en la potestad de la patria, se sienten deidades en su propio terruño. Los derechos bien pueden esperar afuera mientras usted es gobernado por una cadena invisible llamada libertad de explotación.

En suelo fabril hay palabras que es bueno no decir. Ideas difíciles de compartir. Conversaciones que es mejor no tener. Amistades que es mejor no admitir.

Sin embargo hay gente que aun no vivió lo suficiente para entender esta verdad elemental. Piensan que siguen estando en suelo libre y actúan como si así fuese. Buenos amigos – aclaro – que bien podrían haber hecho voto de silencio en el ‘76, pero en la actualidad creen que la libertad de expresión los acompaña hasta sus puestos de trabajo.

Es dura la pared con que se chocan a veces. Algunos retroceden como un boxeador golpeado por sorpresa en una pelea que daba por ganada. Otros insisten en volar como una mosca que rebota contra el vidrio.
Sea cual sea el camino se aprende que el silencio – aunque insalubre – es por momentos necesario.

Un amotinado consecuente olvidó este consejo y para su mala suerte fue descubierto. Vamos pensando que podríamos hacer para defenderlo. Quizás la misma confianza democrática que confundió a este Quijote pueda producir espanto en quienes deben defenderlo y esto ayude a traerlo de vuelta con nosotros.

El telegrama que le llega, le avisa de su despido sin causa. Así la empresa prefiere largar unos mangos más con tal de esconder la obviedad de que existe persecución política. Poner en la mira un activista, dejarlo fuera, son simples decisiones políticas de una compañía.

Por suerte hay amigos que saben sobre qué libertad gozar en cada momento. Saben que más valioso que plantarse es ganar. Practican el equilibrio entre las posibilidades y los peligros. Sólo se dejarían devorar para reventarle las tripas al sistema. Algún que otro error se comete y hay que estar atentos, pero nos alivia saber que nunca se libran de nosotros por más que se sacudan y sacudan. Y ante tal sacudida, vamos aprendiendo y mejorando. Así y todo, los necios (y usted decide quiénes son) seguirán intentando.

Del blog: unmaldiaparadejardefumar.blogspot.com

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