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¿Cómo defendernos de la inflación?

La persistente suba de precios reduce mes a mes el poder adquisitivo de los trabajadores y el pueblo pobre. Los aumentos anuales (en su mayoría en cuotas), que la burocracia pacta en las paritarias son devorados ante “el reacomodamiento de los precios”.

Armando Mouzo

18 de noviembre 2010

¿Cómo defendernos de la inflación?

La persistente suba de precios reduce mes a mes el poder adquisitivo de los trabajadores y el pueblo pobre. Los aumentos anuales (en su mayoría en cuotas), que la burocracia pacta en las paritarias son devorados ante “el reacomodamiento de los precios”. La situación es más angustiante si se tiene en cuenta que de 15.281.000 personas ocupadas (11.600.000 son asalariados y de estos 4.240.000 están en negro), la mitad gana menos de $ 1.800 por mes; sólo 3.000.000 ganan más de $3.000 y existen 1.280.000 desocupados (IECO 3/10). Los números muestran que el actual crecimiento de la economía y las fabulosas ganancias de los capitalistas, se basan en una brutal explotación de los trabajadores y en una enorme división entre sus filas. Ante esto la burocracia sindical (CGT y CTA) hace la vista gorda y pacta aumentos sólo para los que están en blanco (disminuidos luego por la inflación), y a los que están en negro les toca el premio consuelo del salario mínimo vital y móvil, hoy en $1.740. Un insulto cuando la canasta básica supera los $4.500. El salario mínimo debería estar en los $5.000, tal como están reclamando los trabajadores aceiteros.

Las causas de la inflación

El aumento de los precios es provocado por una combinación de elementos originados en el “patrón de crecimiento” que lleva adelante el gobierno. Hay que partir de considerar que el aspecto central de la economía es la relación del peso con el dólar. La causa del crecimiento económico durante el primer quinquenio kirchnerista se originó en la brutal devaluación implementada por Duhalde, que mientras significó un golpe terrible a los ingresos populares, por otro lado “protegió” a los capitalistas locales de la competencia externa. En la actualidad el gobierno no puede abandonar la política de un dólar relativamente alto en relación a las otras monedas como el real de brasil, ya que la patronal local perdería “competitividad”. Esto genera una contradicción con la suba de los precios de las materias primas, una de las principales exportaciones argentinas.

Un aumento sostenido del ingreso de dólares es una tendencia a la baja del precio de esa moneda (una apreciación del peso). Para evitar que caiga el precio de la moneda norteamericana, el Banco Central emite pesos para comprar dólares, siendo esta emisión una tendencia a la suba de los precios, para evitarla esta institución emite letras a fin de recuperar los pesos emitidos.

A su vez, la suba de los precios de las materias primas también es causante de la inflación, ya que los exportadores presionan para trasladar los precios internacionales al mercado local (una inflación en dólares).
Esto intenta ser evitado por el gobierno a través de las retenciones y el freno a la exportación de productos como el maíz y la carne. Sin embargo, a lo largo de los años, los capitalistas agropecuarios fueron cambiando de producción, soja en vez de maíz, trigo y carne, lo que llevó a una disminución en la oferta de estos productos y por ende a una suba en sus precios. Ante esto, las medidas gubernamentales son decididamente impotentes.

Por otra parte, la economía está altamente concentrada y dominada por el capital extranjero, esto se manifiesta en una oligopolización de la economía, siendo unas pocas firmas las que “forman” los precios.

Uno de los elementos más importantes que lleva a la inflación es el aumento de los precios por parte de los empresarios para mantener su rentabilidad. En el período 2003-2005, a la salida de la crisis, producto de la devaluación y de los salarios estancados, los empresarios obtuvieron una ganancia extraordinaria. Posteriormente, ante la recomposición de la clase obrera, que conquistó aumentos salariales, los capitalistas reaccionaron trasladando estos incrementos a los precios.

La oposición

La oposición patronal no pasa de realizar declamaciones denunciando al problema de la inflación, criticando el INDEK de Moreno que intenta tapar el sol con las manos, y a la hora de las propuestas reclama una baja del gasto público y menores subsidios, ya que, afirman, que el enorme gasto sería una de las causas de la inflación. De esta manera se dedican a atacar la existencia de las bajas tarifas de los servicios públicos, una de las pocas contratendencias que utiliza el gobierno para frenar la suba de precios. Y cuando estos opositores hablan a través de sus diarios, o en los círculos de sus economistas, plantean un enfriamiento de la economía, que llevaría a una menor ocupación y debilitaría la fuerza del movimiento obrero para defender su salario. En este campo, los sectores monetaristas utilizan una explicación monocausal de la inflación: su origen estaría en la emisión monetaria, el “remedio” sería una suba de las tasas de interés que también llevaría al enfriamiento de la economía. Como afirmó Trotsky en el Programa de Transición, “ni la inflación ni la estabilización monetaria pueden servir de consignas al proletariado porque son las dos caras de una misma moneda”.

Una salida obrera

Por su parte, la patronal vive quejándose de lo que llaman los “altos salarios”. Si por ellos fuera volverían a los “gloriosos” años que van del 2003 al 2005, donde la alta desocupación era un freno al reclamo salarial y las ganancias eran extraordinarias. Y este es justamente el meollo del asunto, el debate sobre la inflación es en realidad una manifestación de la lucha entre trabajadores y capitalistas. Cuando los trabajadores luchan por el aumento salarial, luchan por apropiarse de una parte mayor (o por lo menos no bajar) de la apropiación de la riqueza del país.

La clase obrera debe pelear por defender sus intereses, que parten por no perder día a día lo que se obtiene por las luchas. Consignas como la exigencia de un doble aguinaldo para este fin de año deben ir acompañadas por la pelea por el aumento automático de los salarios conforme vayan subiendo los precios. Es lo que se conoce como la cláusula gatillo o escala móvil de salarios.

Estas son primeras medidas para avanzar hacia una salida de fondo. Como vimos antes, la extranjerización, concentración y centralización de la economía, lleva a que justamente un reducido grupo de capitalistas sea el que imponga sus condiciones para defender sus altas tasas de ganancias y su apropiación, cada vez mayor de lo que se produce en el país. En los países semicoloniales como el nuestro, un paso imprescindible hacia la autonomía sólo puede darse nacionalizando la banca y el comercio exterior, bajo el control de los trabajadores, la única forma de controlar efectivamente la tasa de interés y el tipo de cambio, para poner estos mecanismos al servicio de los intereses de los trabajadores y el pueblo.

Por otra parte, sólo la expropiación de los grandes terratenientes y la nacionalización bajo control de los trabajadores de sus tierras, junto a la expropiación de las grandes cerealeras y aceiteras, permitiría que el Estado produzca alimentos que satisfagan la demanda local en precio y cantidad, y a su vez, un saldo exportable que le permita al país contar con un ingreso de divisas para poner las mismas al servicio de satisfacer las necesidades de los sectores populares.

Este es el camino para que la clase obrera imponga sus intereses por sobre los de la burguesía local y extranjera.

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