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MOVIMIENTO OBRERO

Clandestinidad, explotación y hacinamiento: la vida de los trabajadores inmigrantes

A pesar del crecimiento de ramas de la economía donde trabajan la mayoría de los inmigrantes, las condiciones en que viven y trabajan son de máxima precariedad.

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23 de enero 2014

A pesar del crecimiento de ramas de la economía donde trabajan la mayoría de los inmigrantes, las condiciones en que viven y trabajan son de máxima precariedad. Reproducimos algunos datos extraídos del análisis hecho en Ideas de Izquierda N°6.

La industria textil y la construcción, junto al trabajo agrario y al doméstico, son las ramas que mayores tasas de informalidad y trabajo en negro registran. Algunas de ellas compensan su atraso tecnológico con una mayor explotación de la mano de obra, y los inmigrantes son una inmensa fuente de mano de obra barata para ellos.
A pesar del crecimiento que registró en la última década, en la industria textil más del 60% de los trabajadores está en condiciones de informalidad. Muchos son víctimas de trata de personas con fines laborales, trabajan casi en condiciones de esclavitud en talleres clandestinos sin luz ni ventilación más de 12 horas por salarios miserables, y es frecuente que vivan en estos mismos lugares. Son traídos mediante engaños, transformados en deudores y los patrones aprovechan la falta de documentación para generar miedo y lograr una mayor explotación. La discriminación y el maltrato se suman a sus padecimientos cotidianos, llegando a tal punto que en la textil Elemento una trabajadora se prendió fuego por las malas condiciones en que se trabajaba y otra, que fue despedida y lucha por su reincorporación, perdió un embarazo por no permitírsele ir al médico. Y esto en poco tiempo en un solo taller.

A la precariedad laboral se suma la precariedad de sus vidas. Enfermedades como la tuberculosis están a la orden del día. Según datos oficiales, el 60% de las personas atendidas por esta enfermedad trabajaban en talleres textiles clandestinos, y el incremento de esta enfermedad está relacionado con el hacinamiento y extrema vulnerabilidad socioeconómica en que viven y trabajan. A esto se agrega la discriminación en los hospitales, y quienes no van por no tener documentos u otros problemas relacionados a la clandestinidad a la que son sometidos.

También son víctimas de la profunda crisis habitacional que atraviesa el país. Pese al boom de la construcción, miles de familias carecen de viviendas dignas. Los trabajadores inmigrantes están entre quienes más lo sufren: las condiciones legales que se imponen para un alquiler formal incentiva el negocio de los alquileres clandestinos, donde se pagan altos costos para vivir en lugares hacinados, con peligro de derrumbe y el correspondiente riesgo de salud.

Las condiciones laborales, de salud y vivienda de los trabajadores, son producto de un Estado que privilegia los intereses de una clase que se enriqueció con altos ritmos de producción y bajos salarios, relegando las condiciones de vida de los trabajadores. Estos problemas no podrán ser resueltos mientras este sistema siga imperando. La clase obrera en unidad con el pueblo pobre debemos poner en pie una alternativa que elimine de una vez y para siempre los padecimientos de la mayoría de la sociedad.

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