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Cirugías

La consagración de la cirugía estética es un signo distintivo de nuestra época como razón instrumental de un canon de belleza universal para la sociedad de consumo.

Miguel Raider

7 de agosto 2008

La consagración de la cirugía estética es un signo distintivo de nuestra época como razón instrumental de un canon de belleza universal para la sociedad de consumo.

Pero originariamente esta práctica se remonta a más de 4000 años, cuando producto de las sucesivas guerras se hacía necesario reparar, restaurar o hacer injertos en narices, orejas y mandíbulas fracturadas u otro tipo de mutilaciones bruscas. Curiosamente, hoy en el viejo continente las cirugías se utilizan no sólo para lucir a la moda sino también para pasar desapercibido entre las multitudes.

Orly Cuzco, un joven ecuatoriano residente en Madrid, gastó todos sus ahorros para operarse la nariz, cuya forma “delataba” su origen étnico de los pueblos originarios de América Latina. “Ahora puedo llamar menos la atención en la calle”, decía Orly, probablemente pensando en la suerte corrida por una adolescente ecuatoriana de tez morena, golpeada salvajemente por un grupo de seis chicas españolas hasta dejarla inconciente en las calles de Colmenarejo, a pocos kilómetros de Madrid.
La Sociedad Española de Cirugía Estética, Plástica y Reparadora ya advirtió este fenómeno en cientos de operaciones practicadas a inmigrantes de diversos orígenes. Porque millones como Orly tienen sobrados motivos para procurar un destino anónimo en las sombras de las grandes metrópolis. En Italia más de 3000 soldados del Ejército patrullan las calles de los principales centros urbanos a la caza de inmigrantes, mientras arden las brasas de los pogroms lanzados contra los campamentos de los gitanos rom y cientos de balseros africanos que huyen de la miseria son cotidianamente detenidos en centros de reclusión. En EE.UU., un país donde más de 11 millones de ilegales persiguen el “estilo de vida americano”, los “sin papeles” con problemas de salud son deportados a sus países de origen para que el Tío Sam ahorre los costos de la atención sanitaria.

Si ayer los inmigrantes sudaban la gota como mano de obra barata decisiva en las economías de los países centrales, hoy, comprendidos bajo el paquete de leyes xenófobas de la Directiva Retorno, constituyen el chivo expiatorio de la crisis económica en ciernes, que difunde el veneno del racismo entre los asalariados y los estratos populares nativos. Como fenómenos de masas, el racismo y la xenofobia ilustran la gangrena y las pústulas de un capitalismo en decadencia que ninguna cirugía estética puede deponer. De la salud de las clases laboriosas nativas depende la salud de los más parias, hermanos de clase separados por el prejuicio reaccionario de la sangre y la raza.

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