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Red Internacional

Nota De Tapa. Caso Nisman: la verdad es la víctima principal

Jueves 22 de enero de 2015

Si, como se ha dicho, “la primera víctima de la guerra es la verdad”, esta ley es de hierro si se trata, encima, de una guerra entre servicios de inteligencia que son justamente los aparatos que administran los secretos de Estado.

La investigación de la muerte del fiscal Nisman se presenta como un laberinto de versiones disímiles difundidas por los medios masivos según a quien respondan, un intríngulis de pistas falsas, datos inverificables, marchas y contramarchas en la investigación que conducen a una conclusión popular: “la verdad no se sabrá nunca”. Parece como si todos, gobierno, oposición y medios, se hubieran confabulado en acrecentar el ya extendido descreimiento de la mayoría de la población en “las instituciones”.

No aclaren que oscurece…

Uno: el cerrajero de la torre Le Parc afirma que la puerta de servicio del departamento de Nisman estaba sin llave a las 22:30 hs. de la noche del domingo cuando fue requerido por la madre del fiscal para abrir la puerta. Es decir, cualquiera pudo entrar y salir del departamento entre esa hora y las tres de la tarde en que se infiere el horario de la muerte de Nisman.

Dos: los investigadores “descubrieron” un tercer acceso al departamento (además de las dos puertas, la principal y la de servicio) por los estrechos pasillos del servicio de reparación de los aires acondicionados que existen alrededor del sistema de ascensores.

Tres: el médico de Swiss Medical que, supuestamente, fue el primero en ver el cuerpo de Nisman, asegura que la madre del fiscal lo llamó porque su hijo se hallaba muerto. Esto contradice la versión del Secretario de Seguridad, Sergio Berni (muy discutida) que dijo en una entrevista en TN que cuando él llegó, no se sabía si Nisman ya estaba sin vida o no.

Cuarto: se va a realizar un nuevo peritaje del arma “homicida” que, según la primera pericia, no dejó huellas en manos del "suicidado". Al tiempo, se rebela que los peritos no hicieron la prueba de ADN en el arma desde un primer momento. Como indica el periodista Paulo Kablan: "no levantaron muestras en el gatillo. Como dio negativo el estudio del barrido electrónico, lo que iban a hacer es determinar si había rastros de ADN de contacto en la cola del disparador, pero el ADN del gatillo se perdió".

Cinco: la fiscal a cargo de la causa de la muerte de Nisman, Viviana Fein, indagó a colaboradores y custodios del fiscal. Sus resultados se mantienen ocultos. En especial poco se sabe del asesor y empleado de la fiscalía Diego Lagomarsino, el que se dice que le prestó a Nisman la pistola Bersa calibre 22 con la que se (le) dio muerte. En cuanto al cuerpo de Nisman, la fiscal Fein aclaró que "por el momento no va a ser entregado hasta cotejar debidamente la autopsia, los videos y las declaraciones".

Es la política internacional, tontuelo

En estas líneas de falla del Estado nacional que sacó a la luz, una vez más, la muerte-suicidio-asesinato del fiscal Nisman se cuelan distintas políticas. Interesadas por supuesto. Por caso, un editorial del imperialista The New York Times pide formar una comisión internacional de juristas para investigar la causa AMIA ya que el Estado argentino se presume incompetente después de 20 años de impunidad y encubrimientos. Yendo más allá en un mismo sentido, The Washington Times dice que EE.UU. y Europa deberían sancionar a la Argentina por el "asesinato de Alberto Nisman" (sic), incluso negándoles la entrada en los países metropolitanos a los funcionarios nacionales.

Son, claro está, propuestas extremas que aprovechan la onda expansiva del repudiable atentado en París y que intentan realinear a los gobiernos del mundo en un consenso internacional de “condena al terrorismo”, que sindican como “islámico” como ya lo propusiera la doctrina de George W. Bush luego del 11S.

“El contexto”, diría una decana de periodismo, actúa sobre la política de la clase dirigente nacional que, con candidez provinciana, creyó poder regar más alto que la maseta. Primero, con el giro del kirchnerismo desde 2012 que -después de apoyar a Nisman-Stiusso durante años- se creyó un actor internacional con el peso suficiente como para diseñar una integración de Irán al “mundo occidental” (cuando Obama amagaba con una negociación con el régimen iraní y Cristina creía reinar con el 54% de los votos) y, recientemente, que podría zafar de un pronunciamiento claro ante la marcha en París por los asesinatos a los periodistas de Charlie Hebdo, sin pagar las consecuencias políticas.

El comportamiento psicológico de “nuestra clase dirigente” se inscribe en toda una “tradición nacional” que, para no ir tan lejos y con todas las diferencias del caso, tuvo en Galtieri un emblema, al creerse que podía recuperar Las Malvinas con un golpe de mano que contaría con el beneplácito de EEUU del que había sido un obediente alumno. El gobierno argentino “se hizo los rulos” y creyó que podía ser parte de la foto de la reconciliación de Washington con el régimen de Teherán.

¿Quién investiga?

En el ámbito doméstico, hay una grave crisis política abierta. Una vez hecha pública la denuncia completa de Nisman quedó a la intemperie el carácter precario de sus acusaciones: las supuestas pruebas tomadas de recortes periodísticos, frases de discursos de miembros del gobierno, y escuchas de vagos comentarios de personajes ligados al poder que nombran a funcionarios, sin ser estos los que hablan. Sin embargo, las respuestas del gobierno no se caracterizan por su consistencia. Por el contrario, están plagadas de contradicciones producto de su histórica relación, tanto con Nisman como con el sector de inteligencia que por décadas lidero el sospechado Jaime Stiusso.

La oposición de derecha y la “corpo” quieren aprovechar la crisis para esmerilar al gobierno, pero nadie quiere poner en riesgo un régimen político que viene perdiendo legitimidad frente a las masas. Todas las fuerzas políticas tradicionales están comprometidas en el sostenimiento de los servicios de inteligencia para administrar los secretos del Estado, y en sus relaciones carnales con las agencias de espionaje imperialistas.

Sergio Massa anunció una jugada de impacto mediático presentándose como querellante en la causa AMIA: "Tomamos la decisión de presentarnos como querellantes de la causa, para garantizar el funcionamiento y el ordenamiento, y para que la sociedad se sienta representada”. Es evidente que los asesores de Massa (se dice que algunos de los miembros de los servicios desplazados por el gobierno trabajaban para él) tratan de tallar sobre esa “crisis de representación” y descreimiento de la mayoría de la sociedad.

Los jefes de la DAIA y otros jerarcas de la comunidad judía reclamaron ayer, en un acto frente al edificio de AMIA, a "todos los poderes del Estado que se redoblen los esfuerzos por esclarecer el caso" de la muerte de Nisman y "llegar a que todos los responsables rindan cuentas en la Justicia". Es sabido que algunos de sus dirigentes, como Beraja, están cuestionados como parte del encubrimiento engendrado en los años del menemismo.

El PTS en el Frente de Izquierda demanda tres resoluciones concretas. Primero, que se abran los archivos de la SI (ex – SIDE) para que se den a conocer al público los métodos de infiltración, espionaje y negociados de estos aparatos que se mantienen en los sótanos de esta democracia. Segundo, consecuentemente con lo anterior, que se haga efectivo el desmantelamiento de estos aparatos que tienen presupuestos millonarios, tanto en la inteligencia del Ejército dirigida por el genocida Milani, y las inteligencias de las distintas policías y fuerzas de seguridad, como la de la SI que ahora dirige el kirchnerista Oscar Parilli. Tercero, el PTS en el Frente de Izquierda propone poner en funcionamiento una comisión investigadora independiente, con plenos poderes, para investigar el atentado a la AMIA y la muerte de Nisman, integrada por familiares de las víctimas de la AMIA, organismos de derechos humanos y personalidades de la intelectualidad, la cultura y de las organizaciones de trabajadores sin ningún compromiso con el poder.

No somos ingenuos y sabemos que para ello se necesita un movimiento masivo que se exprese en las calles como el que, a la salida de la dictadura, reclamó juicio y castigo a los genocidas, para reclamar, ahora, contra este aparato de espías al servicio de los poderosos que operan contra los trabajadores y el pueblo.


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