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Editorial

LANZAMIENTO DE CRISTINA KIRCHNER A LA PRESIDENCIA

Cambio de pingüinos

No se le ha ocurrido al gobierno mejor idea de campaña para las presidenciales de octubre, que decir que “el cambio recién empieza” y al mismo tiempo proponer a un Kirchner para reemplazar a otro Kirchner.

Manolo Romano

5 de julio 2007

El gobierno lanza a Cristina Kirchner como una jugada para intentar retomar oxígeno. Kirchner quedó debilitado luego de las derrotas electorales, sobre todo la de Capital, en las que la derecha encabezada por Macri y otras variantes de la oposición patronal capitalizaron el desgaste sufrido tras una serie de acontecimientos, entre otros: la huelga docente y la destitución de su gobernador en Santa Cruz, la insatisfacción con los bajos salarios, el desprestigio por la corrupción del caso Skanska, el desastre cotidiano en el funcionamiento del transporte público, la autoritaria intervención en el INDEC para ocultar la creciente inflación, y en especial, el límite estructural que muestra la crisis de la gestión capitalista de los recursos energéticos, la primera amenaza seria al fuerte crecimiento económico. No obstante, si este crecimiento continúa como se prevé, si el líder derechista Macri se refugia todavía en la gestión de la Ciudad de Buenos Aires preparándose para el futuro, (y aunque sectores de la derecha como López Murphy proyecten escenarios de segunda vuelta), la victoria electoral del oficialismo parece asegurada. La provincia de Buenos Aires, la de mayor peso por el caudal de votos que aporta en el racconto nacional, aparece aún más despejada para el triunfo de Scioli después de la caída del “ingeniero” Blumberg.

El nuevo discurso oficial sobre “la mejora de la calidad institucional” es la respuesta a las criticas de la oposición patronal que, en sus distintas versiones y de acuerdo a la opinión de los centros imperialistas, critican al gobierno como “autoritario” o “hegemónico” (lo que ha calado en sectores medios) de la misma manera que por su retórica “populista” o su cercanía con el gobierno de Chávez. Ante un probable reemplazo de Bush en la presidencia de Estados Unidos por Hillary Clinton (a quien la actual senadora tiene como “modelo”), el segundo mandato de los Kirchner intentará aparecer más cercano al tipo de gobierno de Bachelet en Chile, presentado por todos los intelectuales de la burguesía como ejemplo de un régimen político “previsible” a imitar en latinoamérica y más “confiable” para los intereses de Washington en la región. La recientemente aprobada “Ley antiterrorista” o, hace unos meses, las instrucciones a los fiscales en la causa Amia para condenar a Irán, son muestras de las gestiones de Cristina Kirchner por la “calidad institucional” a la medida de los intereses norteamericanos, como lo certifican las felicitaciones del Congreso Judío Mundial al gobierno argentino por haber cumplido las promesas realizadas por la esposa del presidente durante el viaje a Nueva York en el que Kirchner “tocó la campanita” en Wall Street.

Como se anima a decir hasta Lavagna, será un mandato más a la derecha, lo que ya es previsto por los centros de poder financiero. Como lo dicen los banqueros de Goldman Sachs: “Ella enfrentará desafíos. Desde un principio deberá lidiar con altas presiones inflacionarias y una difícil situación energética. Y podría llegar a la conclusión de que las políticas aplicadas no han resuelto los problemas y verse forzada a cambiarlas”. Entre estas “políticas aplicadas” está la contención que viene haciendo el gobierno a la exigencia de las privatizadas del impopular aumento de las tarifas de los servicios públicos (con su efecto disparador sobre los precios en general), algo que previsiblemente será aceptado por el gobierno para después de octubre, lo que puede acelerar el descontento de los trabajadores y el pueblo pobre. En el mismo sentido está la deuda de 6.500 millones de dólares con el Club de Paris: “El Club de París no puede pretender que, en un año electoral, tengamos un pacto previo con el FMI”, habría dicho Felisa Miceli según el diario Clarín. Lo que no le dijeron es que, tampoco, en un período electoral es conveniente aparecer con una valija llena de dólares y euros en el baño de su despacho, como se le descubrió a la ministra.

Con todo, dicen que el más entusiasmado con el lema de la “mejora en la calidad institucional” para el segundo mandato de los Kirchner, es nada menos que el Jefe de Gabinete Alberto Fernández, creador, él mismo, de otra figura institucional de la “nueva política”: el borocotó, algo que antes se hacía mas informalmente y no tenía el rango que Fernández le dio al presentar al diputado comprado por cadena nacional. Este hombre leal al matrimonio presidencial, y ex funcionario de Domingo Cavallo, sería uno de los pocos que mantendría su continuidad en el gobierno, entre el actual gabinete y el siguiente. Cristina Kirchner fue, justamente, la que defendió a capa y espada en el Congreso la ley de superpoderes para que Fernández pueda reasignar las partidas presupuestarias a su antojo y el del presidente. Ya sea para usar la caja del estado en la campaña electoral de la Capital que trajo de vuelta al destituido Aníbal Ibarra a “oxigenar las instituciones” o en la producción en serie de nuevos “borocotós” que el presidente necesita para la construcción de una “nueva fuerza política”.

“Con el PJ no alcanza”

Pero quizá lo más importante, es el reconocimiento de analistas del propio oficialismo sobre el hecho que la candidatura de Cristina esté pensada, también, ante un escenario de crisis en la mitad del segundo mandato. Cuando tiempo atrás Kirchner lanzó el slogan “pingüino o pingüina”, muchos lo aventuraron como la jugada estratégica para planificar su vuelta en las presidenciales de 2011, y así sumar tres mandatos de familia, alcanzando con una gambeta la aspiración que no pudo concretar Menem y evitar el rechazo popular que quedó desde entonces con las re-reelecciones. Ese escenario de máxima todavía no está descartado por el oficialismo, pero lo sintomático es que, más defensivamente, contemplan uno de mínima. Kirchner se retiraría de la presidencia, también, para no verse ante la situación de tener que enfrentar, después de años de desgaste en el gobierno, una crisis que podría venir de una escalada inflacionaria, o por un cambio brusco de las condiciones en el mercado mundial que deprecie las materias primas que son la base de las exportaciones argentinas, o tras una fuerte devaluación de Brasil, mediante un colapso de la crisis energética en ciernes o una generalización de los reclamos y huelgas de los trabajadores por el salario que choque con el compromiso del gobierno con los empresarios; o un poco todo junto, que reabra una crisis nacional. Cuando desde distintas variantes del arco político de la burguesía se habla de constituir un nuevo régimen de partidos con dos nuevos bloques de los capitalistas, uno de centroizquierda y otro de centroderecha, que ocupe el lugar vacante dejado por la UCR y el PJ para alternarse oficialismo y oposición, se refieren a tener una red para contener situaciones críticas de ese tipo y poder descargarla, una vez más, sobre los hombros del pueblo trabajador. ¿Cómo llegaremos los trabajadores si ese escenario se presenta?

Mientras la oposición patronal irá a “internas abiertas” en octubre para ver quien la lidera o le hace sombra a Macri, Kirchner presentará su actual coalición de caudillos provinciales y aparatos territoriales y para dar la imagen de un frente, agregará al radical K Cobos de vice y otras figuras. Se retira de la presidencia, también, para tratar de organizar lo que no pudo durante su primer mandato, una fuerza política que reemplace el rol de contención del viejo PJ que mostró su utilidad para estabilizar el pos 2001 pero que ya aparece desprestigiado. “Con el PJ no alcanza”, dicen. No obstante, los Kirchner no les dejarán a los Duhalde el perfil “peronista”, y se disponen a usar sus símbolos y su estructura. Pero mientras el acto de lanzamiento de Cristina está anunciado para el 19 de julio en La Plata, recién después, en agosto, reunirán el congreso del viejo PJ (ahora mayoritariamente oficialista con la sola oposición del duhaldismo residual) para refrendar lo ya decidido de antemano por el presidente. Moyano de la CGT, siempre listo, ha salido a darle apoyo a la candidata y lo mismo harán la mayoría de las direcciones oficiales de los sindicatos.

La propuesta de impulsar la formación de un gran partido de la clase trabajadora que el PTS dirige a las organizaciones sindicales combativas y a la izquierda clasista es más importante que nunca. En ese camino llamamos al PO y a las fuerzas de izquierda que luchen por la independencia de clase a constituir un Frente de Trabajadores para las presidenciales de octubre.

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