Después de meses de negociaciones, de conciliación obligatoria y de dos paros contundentes con sendas e importantes marchas en Capital y algunas ciudades del interior la burocracia de la UOM cerró un acuerdo salarial que está lejos de las expectativas de la mayoría de los metalúrgicos. El reclamo era un 22%, al que había que agregar un 4%, pendiente de la paritaria pasada. Lo que finalmente firmaron es: $200 fijos por mes para abril, mhayo y junio (ya se habían adelantado $500 por estos 3 meses, o sea que faltarían cobrar solo $100), $250 por mes para por julio, agosto y septiembre. Un aumento de 16% para octubre, un 3% para diciembre y un 3% para febrero ¡recién en marzo del 2010 se cobraría un 22% mas que el salario de principio de este año!

En las primeras horas había desconcierto y desconfianza porque se desconocía el acuerdo, pero los rumores fueron dando lugar a la certeza que el paro del jueves 6 había sido levantado por migajas.

Durante 15 años los dirigentes de la UOM, en su distintas variantes y agrupaciones internas, habían evitado cualquier medida de lucha nacional. La mitad de ese periodo fue un desastre para los metalúrgicos con congelamiento salarial y pérdidas de miles de puestos de trabajo, avanzó la precarización, entre otros flagelos. Con la recuperación económica a fines del 2002 y el crecimiento que duró hasta el año pasado se recuperaron puestos de trabajo, sin embargo la mayoría de los metalúrgicos no logró recomponer su salario al nivel de la inflación, y lenta pero inexorablemente la UOM fue quedando relegada como gremio testigo en el terreno salarial como había sido en épocas anteriores.

Y llegó el conflicto

El acuerdo del año pasado fue malo y entonces este año, con la inflación acumulada, era necesario una fuerte recomposición del salario. Pero a su vez, comenzaban a llegar los efectos la crisis económica lo que llevó a la patronal del metal a ponerse firme para descargar la crisis sobre sus trabajadores. Y mientras la bronca obrera crecía por abajo, en las negociaciones los empresarios, con la complicidad del gobierno, negaban un aumento. La burocracia sindical se encontró entre la espada y la pared y debió convocar a paro nacional los dias 23 y 30 de julio. Hubo 2 marchas multitudinarias. La segunda al ministerio de Trabajo y que terminó en las puertas de Techint fue más combativa. “Queremos aumento la puta que lo parió” era el grito extendido. La burguesía y sus medios de comunicación quisieron demonizarla: “Hubo destrozos”, bramaban cuando solo se había roto un vidrio por una bomba de estruendo. También criticaron por imprudente a Caló que apretado por los reclamos de miles amenazó “con paro por tiempo indeterminado y hasta de ocupar las fábricas”. Pero esto fue sólo una bravuconada, que duró poco. Días después el Secretariado nacional anunciaba con una solicitada que el paro del jueves 6 sería sin marcha, y que no había continuidad, que solo lo evaluarían después ellos mismos. De consultar a las bases, ni hablar. Y terminaron firmando un mal acuerdo.

Durante 15 años no hicieron nada, solo negociaron. Y ahora que se vieron obligados a convocar a la lucha mostraron que no sirven. Despilfarraron una enorme energía que ellos mismos habían destapado al convocar a los paros activos. La bronca contra la burocracia que ya se expresó en medio de la lucha y en numerosas fábricas contra los delegados tibios o directamente vendidos seguramente se multiplicará. Toda la dirigencia de la UOM fracasó. Es hora de elegir nuevos delegados, formar agrupaciones antiburocráticas y luchar por recuperar nuestras organizaciones de base.