logo PTS

Internacional

MYANMAR

Birmania: rebelión y represión sangrienta

La represión del gobierno militar contra las masivas movilizaciones deja un saldo de decenas de muertos, más mil desaparecidos, y miles de detenidos.

4 de octubre 2007

La dictadura militar (que tomó el poder en 1962 luego de un golpe perpetrado por el General Ne Wind, siguiendo el modelo de la China maoísta, nacionalizando la tierra, la industria y el comercio), reaccionó con una sangrienta represión ante las masivas movilizaciones que se vienen desarrollando desde el 15 de agosto pasado, producto de los aumentos de los combustibles y la suba de un 500% del precio del gas, que acarreó un aumento generalizado de los artículos esenciales.
Estas movilizaciones son las más importantes desde 1988, cuando el régimen militar, también en forma sangrienta reprimió al movimiento de protesta que se enfrentaba a la dictadura, que había desconocido la victoria de la oposición en las elecciones. Estas protestas llegaron a reunir un millón de estudiantes, trabajadores, monjes budistas y el pueblo pobre. Esa gran movilización fue masacrada por el ejército, con un saldo de más de 3.000 muertos y miles de presos y torturados. Al tiempo que volvía al poder, nuevamente Ne Win, expulsando a la anterior facción militar del gobierno, cambió el nombre de República Socialista de Birmania por el de Myanmar. En forma paralela al proceso de apertura chino, que tiene gran incidencia e intereses económicos y políticos en el país, (Birmania es uno de los principales proveedores de petróleo y combustibles de China), los jefes del Ejército presionan para que el régimen abra la economía, pero sin perder el control sobre la misma, no se oponen a la privatización y el desmantelamiento de la vieja economía planificada de propiedad estatal, pero sí quieren el control de la misma y transformarse ellos en los propietarios directos de los medios de producción.

Grandes movilizaciones contra el régimen y los aumentos

Las primeras movilizaciones, organizadas por el movimiento estudiantil, eran minoritarias, pero ante la violenta represión y las detenciones, se tornaron cada vez más masivas, primero en Rangún (antigua capital), y luego se extendieron al conjunto del país, encabezadas por los estudiantes y miles de monjes budistas, los cuales tomaron un puesto de dirección, ante la cobardía del partido de oposición a la dictadura, Liga Nacional para la Democracia (LND) seguidores de la política del FMI y del imperialismo norteamericano. Este partido, al que pertenece la ganadora del Premio Novel de la paz Daw Aung San Suu Kyi (figura de la oposición, que lleva 12 de los últimos 18 años presa, ahora con arresto domiciliario), viene intentando frenar las protestas y jugar un rol de mediador con la dictadura. Así lo planteó un líder de la LND, ante el periódico Times de Londres: “No debería haber agitación en las protestas para derribar el régimen militar”, ya que, según ellos, esto daría supuestos argumentos a una respuesta militar y haría más difícil sumar gente al movimiento. El alto clero de monjes budistas, que tienen peso en las movilizaciones, levantan una serie de demandas limitadas, entre ellas una disculpa por los abusos del régimen, reducción de los aumentos a los combustibles, liberación de los presos políticos y una negociación con la Junta Militar.

Tanto la dirección del LND como el alto clero budista intentan apaciguar al valiente pueblo birmano que ante la presencia de tropas patrullando las ciudades, continuó con las movilizaciones.

Dictadura militar y expoliación imperialista

Esta antigua colonia británica, rica en reservas de gas y petróleo, se ha transformado en un punto de interés geopolítico, siendo su principal socio China. Esta influencia china, constituye un punto de fricción con EE.UU., y explica en parte el discurso “democrático” y “pro derechos humanos” de Bush y otros países imperialistas en la reciente asamblea de la ONU. Esta repentina “preocupación” por la democracia de parte de EE.UU. no es más que una verdadera hipocresía que, al igual que el impulso a las “revoluciones coloridas” en países como Ucrania o Georgia, no busca más que instalar gobiernos títeres y pro norteamericanos. Al mismo tiempo, no dice una sola palabra sobre las dictaduras de Pakistán y Tailandia. Lejos de preocuparse por la terrible situación de los trabajadores y el pueblo birmano, EE.UU. ve en ese país una enorme fuente de recursos y mano de obra barata que desea explotar.
En el país, supuestamente aislado como quiere mostrarlo la prensa de los países imperialistas, las empresas como la petrolera yanqui UNOCAL y la francesa TOTAL, que han llevado adelante el proyecto Yadana (construcción de un gasoducto), en sociedad con la estatal “Myanmar Oil and Gas Enterprise”, están acusadas y tiene un juicio pendiente en California por trabajos forzados, violación y torturas. El gasoducto ha sido la mayor inversión llevada adelante en Birmania, empleando a 2.500 trabajadores.

Los lazos entre la dictadura y las grandes empresas imperialistas son tan fuertes que para llevar adelante este emprendimiento, el Tatmawdaw (ejército birmano), comenzó a abrir rutas en la selva, evacuando a los pueblos a lo largo del gasoducto, enrolando a sus pobladores para trabajar para la compañía en forma obligatoria, construyendo lugares para los militares, para los helicópteros y una línea férrea, en 1994 un sindicalista que logró fugarse, pudo denunciar lo que estaba pasando.

Sin tener en cuenta el reciente aumento de precios, el 90% de la población está hundida bajo la línea de pobreza, con un ingreso menor a 1 dólar diario. Existe una alta tasa de emigración, principalmente a Tailandia, que según la Universidad Mahidol de Bangkok, llega a 2 millones de personas que pasan del infierno de la dictadura birmana a la explotación y la humillación “thai”. Casi todos indocumentados, trabajadores, desocupados, mujeres jóvenes y niños, muchas caen en las redes de la prostitución y la prostitución infantil en las calles y burdeles de Bankok. Según un estudio de la misma universidad, hay 100.000 trabajadoras domésticas birmanas, que son explotadas como mano de obra barata para la nueva clase media “thai”. Gran parte de estos inmigrantes son de minorías étnicas (Shan, Kachin, Karen, entre otras) que viven en regiones periféricas donde decenas de guerrillas locales enfrentan al poder central.

Mientras los países imperialistas se rasgan las vestiduras hablando de democracia, garantizan la permanencia del régimen, y buscan una salida al conflicto actual que no contempla la caída inmediata de la dictadura odiada por millones de trabajadores y el pueblo. Una muestra de esto es la presencia en estos días del delegado de la ONU, Ibrhim Bambari, que se reunió con el general Than Shwe, Jefe de la Junta Militar, en la nueva capital del país Naypyitaw.

No se puede depositar ninguna confianza en las Naciones Unidas para terminar con esta sangrienta dictadura, ya que la ONU misma avala la mayoría de las intervenciones imperialistas en el mundo, perpetradas por los países que vienen callando el sufrimiento del pueblo birmano.
Solamente la movilización independiente de los trabajadores, estudiantes, campesinos y el pueblo pobre pueden sacar a Birmania de la situación de hambre, miseria y opresión que impusieron la dictadura y las grandes transnacionales imperialistas, no dejando piedra sobre piedra de la misma, imponiendo un gobierno de los trabajadores y el pueblo.


Claves

• Birmania está ubicado en el sudeste asiático y limita con China, Tailandia, y la India.

• Fue una colonia británica hasta 1948, también estuvo bajo dominio japonés durante la Segunda Guerra Mundial.

• La mayoría de la población es de religión budista (89%), aunque también hay musulmanes y cristianos.

• El 90% de los birmanos (más de 51 millones) vive debajo de la línea de pobreza, con 1 dólar por día.

• Recursos naturales: tiene reservas de gas natural calculadas en 3 billones metros cúbicos y de petróleo de 3 mil millones de barriles.

Prensa

Virginia Rom 113103-4422

Elizabeth Lallana 113674-7357

Marcela Soler115470-9292

Temas relacionados: