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A IGUAL TRABAJO, IGUAL SALARIO. PASE A PLANTA PERMANENTE EN TODO EL PAIS

Basta de trabajo esclavo y en negro

El día previo a la reunión entre el gobierno y los dirigentes de la Mesa de Enlace Sojera, Cristina Kirchner llamaba a “terminar con el trabajo esclavo en el sector rural”. Pero toda la “cirugía” consistió en incorporar a la reunión al Ministro de Trabajo Carlos Tomada.

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13 de enero 2011

Basta de trabajo esclavo y en negro

El día previo a la reunión entre el gobierno y los dirigentes de la Mesa de Enlace Sojera, Cristina Kirchner llamaba a “terminar con el trabajo esclavo en el sector rural”. “Todos, dirigentes sindicales, patronales y el Estado, tenemos que contribuir para que estos casos sean extirpados”, dijo en referencia a las escalofriantes denuncias sobre los trabajadores golondrinas de Santiago del Estero. Pero toda la “cirugía” consistió en incorporar a la reunión al Ministro de Trabajo Carlos Tomada. Por más que los ruralistas se retiraron enojados del encuentro (ver nota) no podemos dejar de destacar que el gobierno estaba dispuesto a dar concesiones (ver nota). Entre los beneficiados también están quienes hacen sus ganancias a costa de condiciones laborales deplorables. Tal es el caso de los productores tamberos que recibirían jugosos créditos por parte del Estado cuando sus trabajadores ni siquiera reciben un salario, sino tan solo un porcentaje –entre el 10 y el 20%- de la leche que se produce y según la calidad. Una forma muy particular de trabajo a destajo.

Días atrás el Ministro de Trabajo, Carlos Tomada aprovechó para salir al cruce de la Sociedad Rural que –cínicamente- se victimizaba por las denuncias sobre la esclavitud laboral en el campo. El amigo de Víctor De Gennaro, Eduardo Buzzi de la Federación Agraria, se quejaba y le decía a la presidenta que debía “tomar medidas de reconciliación con el campo”.

Los medios opositores salieron a bancar a los ruralistas, como Clarín que optó por llamarse a silencio, mientras La Nación sacaba a relucir su rancia estirpe oligárquica. El diario mitrista justificó el trabajo esclavo diciendo “cabe preguntarse si, tratándose de un trabajo migratorio, de pocas semanas, abonado en blanco y contratado de acuerdo con las leyes respectivas, se justifica la calificación de esclavitud” (La Nación 8/1).

Como no podía ser de otra manera el sindicalista de UATRE Momo Venegas, un antiguo aliado de los ruralistas salió a justificar la situación de los peones rurales. La realidad de clase obrera en el campo es inadmisible y mucho tiene que ver este dirigente que hace la vista gorda pactando con las patronales. Pero de ningún modo se trata de casos excepcionales, ni se va a solucionar poniéndoles alguna multa a las patronales esclavistas, como gustan decir desde el gobierno nacional.

Bialet Massé

Casos como el de Nidera se repiten en todo el país y es una realidad que afecta a los trabajadores temporarios reclutados para las cosechas. Desprovistos de derechos elementales, las condiciones de vida de los trabajadores rurales del siglo XXI poco difieren de aquellas que supiera retratar el ingeniero Bialet Massé a principios del siglo XX en su famoso informe de 1904 “El Estado de las Clases Obreras Argentinas”. Allí denunciaba: mujeres y niños trabajando de sol a sol, muertes por enfermedades propias de la explotación excesiva, cautiverio, hacinamiento y abusos. Más allá de la demagogia de Cristina Kirchner, de los discursos contra la Rural de 6-7-8, las relaciones de esclavitud y semiesclavitud en el campo permanecen intactas y garantizadas por el Régimen Nacional de Trabajo Agrario aprobado por la Ley N° 22.248 de la dictadura de Videla. Si existiera un momento de descanso para los peones rurales ellos podrían preguntarse: ¿Qué cambió para ellos en estos más de 100 años? ¿Qué hizo este gobierno para acabar con esta forma de explotación aberrante y legendaria?

El “modelo K” y la precarización laboral

El trabajo esclavo no sólo existe en el sector rural, abundan también los ejemplos en la industria textil. Pero si la reducción a la servidumbre es un extremo aberrante, también es deplorable que una enorme proporción de la clase trabajadora está trabajando en negro, tercerizada, contratada y hasta desocupada.

El gobierno y Hugo Moyano suelen jactarse de haber dejado atrás el menemismo con “la vuelta de las paritarias”. Pero se olvidan de decir que los trabajadores que pueden negociar un salario es sólo una parte de la clase obrera. El resto está sometido a la completa arbitrariedad patronal y les tocan todas las formas de precarización laboral.

Hace menos de un mes la UOCRA marchó a la Rosada para agradecer a la Presidenta. Habían firmado un pacto social regional que reunió a los empresarios más representativos, al dirigente de los constructores Gerardo Martínez y a Hugo Moyano. Como destacaron todos los medios, su presencia era importante para convalidar un acuerdo para evitar la conflictividad en el 2011. ¡Qué había que agradecer!, si la realidad que viven los obreros de la construcción es desastrosa. Cerca del 70% está en negro, la mayoría sometidos al fraude laboral y a un sistema de precarización, similar al que rige en las grandes empresas del campo que trabajan con contratistas o subcontratistas encargadas de elegir a los trabajadores de la cuadrilla, muchos de ellos inmigrantes. La construcción encabeza las estadísticas de accidentes de trabajo con un récord de 228 fallecimientos por año. Dos tercios de los obreros de este gremio fallecen antes de los 55 años y sólo el 0,5% alcanza la jubilación. Por su parte las empresas constructoras nunca cumplen con los aportes patronales.

Unidad de la clase obrera

Las tercerizaciones, los contratos eventuales, el trabajo en negro, los cambios en la jornada laboral con la extensión de los turnos rotativos o americanos, las cooperativas truchas, la polifuncionalidad, los ritmos infernales y el aumento de los accidentes de trabajo, son conquistas que las patronales afirmaron en los ‘90, con la complicidad de la burocracia sindical. Buena parte de los convenios de los últimos años incluyen cláusulas que afectan y precarizas las condiciones de trabajo. En el sector público (y en el mismo Ministerio de Trabajo de Tomada) casi el 30% del trabajo está contratado.

El “modelo K” se basa en sostener estos aspectos fundamentales de la política neoliberal con respecto a las condiciones laborales. La desocupación bajó pero en su gran mayoría quienes fueron incorporados al trabajo ha sido bajo condiciones precarias. En esta realidad se apoya uno de los grandes secretos de la ganancia empresaria y del crecimiento económico.

En momentos de crisis, los desocupados constituyen un “ejército industrial de reserva”, para presionar a la baja el precio de la fuerza de trabajo en actividad. Hoy, en momentos de crecimiento económico, junto a los desocupados (8% según el INDEC) también son usados por los empresarios para jugar ese papel los trabajadores en negro, precarios, tercerizados o bajo régimen esclavo. Un sector de obreros que fluctúa, entra y sale de la producción de acuerdo a las necesidades patronales, es usado para “reducir costos”, dividir a la clase obrera, aumentar la productividad, contener los reclamos y evitar la lucha obrera.

La lucha de los tercerizados ferroviarios ha puesto en el orden del día la necesidad de exigir el pase a planta permanente para toda la clase trabajadora. Ellos están mostrando el camino para conseguir esa consigna histórica. Las organizaciones obreras combativas deben levantar: A igual trabajo igual salario. Esta pelea por delante es clave para unir a la clase trabajadora, para tirar abajo las leyes videlistas y acabar con el trabajo esclavo, contra toda la legislación laboral menemista de flexibilización y precarización laboral, para terminar con el trabajo en negro, lograr el pase a planta y un salario equivalente a la canasta familiar.

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