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Comunicados de prensa

BALANCE DE LA LUCHA

Prensa PTS

1ro de diciembre 2005

A poco más de un mes de los paros generales a Siderar queremos sacar las primeras lecciones y conclusiones a modo de balance para que nos sirvan de preparación para la próxima vez que salgamos a la lucha. Que podamos aprender de nuestros errores o debilidades y desarrollar aquellas conquistas que nos fortalecieron como retomar la voluntad de salir a pelearla, terminar con la derrota que significó la privatización, alcanzar la unidad entre contratados y efectivos, y otras más que desarrollaremos en estas páginas.

Los tres paros a Techint fueron verdaderos acontecimientos históricos y el catalizador de una serie de hechos y acumulación de experiencias del conjunto de los trabajadores que marcaron toda una nueva etapa dentro de la fábrica y no hay dudas de que nada será como antes en Siderar y San Nicolás.
Si bien la directiva del sindicato logró desviar la lucha mediante el plebiscito, el reclamo salarial no está para nada resuelto y la bronca continúa.
Por su lado la patronal hizo todo lo posible para no dar aumento y terminar con la lucha. Tomó una serie de medidas para quebrar y desmoralizar, como fueron las apretadas con los telegramas y el intento de meter miedo organizando una reunión entre laborales, los directivos, la jefatura y trece delegados de algunos sectores amenazando con embancar un horno y la posibilidad de que hubiera despidos.
Las amenazas fueron las respuestas de la patronal al justo pedido de aumento salarial de $1800 al básico, y el rechazo al acta-acuerdo que sólo implicaba el blanqueo de algunas sumas en negro.
Pero además el gran objetivo de la patronal era ni más ni menos que ponerle freno a los cambios que se vienen dando entre los trabajadores. Estos cambios son las asambleas de base en diferentes sectores de la planta, el sentimiento antiburocrático de la mayoría de los compañeros, la tendencia a la unidad entre contratados y efectivos que se expresaba en la lucha de los efectivos, por ejemplo en Mantenimiento LD, por el pase a planta permanente de los contratados superando la barrera entre trabajadores de primera y de segunda que se expresó incluso en colectas solidarias, asados y fútbol.
En este sentido la UNIDAD conquistada en los paros entre contratados y efectivos empezaba a revertir una importante derrota de los 90: la división entre los trabajadores. Pero los descuentos de salarios en los paros, sumado a que los directivos de UOM impidieron que los contratados votaran junto a los efectivos y además no garantizaban que el aumento sería para todos empezaron a atacar esa unidad. Así fue que al final del conflicto, como anunció un delegado de las contratistas, no pararían si había nuevos paros. De este modo la patronal conseguía uno de sus objetivos, debilitar la UNIDAD alcanzada entre los contratados y los efectivos durante la lucha y que fue una conquista muy importante.
Durante el menemismo de los 90 nos dividieron entre efectivos y contratados, entre tercerizados y planta permanente, entre ocupados y desocupados, hoy alrededor de la mitad de los compañeros de Siderar no están efectivos. Pero ya se terminó la época de las derrotas, de las privatizaciones, se terminaron en diciembre del 2001 cuando De la Rúa, continuador de Menem, se fue de la Rosada en un helicóptero.
Ahora queremos ser tratados dignamente: que los contratados pasen a planta permanente, que no haya trabajadores de primera y segunda, y que todos ganemos un buen salario.
Para atacar esta unidad conquistada empezaron a golpear sobre el sector más débil, es así que despidieron a 185 contratados por UOCRA, encargados de obras, y argumentando que por el conflicto se había frenado el plan de inversiones. Mentiras de la patronal para dividirnos.
Hasta aquí era unánime el sentimiento por seguirla con un plan de lucha. Pero es evidente que toda esta ofensiva patronal combinada con la poca disposición de lucha de los dirigentes fue creando la situación para un nuevo plebiscito en el que se votara por el “SI” al arreglo y “NO” con paros de 48, 72, 92, 120 horas, plebiscito que se realizó el 15 de octubre.
En este marco el resultado fue favorable a la patronal y por el arreglo, aceptando el pre-acuerdo que los directivos del sindicato ya habían firmado.
El acuerdo no significó nada más de lo que ya venían ofreciendo, el blanqueo de sumas en negro, es decir, migajas.
Esta vez ganó el “SÍ” en un 70%, revirtiendo el resultado del plebiscito anterior que rechazaba en un 60% el mismo acuerdo que hoy se está aplicando.
A esa altura del conflicto no era muy creible tanta diferencia, pero aún tomando estas “cifras oficiales” podemos considerar dos cuestiones importantes. Por un lado que hay un 30% en contra que se mantuvo firme a pesar de este cuadro de amenazas. Que un 30 % estuviera a favor de seguir la lucha significa mucho para los trabajadores porque tenemos un sindicato que está acostumbrado a dirigir el gremio por consenso, es decir, sin ningún sector que piense diferente. Además muchos, quizás la mayoría, de los que votaron por el SI no podemos decir que lo hayan hecho por “miedo”. Lo hicieron por no tener confianza en ir a un plan de paros progresivos con una dirección que presionaba para que aceptáramos el acuerdo, que marginaba a los contratados de las decisiones y no les aseguraba que el aumento sería para todos.
De hecho el primer plebiscito rechazaba el acuerdo con un resultado contrario a la postura de la directiva.
Es decir que el “NO” ya no era sólo en contra del arreglo, era en contra de la voluntad del sindicato.
De este sector surgen los compañeros que se quedaron con más bronca.
Pero igual la bronca está en todos lados. Hemos podido ver escraches a delegados que habían votado por realizar el plebiscito y en contra de salir a la lucha, con pintadas en los vestuarios y galpones (“cagones”, “traidores”). Esto es un desgaste enorme de estos dirigentes que frente a la denuncia de la base algunos tuvieron que renunciar.
Es así que, por el momento con el plebiscito, la patronal consiguió un impasse con la intervención del Ministerio de Trabajo a través de una conciliación, durante la cual en este tiempo se desarrollarían las discusiones sobre categorizaciones. Hasta ahora de todo esto no tenemos ningún informe de los paritarios ni de la directiva del sindicato.
Por otro lado también la inseguridad y la incertidumbre de adónde nos llevaban los dirigentes del gremio, sin asambleas de base o un playón de contratados y efectivos, hizo que muchos prefirieran no arriesgarse a medidas de paros más duras. Más allá de las asambleas de base que en algún sector pudieron hacerse y que fueron un gran ejemplo a seguir, no pudieron generalizarse ni existió una presión suficiente como para que se hiciera un Playón o Asamblea General.
No se vió como una necesidad concreta del conjunto y fue la cuestión más débil del proceso, de no darle un mínimo marco de organización que impusiera a los dirigentes la política hacia el conflicto, como por ejemplo en sacarlo hacia fuera, a las calles, con piquetes, actos, asegurarles a los contratados el aumento igual que los efectivos, etc.
De todos modos, ante el peligro de que las asambleas como Mantenimiento LD se extendieran, la patronal a través de los jefes dieron la orden de prohibir las asambleas. Una amenaza digna de una patronal negrera. Es decir que existía la posibilidad de que los trabajadores avanzáramos a organizarnos desde abajo y democráticamente y esto lo vieron como un peligro latente.
Pero la lucha se mantuvo en los marcos de las decisiones de Congresos de Delgados SIN MANDATOS, la consulta consistía en el método del plebiscito totalmente ajeno al de las asambleas democráticas, sin una coordinación con Propulsora (Ensenada) y las plantas de Haedo y Varela que estaban de paro, y una lucha encerrada en la ciudad de San Nicolás sin la más mínima repercusión en los medios nacionales como tantas luchas emblemáticas de los últimos tiempos.
La principal responsabilidad de esta situación que nos ponía en desventaja para enfrentar a una patronal como Techint fue de los principales dirigentes de la UOM.
Lo que nos deja esta primera batalla es mucha bronca porque no conseguimos un real aumento e impotencia porque no pudimos llevar adelante toda la voluntad de lucha que había y que podía desplegarse.
Pero para nada logró la patronal cerrar una situación de conflicto que se mantiene en impasse y que puede preparar nuevos acontecimientos como la renovación de delegados y comisiones internas combativas que nos tome mejor parados, ya que el mayor desgaste no lo sufrieron los trabajadores sino la patronal y todos aquellos dirigentes que no estuvieron a la altura de la lucha que había y se podía dar.

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