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LIBERTADES DEMOCRÁTICAS

LOS YANQUIS DICTAN CURSOS A LAS FUERZAS ARMADAS

Asesorados por el imperio

“Es funcional a la derecha”, diría el latiguillo kirchnerista si no se tratara en este caso de Horacio Verbitsky. El periodista denunció que “tres expertos estadounidenses en Seguridad Nacional, Guerra No Convencional y Operaciones de Información capacitarán al personal del Ministerio de Defensa como parte de un programa para países en que el entrenamiento militar provoca mucha susceptibilidad.

Miguel Raider

13 de septiembre 2012

Asesorados por el imperio

“Es funcional a la derecha”, diría el latiguillo kirchnerista si no se tratara en este caso de Horacio Verbitsky. El periodista denunció que “tres expertos estadounidenses en Seguridad Nacional, Guerra No Convencional y Operaciones de Información capacitarán al personal del Ministerio de Defensa como parte de un programa para países en que el entrenamiento militar provoca mucha susceptibilidad. Los instructores postulan el uso de las Fuerzas Armadas en el control de disturbios, las operaciones antidrogas y antiterroristas”, los cuales podrían contribuir a “una nueva Directiva Estratégica Militar que incorpore estos conceptos” (Página12, 9/9), según el convenio firmado por Frank Mora, viceministro del Pentágono para América Latina, y el ministro de Defensa Arturo Puricelli.

El programa (Expanded International Military Education and Training, E-IMET) viola las leyes de Defensa Nacional, Seguridad Interior e Inteligencia Nacional que separan las tareas de las fuerzas de seguridad de las FF.AA., impulsando que las últimas participen de la seguridad interior, “como ya ocurre en México, Centroamérica y Colombia”, a la medida del Contrato Social para el Desarrollo, el programa reaccionario suscripto por Duhalde, la Iglesia y la derecha más recalcitrante (Página12, 20/6/10).

A su vez, el curso se propone “educar a los amigos y aliados de EE.UU. en el adecuado manejo de sus recursos de defensa” a partir del “respeto por los derechos humanos”, como demuestran los antecedentes de sus instructores: uno de ellos comandó los bombardeos con napalm en Vietnam y otro coordinó las operaciones de despliegue rápido en Afganistán e Irak.

La denuncia evidencia la injerencia norteamericana en la política nacional y devela la puesta en escena de “soberanía” del canciller Timmerman cuando incautó materiales no declarados de un avión militar norteamericano destinados al entrenamiento del Grupo Especial de Operaciones de la Policía Federal, de acuerdo al convenio celebrado con el Ministerio de Seguridad.

En el mismo sentido, el gobernador Jorge Capitanich inauguró una base militar norteamericana en Resistencia gracias a una “donación” de U$6 millones de la embajada de EE.UU. Ya en 2004, los Kirchner impulsaron la Ley 25.880 que habilita la intromisión de personal militar extranjero con inmunidad ante la ley. Argentina integra la Junta Interamericana de Defensa, una institución de la OEA dominada por los altos mandos militares de EE.UU. mediante la cual ejercen su poder de lobby sobre las FF.AA latinoamericanas.

Estos operativos son concomitantes con la reactivación de la IV Flota de los EE.UU. para restituir el dominio sobre su “patio trasero”.
La orientación proimperialista del gobierno fue ratificada por Pérez Rosetti, secretario de Formación del Ministerio de Defensa, pues “es la misma Cristina quien nos dice cuál es la ruta a seguir, que es la de continuar nuestra relación con EE.UU. a partir de un nuevo convenio de cooperación en técnica, actividades y formación en Defensa” en 2013 (˜ámbito Financiero, 10/9).

Fuerzas represivas y seguridad interior

Verbitsky sostiene que en mayo los gobiernos que componen la Unasur insistieron en “distinguir el tratamiento de los asuntos de Defensa de los de Seguridad”, destacando en particular la labor del ministro de Defensa de Brasil Celso Amorim y la ministra de Seguridad Nilda Garré. La pirueta oculta que ambos gobiernos apelan a las llamadas “nuevas amenazas” (narcotráfico, crimen organizado, lavado de dinero) para impulsar la participación de las FF.AA. en tareas de seguridad interior.

A pesar de las diferencias entre Brasil y EE.UU., Dilma tomó el bastón de Lula en “la guerra contra los narcotraficantes” y ordenó la intervención de las FF.AA. en las favelas más grandes de Río de Janeiro y San Pablo con tanques y carros de guerra, mientras alienta la militarización de la Triple Frontera.

Bajo instrucciones de Cristina, Garré y Puricelli enviaron tropas de Gendarmería, Ejército, Fuerza Aérea y la Armada a la villa 1-11-14 de Bajo Flores, la villa 31 de Retiro, la villa 15 (Ciudad Oculta) y los barrios más pobres de San Martín para realizar tareas de “contención social” (Clarín, 2/7). Con el disfraz de la “asistencia sanitaria”, el gobierno trazó el Plan AHI, el nuevo Plan de Abordaje Integral en base a la articulación de los ministerios de Desarrollo Social, Interior, Salud, Defensa y Seguridad. Este plan forma parte de la Operación Conjunta Gral. Don José de San Martín, que asigna a las FF.AA. “misiones subsidiarias de Defensa Civil y Apoyo a la Comunidad” (www.elinformadorpublico.com), complementando el Operativo Centinela y los planes Cinturón Sur y Norte, mediante los cuales el Ministerio de Seguridad empleó 9.200 efectivos de Gendarmería y Prefectura en otras villas del GBA así como en los barrios de la zona sur de la Capital.Mediante esta política el gobierno se propone relegitimar a las FF.AA genocidas, en aras de restaurar el poder de fuego del Estado, ante las consecuencias de la crisis económica internacional.

Alineado con un ala del gobierno en medio de las internas, sorprende que Verbitsky guarde silencio ante personajes como el secretario de Seguridad Sergio Berni, Teniente Coronel y ex servicio de inteligencia del Ejército, quien acaba de reconocer que desplegó “muchísima gente de civil” en la ciudad, en tanto se quejó porque “a los inmigrantes no se los puede deportar”. Berni reprimió a los trabajadores precarizados del plan Argentina Trabaja que manifestaban en la Panamericana, deteniéndolos ilegalmente nada menos que en Campo de Mayo. El silencio es la bancarrota del progresismo.

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