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La gira de K

Alineamiento con EE.UU. y tormentas con las privatizadas

31 de julio 2003

“La actitud de su padre ayudó a consolidar la democracia en mi país”. Créase o no la frase pertenece a Kirchner refiriéndose a George Bush, el progenitor del actual presidente de los EE.UU.
El mandatario argentino, que dice renegar de aquellas “relaciones carnales” (aunque las acompañó una década en silencio), no ahorró elogios y derrochó cordialidad y amistad con el asesino internacional, George W. Junior.
El objetivo planteado de disipar dudas frente al gobierno republicano quedó cumplido con creces. La lectura de los especialistas norteamericanos es que se está frente a un gobierno “confiable”. En nuestro país los empresarios reaccionaron con optimismo. La Bolsa subió y “la comunidad argentina de negocios recibió con alivio el encuentro en la Casa Blanca, porque reabre el diálogo político con los Estados Unidos” (Clarín 25/7).
Alentados por el apoyo de Washington desde el gobierno se busca acelerar los tiempos del acuerdo con el FMI. La exigencia de este organismo es un superávit del 3,5 al 4%, que se garantice un pago anual de 16 mil millones de pesos por intereses de la deuda externa, el reajuste de las tarifas y el resarcimiento económico a la Banca por las “pérdidas” de la pesificación. Lavagna por su parte propuso pagar 12.500 millones de pesos al año y dejar para adelante los otros requirimientos. La idea de “soberanía” de Kirchner y su equipo “renovador” pasa por cumplir con los pagos de la deuda a costa del sacrificio del pueblo argentino. Su retórica se desnuda como pura demagogia.
El alineamiento de Argentina con Estados Unidos vendría a dar un marco político a la búsqueda de “normalidad” que pregona Kirchner. El país “normal” del santacruceño es el país humillado y sometido por el Imperio, donde los únicos que se benefician son los grandes capitalistas.
Por otro lado la cosecha de simpatía en los Estados Unidos no fue igual de correspondida en Europa, en cuyos países, como Francia y España, residen las casas matrices de los servicios públicos privatizados. Según anuncia La Nación (28/7) estas empresas y tenedores de bonos demandaron a la Argentina ante el Banco Mundial por 3800 millones de dólares. Esta facción del capital no quiere resignar un gramo de sus ganancias y exige el mantenimiento de los subsidios y el aumento de las tarifas. Pero a lo sumo lo que se propone Kirchner es contrapesarlas con inversiones norteamericanas y una renegociación de los contratos que favorezca a estas últimas compañías. “A ellos que no pusieron un centavo en la Argentina cuando había que rescatarla le prometen seguridades y a nosotros que se la rogamos y tenemos nuestro dinero allí nos la niega”, se queja amargamente Pérez González, Presidente de la Cámara de inversores españoles en la Argentina. El planteo de reestatizar los servicios como patrimonio público, lo que correspondería a una actitud de mínima independencia, está completamente ausente en los representantes políticos del “capitalismo nacional”.

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