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COLETAZOS EN LA ECONOMIA NACIONAL

Aguando la fiesta

Desde finales del año pasado, la economía argentina venía mostrando señales de recuperación. La profundización de la crisis europea genera incertidumbre en varios aspectos.

Esteban Mercatante y Pablo Anino

13 de mayo 2010

Aguando la fiesta

Desde finales del año pasado, la economía argentina venía mostrando señales de recuperación. La demanda internacional de granos a altos precios y el crecimiento de Brasil eran dos factores claves de esta recuperación. La profundización de la crisis europea genera incertidumbre en varios aspectos.

El “giro” a los mercados, empantanado

Cuando el kirchnerismo definió el canje de la deuda, los centros financieros internacionales estaban llenos de capitales inyectados por los estados (los masivos salvatajes de 2008) y ávidos de colocarlos en negocios rentables. Se esperaba que el canje permitiera emitir nueva deuda barata (a una tasa menor al 10%) para seguir gastando holgadamente hasta las elecciones del año próximo.

Luego de idas y vueltas (por las dificultades para hacer pasar los números del INDEC), el demorado lanzamiento del canje ocurre en pleno recrudecimiento de la crisis griega. Durante los primeros días de la oferta, los bonos cayeron de valores cercanos a los 55 dólares a alrededor de 50 dólares. Los funcionarios del Ministerio de Economía tuvieron que aclarar que el canje no corría peligro, pero la mera necesidad de hacerlo mostraba que la crisis sacudía las previsiones.

Sin embargo, el canje resulta tan beneficioso que aún con esta caída en el precio de los bonos está garantizada una gran aceptación, de no menos del 60%. Es que los tres grandes bancos que intervienen en la operación (Barclays, Citibank y Deutsche) y los fondos buitres compraron los bonos totalmente desvalorizados a 8, 20 o 30 dólares. Incluso si sólo obtuvieran 45 dólares por cada uno (seguramente rondará los 50 dólares), el negocio sería formidable. Además, recibirán un adicional en función de lo que crezca la economía argentina en el futuro (el cupón PBI). Todos estos grandes beneficios otorgados a los especuladores que tienen los bonos argentinos en default garantizan que el canje sea “exitoso” a pesar del aceleramiento de la crisis mundial en los últimos días.

Más difícil va a ser que baje la tasa de interés para emitir nueva deuda. Aunque resta por ver si el gran rescate griego y el “blindaje” de la Eurozona logra patear la crisis o fracasa, lo que es seguro es que se profundizan las dificultades de relanzar el endeudamiento argentino en gran escala. La abundancia de fondos baratos recorriendo el mundo ha pasado a la historia. Como con la caída de Lehman Brothers, los inversionistas “vuelan hacia la calidad”, refugiándose en el dólar y los activos del tesoro norteamericano y el oro, considerados uno de los pocos refugios seguros.

Boudou ya reconoció que la emisión de mil millones de dólares, que era parte del programa del canje, podría no realizarse. Dificultado el camino del endeudamiento externo, el kirchnerismo seguirá gastando metiendo deuda en la Anses y Pami. También usaría las utilidades del Banco Central, lo que significaría masiva emisión de pesos y podría acelerar la inflación.

Eventualmente, podrían avanzar sobre los depósitos de los bancos colocando bonos. La dificultad de meter nuevo endeudamiento en el exterior significará entonces vaciar la plaza local, aumentando las usurarias tasas cobradas por los bancos.

El tipo de cambio y las disputas comerciales en el MERCOSUR

Otro punto que puede complicarse es el de la “competitividad” basada en el tipo de cambio. La volatilidad de la situación europea se está traduciendo en alteraciones diarias de las relaciones de cambio entre las monedas. El euro se deprecia o se recupera de acuerdo al “humor” de los mercados (aunque la tendencia es a la depreciación). En los últimos días el real brasileño se depreció en relación al dólar, lo cual abarató los costos brasileros en relación a Argentina. Si se mantiene la salida de capitales, esta depreciación del real podría profundizarse. Sólo recordar que la devaluación brasileña anterior prácticamente liquidó el esquema de la convertibilidad permite hacerse una idea de sus consecuencias. Hoy las exportaciones argentinas con destino a Brasil y la zona del Euro alcanzan el 40% del total de lo que el país vende al resto del mundo y se ven comprometidas por la pérdida, por ahora moderada, de competitividad del peso.

Argentina no puede acompañar este camino devaluacionista sin riesgos, ya que significaría una aceleración del incremento de los precios y una profundización del ajuste inflacionario que el gobierno viene practicando que podría empujar la resistencia entre los trabajadores.

Por eso los movimientos cambiarios profundizan la puja con Brasil por las trabas comerciales que vienen escalando desde fines de 2008, cuando el gobierno argentino implementó numerosas restricciones a las importaciones con el argumento de defenderse de la crisis y afirmando que apuntaban centralmente a China. En los últimos meses se sucedieron numerosas cumbres para superar la situación. Brasil aspira a volver a tener superávit con Argentina como tenía hasta antes de la crisis.

La perspectiva de una depreciación del real hará más difícil encausar estos conflictos, llevando al gobierno a mantener e incluso reforzar las trabas a las importaciones. Esto podría empañar las buenas expectativas de negocios en el sector automotriz, estrechamente asociado al país vecino.

2011 en la nebulosa

Las dificultades en Europa están abriendo un nuevo capítulo de la crisis internacional, y podrían empujar a las principales economías del mundo nuevamente a una situación recesiva. Esto podría repercutir sobre las economías que vienen empujando el crecimiento de las exportaciones argentinas, China especialmente. Si se da este escenario, es posible que sus consecuencias no se sientan en lo inmediato, dado que las exportaciones de granos se concentran en los próximos meses.

Los que se están viendo afectados son los precios. Aunque todo está sometido a los vaivenes diarios, la fuga de los inversores al dólar detuvo por ahora la tendencia al alza de los precios de los commodities y empujó a la caída del petróleo y los granos, reduciendo las expectativas de ganancias de los principales exportadores del país. Esto significaría una reducción de las exportaciones, y por lo tanto del superávit comercial que agravaría los efectos de la caída del real y el euro frente al dólar. Si los granos siguen cayendo, el gobierno podría recibir una recaudación menor por retenciones.

La semana pasada Cristina Fernández comparaba a Grecia con la Argentina del 2001, sosteniendo que nuestro país se encuentra lejos de esa realidad gracias a eludir los dictados de los especuladores y del FMI. Busca presentar como un triunfo el fracaso que implica el nuevo panorama para el intento del gobierno de abrazarse a los mercados, cuyo primer paso era dar bonos nuevos de mayor valor a esos mismos especuladores para después realizar nuevas emisiones de deuda.

Pero ya sea endeudándose afuera, o en la plaza local con organismos públicos, el gobierno kirchnerista, subiendo el gasto para los pagos de deuda y los subsidios a los capitalistas (ambas cosas representan más del 40% del presupuesto) prepara un ajuste formidable que espera le toque encarar al próximo gobierno. Mientras tanto, aprovecha la inflación que carcome nuestros salarios para aumentar sus ingresos gracias al impuesto inflacionario.


Rescate de las deudas provinciales

Las dificultades de las provincias para hacer frente a sus deudas, junto con las necesidades políticas de los Kirchner, llevaron al lanzamiento del Programa Federal de Desendeudamiento de las Provincias Argentinas. Este rescate significa para muchas provincias evitar la cesación de pagos o volver a emitir cuasi monedas como en 2001.

Es decir, significa el traslado de las dificultades de las provincias a un nivel superior, el de la caja del Estado nacional, que ya tiene sus dificultades propias, pero con esta medida desarma la avanzada de la oposición con medidas como el impuesto al cheque. Además, para cubrir los costos de financiarlo, usarán fondos previamente retenidos a las provincias por Aportes de Tesoro Nacional no distribuidos, lo que suma $9.800 millones.

Las deudas de las provincias que se reestructuran tienen origen en gran medida en el rescate de las cuasimonedas que surgieron con la crisis del 2001 y en la nacionalización de deuda provincial. Es en este sentido, un canje del canje anterior, no impidió que la mayoría de las provincias volvieran a quedar en rojo, producto de una estructura de ingresos fiscales donde la nación concentra la mayoría de los recursos, y existen pocos impuestos –nacionales o provinciales- a las grandes fortunas y propiedades.


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