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Tribuna abierta

Adopción: un derecho dentro del matrimonio igualitario

Entrevistamos a Juan Carlos Volnovich para hablar del tema: parejas del mismo sexo que adoptan niños/as. Juan Carlos Volnovich es médico y psicoanalista especializado en niñez. Autor entre otros libros de Ir de Putas, y de uno de los artículos del libro Adopción. La caída del prejuicio.

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5 de agosto 2010

En todas las discusiones previas a la aprobación de la ley por el matrimonio igualitario, el derecho a adoptar fue y sigue siendo lo más cuestionado. ¿Por qué cree que es cuestionado este derecho?

Por prejuicio. Hay que trabajar sobre los prejuicios que responden, en realidad, a la normatividad heterosexual compulsiva, a la familia conyugal, mamá -papá-nene, la concepción tradicional de la familia burguesa. La nueva ley de matrimonio desafía la norma heterosexual, es una infracción al manual de sexualidad y de procreación. Pero hay que pensar la relación con el Estado, en el sentido de si habría que darle lugar al Estado a que legisle en la vida privada de lo íntimo. Me parece un avance en cuanto el Estado avala el matrimonio entre personas del mismo sexo respecto a otras políticas discriminatorias, pero por otro lado esto refuerza la injerencia del Estado en cuestiones de “poder”, al intervenir en cuestiones de la sexualidad. Yo puedo decir que estoy de acuerdo con el matrimonio igualitario, lo que además puedo decir es que no estoy de acuerdo con el matrimonio, porque no estoy de acuerdo con la intervención del Estado con respecto a lo privado.

Uno de los argumentos de los opositores al derecho a adopción de las parejas del mismo sexo es que los niños necesitan de la figura materna y la paterna para un buen desarrollo psicosocial. ¿Cuál es su opinión respecto a esta afirmación?

Estoy convencido, por mi experiencia en la clínica, que el niño o niña, por la inmadurez en la que nace, necesita de atenciones materiales de un adulto, que lo cuide, lo alimente, le dé afecto, independientemente del sexo u orientación sexual de la persona que se haga cargo de la crianza del niño o niña; me da lo mismo que sea heterosexual, bisexual, homosexual, mientras esas necesidades se les brinde.

Tal vez la diferencia que yo pueda tener con las organizaciones que luchan por estos derechos, a las que acompaño activamente en sus reivindicaciones, es que al tiempo que su lucha es un avance, uno no puede ignorar que refuerza ciertos valores tradicionales, valores capitalistas y patriarcales de la familia burguesa, el de mamá-papá-nene. Sería ingenuo suponer que en semejante gesta, la de romper con ciertos pilares de la opresión patriarcal, no tienen efecto alguno en la constitución psíquica de los sujetos criados por parejas que se atrevieron a romper con uno de los prejuicios más bochornosos de la historia de la sexualidad y a inscribir en su remplazo una página luminosa que alienta las mejores esperanzas para el futuro… Aún no es posible saber cuánto de repetición de los valores sagrados de la familia tradicional se juega en esta aventura; cuánto de innovación… Hasta hoy es cierto que la reivindicación legítima de los homosexuales ha quedado reducida a no ser discriminado, y no reclaman el derecho a tener hijos homosexuales. Habría que ver qué pasaría si los homosexuales reclamaran el derecho a reproducirse. Esta primera oleada que son en general una élite de homosexuales varones y mujeres muy inteligentes, no plantean la plenitud de derechos, no reclaman el derecho a reproducirse.

Un trabajador nos contaba que estaba muy de acuerdo con el matrimonio igualitario pero no así con el derecho a adoptar por parte de estas parejas. Lo contradictorio es que cuando su mujer y él salían a trabajar dejaban a sus hijos al cuidado de una travesti ¿Cómo podría explicar esta contradicción?

El ejemplo demuestra cómo se convive con prejuicios patriarcales y prácticas más innovadoras. Estas cuestiones, que están instaladas en la cultura como creencias, son las que cambian más lentamente, es lo que Freud llamó la instancia Superyoica. Los cambios lentos no sólo suceden en lo cultural, en lo ideológico, sino también en la biología. Los cambios en la biología son mucho, mucho más lentos. Sin embargo estamos en este momento asistiendo a un cambio en la biología absolutamente revolucionario, hasta ahora se había dicho que el nacimiento, la vida, se producía en el cuerpo de una mujer por medio de una relación sexual. Con la inseminación asistida, con la gestación de probeta, se ha podido separar la relación sexual y el cuerpo de la mujer para dar vida, pueden nacer bebés, en un tiempo, que no es un tiempo del sexo y en un cuerpo que no es el de la mujer. Sin embargo, esos bebés que nacen de probeta son criados por mujeres y ese es un dato de la realidad, no hay experiencias de que hayan sido criados por varones, no sólo son las mujeres quienes los paren sino quienes los crían. Cómo nazcan es un dato de la biología, el cómo se los cría es un dato de la cultura; entonces no me extraña la contradicción del trabajador.

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