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MOVIMIENTO OBRERO

HISTORIAS DE JUJUY, TIERRA OBRERA

˜ácido del citrus sobre los cosecheros

En Calilegua y otras localidades de Jujuy y Salta, Ledesma S.A.A.I. posee más de 2800 hectáreas de plantaciones de naranja, pomelo, limón y mandarinas.

Silvio Cruz

16 de agosto 2012

En Calilegua y otras localidades de Jujuy y Salta, Ledesma S.A.A.I. posee más de 2800 hectáreas de plantaciones de naranja, pomelo, limón y mandarinas. A partir de la apertura de la planta de extracción de jugos, y las nulidades arancelarias para la exportación de frutas a Europa, Ledesma buscó asegurarse estos “jugosos” negocios. En los ‘90 se encargó de que el cultivo de los cítricos pase por muchos cambios, permitiendo un salto en la productividad de los más de 1.200 obreros que emplea durante la temporada de la cosecha en condiciones de superexplotación.

El uso de la Ley Agraria de la dictadura

Desde los ‘70 el ingenio, amparado por la ley Agraria 22.248 de la última dictadura, ficha solo por temporada a los “cosecheros”. Trabajan a destajo, bajo estricto control del capataz, cobrando por cada mochila de 15 kg de fruta cosechada una ficha con un valor de un $1 a $1,25, dependiendo del tipo de fruta y su estado.

Los cosecheros no reciben ropas, calzado o elementos de seguridad acorde a su tarea como el resto de los trabajadores del ingenio.
Viajan hacinados en los trailers (un acoplado de acero con pocas ventanas tirado por un camión de carga). Parten con una hora de anticipación hacia las fincas, siempre a merced de perder un día de trabajo por el clima, ya que la fruta mojada con el rocío o la lluvia no se cosecha pues las marcas de los dedos implican la pérdida del valor de venta para el extranjero.

El cosechero tiene sus manos hinchadas y llenas de llagas. La fruta nunca es inalcanzable, aunque las ramas estén cubiertas de espinas. Los accidentes son una constante: lesiones en la espalda por el peso de las mochilas y caídas desde las escaleras tijera de más de 3 metros de altura. Siempre el ausentismo por enfermedad o accidente es un condicionante para su ingreso en las próximas temporadas.

La tercerización y el trabajo por temporada: el yugo sobre el obrero
Ledesma subcontrata. Desde hace más de 10 años explota también a un grupo cada vez más grande de empleados, que llega a más de 500 jóvenes.

La mejor y más valiosa fruta es sólo para los “cosecheros” de planta. Los contratados y tercerizados se quedan con lo peor, trabajando a contra-reloj para llegar a fin de mes. A diario almuerzan pan con conservas, o modestas viandas que preparan sus compañeras, porque la patronal les reconoce por viáticos apenas poco más de 10 pesos. Comparten entre compañeros lo poco que hay para comer, como comparten también su odio hacia la patronal.

Todos los años, los pocos cosecheros que eligen los capataces y supervisores son trasladados a las zonas de cultivo de caña de azúcar para recibir como recompensa a su “esfuerzo y dedicación” cinco meses más de trabajo. Las tareas en los campos de caña para los que vienen del citrus son las más duras, como la aplicación de herbicidas y el riego de los surcos con agua cachaza (mezcla de residuos industriales con residuos de jugo de caña). En el feudo de los Blaquier lo que es un derecho legislado como el trabajo bajo convenio y la permanencia, está visto como un regalo que obsequia la empresa al trabajador.

Luchas y reprimendas

En Ledesma, la organización y los reclamos son castigados. En la temporada anterior, a los obreros de “frutales” que se adhirieron al paro histórico de los azucareros de 2011 se les negó la posibilidad de cumplir un año completo trabajando en los cultivos de caña, presionándolos a retirar las denuncias realizadas en el ministerio de Trabajo. Muy a pesar de las reprimendas, los trabajadores empezaron a organizarse logrando arrancarle a Ledesma la aplicación de parte del convenio de UATRE y echaron del sindicato a sus antiguos dirigentes. Queda ahora la tarea de borrar, con la lucha y la puesta en pie nuevamente de la asamblea, toda herencia burocrática y pro-patronal que impregnó en el sindicato, Gerónimo “Momo” Venegas y el PJ, para abolir las cadenas de superexplotación que pesan sobre los obreros rurales por la aplicación de la Ley Agraria, que ampara a los capitalistas del campo y latifundistas.


Voces de los obreros del citrus

“Los changos empiezan a cuestionar la autoridad del capataz, se le empiezan a animar.

Nuestro sindicato nos entrega como carne de cañón, sin embargo estamos afiliados y nos descuentan. De un sueldo de $1500 limpio nos llegaron a descontar $400 en una quincena. El viático miserable que nos dan, no alcanza para nada.

El sindicato nos descuenta para una obra social que no podemos utilizar. A los accidentados tardan varios meses en cubrirle los gastos.

Tenemos las manos destrozadas. Todo eso para producir riqueza para Blaquier.

La apuesta de muchos trabajadores por agencia es quedar fichados después en la fábrica. Entonces eso limita a que quieran organizarse porque es exponerse a que después no te tomen. Te ilusionan. El año pasado dijeron que iban a hacer legajos, pero después no hicieron nada.
Esta situación tiene que cambiar, tiene que haber un levantamiento obrero”.

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