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ATEN levanta el paro y corte de ruta planificado para Semana Santa

Este miércoles, ante el anuncio de corte de ruta para Semana Santa que hizo el Sindicato, el Gobierno de Sapag llamó a la conducción a negociar, dos horas antes de la convocatoria al corte.

Yazmín Muñoz

9 de abril 2009

Este miércoles, ante el anuncio de corte de ruta para Semana Santa que hizo el Sindicato, el Gobierno de Sapag llamó a la conducción a negociar, dos horas antes de la convocatoria al corte. Las conducciones de provincia (Azul y Blanca) y de capital (Naranja/Lila) suspendieron entonces el corte hasta después de la negociación, las asambleas y el plenario. En los hechos, levantaron la medida de corte ante el llamado a mesa de negociación en lugar de usarlo como correlación de fuerzas a su favor.

En esa negociación, el Gobierno volvió a ofrecer lo mismo que en la primera mesa hace dos semanas, pero con un retoque: los $150 serían remunerativos y no bonificables (antes no lo eran) y volvieron a aparecer los $50 de material didáctico; a esto se suma la promesa de pase a planta de 203 auxiliares de servicio en tandas de 100 y cupos en el Plan Federal de Viviendas.

Las compañeras y compañeros de ATEN estuvimos durante seis semanas dando una dura lucha, en soledad, contra el techo salarial impuesto por el gobierno kirchnerista, con la complicidad de la CTERA. Un techo que sabíamos que deberíamos intentar romper a fuerza de lucha en cada provincia. Y así lo hicimos una vez más abandonados por la CTERA. Así fue que Neuquén y Río Negro, dos provincias unidas por varios puentes, dieron cada una su lucha por separado con los costos que sabemos que eso implica. Lo mismo pasó, por ejemplo, con la provincia de Buenos Aires o Capital, y las respuestas de los gobiernos provinciales fueron para todos las mismas: no más de $200 en negro.

En Neuquén, las conducciones de ATEN una vez más se negaron sistemáticamente, desde el principio de la huelga, a unificar los reclamos con otros sectores, como Salud y Zanon, por ejemplo. A pesar de los análisis de algunas de las agrupaciones que intentábamos aportar una visión más general de la crisis que se viene y que ya están descargando sobre nosotros, la dirigencia se empeñó en tomar a ésta como una lucha reivindicativa más. A mitad del conflicto tuvo el reflejo (después de años de recalcárselo) de apuntar las miradas hacia la fuente productora de los recursos en nuestra provincia: el petróleo. Esto podía llevar la lucha a un terreno mas político, de cuestionamiento al régimen y al sistema y a un diálogo importante con la comunidad, que a partir de la renacionalización del petróleo podría ver sus demandas satisfechas. Pero pronto se olvidaron de eso, y se volvió a una discusión pequeña acerca de cómo repartir la masa salarial, es decir la miseria.

Esta estrecha mirada sindicalista, acompañada de agotadoras marchas por toda la ciudad, acampes en una Casa de Gobierno vacía por el asueto gubernamental, y largas esperas de mesas de negociación infinitas, fueron diezmando las fuerzas. Las compañeras y compañeros que en las primeras semanas llevaron el paro a un altísimo acatamiento de 90%, fueron cansándose ante la falta de una estrategia clara para ganar por parte de las conducciones. No estaban claras las demandas por las que salíamos ni, mucho menos se trazó un plan para conseguirlas. Y a medida que corrían las semanas esa falta de perspectiva se hizo más cruda ante las tibias respuestas del Gobierno del MPN y fue minando la confianza que una gran parte de trabajadoras/es aún depositaban en las conducciones.

El aislamiento nacional y la falta de una política de llamar a la unidad a todos los sectores para enfrentar al enemigo común, nos llevaron a la decisión del corte de ruta. Las conducciones se opusieron con todas sus energías a que esto se lleve adelante, pero no pudieron evitar que se vote. Por eso, aunque hicieron denodados esfuerzos en las últimas asambleas por aceptar el acta miserable del Gobierno, hasta hoy no lo lograron, porque las compañeras y compañeros de Neuquén saben que sacar de nuestros salarios las sumas en negro nos costó hasta la vida de un compañero. Y que nuestra lucha salarial debemos enmarcarla en la lucha contra las leyes educativas kirchneristas que degradan la educación y precarizan el trabajo.

Pero ayer el cansancio, el descomunal descuento de los días de paro y las maniobras de las conducciones pudieron más y la base decidió levantar las medidas con las mínimas conquistas arrancadas. La conducción Azul y Blanca (que lleva adelante la línea de la Celeste nacional) y la Lila (que supuestamente es la oposición combativa en el país), se pusieron de acuerdo para ponerle un moño a los enormes esfuerzos hechos por la base. Y lo consiguieron… por ahora.

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