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ALDO CASAS, Director de la Revista Herramientas

PTS

26 de noviembre 2009

Hace 20 años cuando la implosión del mal llamado “socialismo real” fue acompañada por la restauración del más salvaje capitalismo, incluso en la China conducida por un partido llamado comunista circulaba en los países del Este, esta broma: “¿Sabés qué es el socialismo? , es el camino más difícil y tortuoso para pasar del capitalismo al capitalismo”. Más allá del cinismo, el chiste reflejaba el abismo abierto entre los iniciales ímpetus emancipatorios del movimiento obrero revolucionario y las realizaciones prácticas tanto del comunismo estalinizado como de la social democracia (…) sobre los escombros del estalinismo y la socialdemocracia debemos clavar un cartel con este recordatorio: los principios no se negocian. Me refiero a los principios generales que inspiran y sostienen la estrategia emancipatoria que no apunta a un simple cambio de gobierno, ni siquiera de estado, sino a una revolución total, a la construcción de una sociedad nueva, sin clases. Estos principios son por ejemplo la crítica intransigente del orden del capital, así como también la irrestricta auto crítica de las experiencias revolucionarias y de nuestras propias organizaciones o el carácter mundial de la revolución en oposición al engendro teórico del socialismo en un solo país, la coexistencia y la competencia pacífica entre sistemas.

El presente y el futuro del socialismo dependen de la decisión de ir más allá del capital y de conquistar la capacidad para hacerlo, comenzando por reconocer que la transición socialista se ha vuelto mucho más complicada de lo que pudieron suponer Marx, Lenin o el mismo Trotsky (…) Y es preciso advertir que los principios generales que antes reivindiqué, siendo imprescindibles, resultan insuficientes dado que la cuestión crucial para la política socialista es aferrarse en las mediaciones necesarias y a escapar a las mediaciones falsas que constantemente produce el viejo orden a fin de asimilar a sus opositores. Así pues, para convertir al proyecto socialista en una realidad irreversible, tendremos que efectuar muchas transiciones dentro de la transición, puesto que el socialismo mismo podría definirse como una constante autorenovación de revoluciones dentro de la revolución. La dificultad radica en que la del poder del estado de ninguna manera implica lograr el control de la reproducción y del metabolismo social.

Es posible demoler el estado burgués pero no puede hacerse lo mismo con la dependencia estructural del capital que es heredada por los trabajadores, por que esa dependencia está materialmente sostenida por la división estructural jerárquica del trabajo y solamente puede ser modificada en un sentido progresivo mediante la reestructuración radical de la totalidad de los procesos reproductivos sociales, es decir mediante una progresiva reconstrucción de la totalidad de esa forma social que se hereda.

Nunca como hoy ha sido tan necesaria una educación política de masas que implica una relación de ida y vuelta. Es imposible desarrollar un movimiento político revolucionario con raíces de masas sin el trabajo apasionado y vital de educación política. Pero esta tarea sólo es posible si superamos las distinciones arbitrarias entre tareas sindicales y tareas políticas alentando un proyecto emancipatorio inclusivo que se concreta luchando y aprendiendo a construir cotidianamente y en todos los ámbitos poder popular. En los diversificados y complejos procesos de lucha de clases que recorren nuestro continente debemos prestar particular atención a lo que llamo el advenir del socialismo (…) Pensar el advenir del socialismo enriquece la perspectiva y la concepción misma de transición adquiere nuevas dimensiones, en relación a la tarea de enfrentar la crisis en su doble dimensión de crisis estructural del capital y crisis civilizatoria.

Así concebida una hipótesis estratégica de construcción de poder popular podrá enlazar en un mismo proceso A) el empeño por el contra restar la actual disgregación y heterogeneidad de los de abajo, asumiendo un combate social político que desborde el corporativismo. B) el desarrollo de subjetividad revolucionaria y C) la construcción de organizaciones populares autónomas capaces de ganar reconocimiento y fuerza. Esta fuerza del poder popular, podrá tener diversas formas y manifestaciones, pero en todos los casos surgirá de la creación de nuevos lazos sociales entre los oprimidos y explotados al resistir juntos las presiones del capital y desplegar una interrelación ajena a los dictados del mercado y a lógica de valor, inspirándose en la solidaridad. Esta orientación enlaza el trabajo paciente apuntado a cambiar una desfavorable relación entre las clases con la audaz afirmación de la actualidad de la revolución. Diré para terminar con el peruano José Carlos Mariátegui, no queremos ciertamente que el socialismo sea en América calco y copia, debe ser creación heroica, tenemos que dar vida con nuestra propia realidad.

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