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PORTAZO DE LOS RURALISTAS DESPUES DEL ENCUENTRO CON EL GOBIERNO. ANUNCIAN MEDIDAS.

¿A qué juega la Mesa de Enlace?

El dinero que el gobierno “no tiene” para construir viviendas u otorgar créditos baratos a las familias que, desesperadas, buscan un lugar donde vivir como se vio en el Parque Indoamericano, sí lo tiene para los “productores” agrarios.

Pablo Anino

13 de enero 2011

El dinero que el gobierno “no tiene” para construir viviendas u otorgar créditos baratos a las familias que, desesperadas, buscan un lugar donde vivir como se vio en el Parque Indoamericano, sí lo tiene para los “productores” agrarios. Aunque Cristina Kirchner metió presión con la presencia de Tomada, en la reunión con la Mesa de Enlace no se discutió ningún tema relevante para los trabajadores del campo. El Ministro de Agricultura sólo comunicó créditos a tasa cero a los “productores” trigueros y a tasas subsidiadas a otras producciones, a lo que se sumó la medida de la liberalización del saldo exportable de trigo.

Horas después de la reunión, la Mesa de Enlace respondió que desde el lunes que viene se establecía el cese de comercialización de cereales y oleaginosas por una semana como medida de protesta. A pesar de las concesiones del gobierno, los ruralistas saben que se verían más beneficiados aun con la liberalización total de las exportaciones. Así cobrarían precios internacionales por el trigo, algo que ahora está relativamente limitado por las maniobras de las exportadoras por los cupos establecidos para garantizar la provisión local. Aunque los terratenientes quisieran limitar el margen de maniobra de las exportadoras, al ser sus socios menores y estar estrechamente ligados a través de las operaciones de venta (y otras muchas vinculaciones), lo hacen mediante un reclamo que apunta a aumentar la riqueza que podrían obtener de conjunto para repartirse.

Unas diez exportadoras, la mayoría multinacionales, entre ellas Cargill, Bunge, Dreyfus, AMD y, la denunciada Nidera, concentran la casi totalidad del comercio exterior de cereales y oleaginosas. En la comercialización de trigo prevalecen solo estas cinco que manejan los cupos del gobierno, pero a pesar de este beneficio prefieren no “cargar” con ninguna regulación. El gobierno establece que las exportadoras tienen que pagar a los “productores” trigueros el precio FAS. El FAS es un precio teórico donde al verdadero precio internacional (de exportación) se le descuentan todos los gastos incluidos en el proceso de exportación. Como las molineras tienen que comprar a precio internacional el gobierno las compensa con subsidios. Las exportadoras tienen que abastecer las necesidades de los molinos y el cupo exportador. Cumplido esto no tienen necesidad de comprar más trigo a los “productores”, que entonces se ven presionados a vender a menor precio que el teórico, más cuando hay cierta oferta excedente.

Los “productores” saben que la liberalización del comercio les permitiría aproximarse más a los precios internacionales, mayores a los locales. Además, con un mercado mundial pujante las exportadoras comprarían más trigo a sus socios menores. El gobierno buscó dar mayor capacidad de negociación a los “productores” con financiación de los gastos de siembra por 180 días a tasa cero para lograr maniobrar con la retención de trigo cuando las exportadoras no le pagan el FAS.

Todos estos malabares de lo que dan cuenta es que el “modelo” de los K favoreció la agriculturización, con preponderancia de soja sobre el resto de los cultivos, llevando a la caída de la producción de otros alimentos.
Aunque algunos presentan cierta recuperación, es insuficiente. La sojización se impone gracias a su gran rentabilidad. Esto no significa que las otras producciones no tengan rentabilidad, sino que a veces tienen menos. Además, muchos “productores” rotan soja y trigo, o realizan combinaciones con otras producciones.

Estas son las consecuencias de un “modelo” en beneficio de los terratenientes y de un puñado de exportadores. Para acabar con las especulaciones y garantizar la alimentación de toda la población, la única solución es la expropiación de los grandes terratenientes y la gran burguesía agraria y la nacionalización del comercio exterior, para poner toda la producción bajo un plan racional en manos de los trabajadores.

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