Después del receso de la primera quincena, se reanudaron las audiencias en el juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra. Juan Carlos “El Gallego” Fernández, secretario administrativo de la UF y mano derecha de Pedraza, volvió al estrado y acusó al PO por la muerte de Mariano, pues “darles un muerto… es darles una bandera”, “se habla de un tirador del otro lado, nadie lo investigó. Se habla de gente con armas en Plaza Constitución que no tenía nada que ver con la Unión Ferroviaria, nadie lo investigó”. La acusación resultó tan increíble después de infinidad de testimonios que prueban lo contrario, que para matizar terminó alegando que “pudo haber sido un infiltrado”.

Después de los desaguisados de varios testigos de la defensa, que pusieron en evidencia la comunicación permanente sostenida por Pedraza y Fernández con los miembros de la patota mientras se desarrollaba el plan criminal, El Gallego amplió su declaración indagatoria, admitiendo que habló por teléfono con el jefe del grupo ferroviario, Pablo Díaz, ordenándole “que se fueran porque esa gente es agresiva y temíamos que lastimaran a algún compañero”. Claro que Díaz no estaba con un grupo de un jardín de infantes sino con una patota de más de 220 matones y barrabravas como Cristian “Harry” Favale, uno de los tres tiradores que segaron la vida de Mariano e hirieron a Elsa, del cual todos los imputados ahora quieren separarse. Más de una mueca pícara despertó El Gallego, cuando señaló que un día después del crimen de Barracas rechazó la solicitud de ingreso al ferrocarril de Favale porque “no había aprobado el examen psico-técnico”. Como se desprende de otro testimonio, estos hombres nada “agresivos” practicaban tiro en las instalaciones traseras del Museo Ferroviario Bonaerense de Avellaneda para “cazar a los zurdos”.

En su declaración, Fernández desacreditó la movilización de los más de 1.500 trabajadores tercerizados que luchaban por el pase a planta permanente porque “era un ataque al sistema ferroviario, como en la década del 90”. ¡Desopilante! Fernández secundó a Pedraza apoyando las privatizaciones de Menem, cuando expulsaron a 80.000 ferroviarios y eliminaron miles de kilómetros de vías férreas, entregando al ferrocarril que transformó a cientos de localidades pujantes en olvidados pueblos fantasma.

Entre los audios seleccionados a raíz de las escuchas telefónicas ordenadas en el período de instrucción, la audiencia del martes 15 reprodujo una conversación lapidaria entre Fernandez y el ex subsecretario de Transporte Antonio Luna: “Gallego, Gallego, como te estás quedando sin amigos, yo te llamo para solidarizarme con vos... Están atentando no contra la Unión Ferroviaria, están atentando contra el sistema... Creo que más que nunca hay que dejar actuar a la justicia… ¿Porque sabés cuál es la mejor forma de defenderse? No aclarando nada… ¿Qué vienen a hablar de precarización del trabajo si esto viene degenerándose desde el año 89? ... Lo único que quería decirte, Gallego, es que yo a los amigos los acompaño… hasta la puerta del cementerio”.
Luna, así como el Ministro de Trabajo Carlos Tomada y su secretaria Noemí Rial, de cuyas escuchas telefónicas se deduce su correspondiente complicidad, permanecen impunes al lado del ex secretario de Transporte Juan Schiavi y los empresarios de la UGOFE, mientras el pedracismo sin Pedraza sigue reinando en el ferrocarril. La movilización en las calles es el camino para que todos los responsables se pudran en la cárcel.