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Paremos la guerra imperialista contra Irak!

A las calles contra la guerra imperialista

21 de marzo 2003

 La maquinaria bélica del imperialismo yanqui ya hizo sus primeras descargas de bombas asesinas sobre Irak. El tiempo corre. No hay medias tintas: “o con nosotros, o con ellos”, dijo Bush. El imperialismo es el enemigo público número uno de todos los pueblos del mundo.
En nuestro país esta guerra de genocidio imperialista ya ha despertado un enorme odio contra los yanquis. Argentina encabeza las encuestas de rechazo a la guerra. Todos los representantes políticos de la burguesía que se han pronunciado contra la guerra, lo hacen sabiendo que sería muy impopular, mucho más en tiempos electorales, tomar partido abierto por Mr. Bush. Sólo el menemismo acompañado de sus acólitos Hadad y su canal 9 y Radio 10, han hecho de la causa norteamericana su bandera de campaña. La ilusión duhaldista de una vuelta a la normalidad luego de la crisis, amenaza con chocar de frente con la realidad de la guerra que puede traer como consecuencia efectos desestabilizadores para toda América Latina.
Contra el sentimiento mayoritario del pueblo, el gobierno de Duhalde, intenta desmarcarse del menemismo en nombre de una supuesta “neutralidad” en una pose demagógica. La ayuda humanitaria al opresor planteada por el delfín de Duhalde, Kirschner y por Ruckauf- es en realidad una asistencia a la acción de guerra, el apoyo a la ocupación “aliada” de Irak. Es un auxilio complementario a los 5000 millones de dólares en pago de la deuda externa, y del acuerdo con el Fondo Monetario, que seguramente el imperialismo utilizará para financiar en parte su campaña bélica. La presión del embajador israelí para que Argentina se sume a la acusación contra Irán como responsable del atentado a la AMIA hallaron un rápido eco en el gobierno y la justicia local como parte de la campaña de guerra. Por si fuera poco, la guerra ha servido como excusa para reforzar la seguridad en instituciones israelíes y americanas (incluídas sus empresas, como los Mc Donalds) y reprimir a quienes nos manifestamos activamente contra la guerra frente a la embajada norteamericana. Desde el PTS repudiamos el alineamiento del gobierno argentino con los agresores.
La “pacifista” Elisa Carrió se ha ubicado incondicionalmente del lado de la ONU. Sigue en esto los pasos de Lula en Brasil que se ha declarado partidario de la política exterior del imperialismo francés, que hipócritamente asume una postura contraria a la guerra, en defensa de sus propios intereses amenazados. El pretendido “antinorteamericanismo” del ARI (quien hasta hace no muchos meses elogiaba a la democracia norteamericana y a su “capitalismo serio”) y su crítica a la “neutralidad” es una pose engañosa. La centroizquierda –lejos de defender la soberanía iraquí, un pueblo semicolonial como Argentina– bregaba por derrotar a Irak bajo los auspicios del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que garantice una tajada a los imperialismos europeos.
En Argentina, luego de Malvinas, sufrimos en carne propia el significado de la victoria imperialista sobre un país oprimido (recordemos la política de sumisión de Alfonsín). Luego de la Guerra del Golfo en 1991 y la derrota de Irak se impuso la ofensiva neoliberal. La entrega nacional y la degradación de nuestro pueblo bajo el gobierno de Menem y Cavallo, la era de las “relaciones carnales” fueron un producto de esa carnicería imperialista. Los trabajadores argentinos ya sabemos lo que nos espera si los imperialistas terminan exitosamente con esta guerra rapaz que tiene entre uno de sus objetivos establecer un nuevo estatuto de coloniaje con los países de la periferia. Frente a tan bárbaro objetivo no hay “neutralidad” posible.
La oposición argentina a la guerra no puede quedar en manos de quienes han entregado el país, de quienes se arrodillan frente al imperio y la banca internacional. La derrota del militarismo norteamericano es de interés exclusivo de los trabajadores y el pueblo, que contra los cipayos y entreguistas locales, protagonizaron las jornadas revolucionarias de diciembre del 2001. La lucha contra la guerra imperialista y las pretensiones coloniales de los EE.UU. está íntimamente unida al combate para acabar con este gobierno ilegítimo y cipayo y el domino de la burguesía nativa.
Los trabajadores y el pueblo argentino debemos sumarnos al torrente mundial de las masas que se oponen a la guerra. Las dos masivas marchas a la Embajada norteamericana, las acciones antiimperialistas realizadas durante el primer día de guerra, los amplios pronunciamientos de los intelectuales, los artistas, las organizaciones sociales, obreras, estudiantiles y populares, son una base que debe dar paso a la formación de una gran coalición que agrupe a los sindicatos combativos, los movimientos piqueteros, las asambleas, las federaciones y centros estudiantiles universitarios y secundarios, los organismos de izquierda y todos los partidos que se reivindican antiimperialistas o democráticos.
La directiva de la CTA ha dado tibias muestras de su repudio a esta guerra, pero se ha abstenido hasta ahora de organizar un gran movimiento en su contra. Las CGT de Daer y Moyano han optado por el silencio, acompañando la política del gobierno y Rodríguez Saá. Hay que exigir a la CTA, a la FTV-CCC que organicen una gran medida de lucha, con paros, piquetes y movilizaciones en todo el país para hacer sentir nuestro repudio al imperialismo.
La multiplicación de acciones como por ejemplo el paro y concentración de media hora el 20 de marzo de los obreros del Astillero Río Santiago contra los bombardeos, la iniciativa de los Universitarios contra la guerra, la organización de comités en base a las facultades, escuelas, y las asambleas populares son un camino a recorrer. Debemos organizar festivales, escraches a las empresas imperialistas y las embajadas, a la Bolsa de Comercio, a los Bancos extranjeros. Tenemos que ser centenares de miles en las calles.
Hay que poner en pie un movimiento de masas y pegar donde más les duele. Hay que imponer que no se pague un centavo más de la deuda externa y la ruptura de las relaciones con las potencias agresoras. Las empresas como Repsol, el Citybank, el HSBC, Bank Boston, Telefónica, Esso, Ford, por nombrar sólo algunas de las que explotan despiadadamente a nuestros trabajadores y succionan las riquezas del país para financiar la maldita guerra de Bush, deben ser un blanco de la lucha antiimperialista y debe ser exigida su expropiación, bajo control de los trabajadores.

Todos a las calles por la derrota del imperialismo.
El 24 de marzo todos a Plaza de Mayo contra la guerra imperialista. Por comités de acción en barrios, lugares de estudio y trabajo.

Prensa

Virginia Rom 113103-4422

Elizabeth Lallana 113674-7357

Marcela Soler115470-9292

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