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¿”A la izquierda de Kirchner está el abismo”?

La derrota del kirchnerismo ante las entidades patronales del campo plantea un balance sobre las orientaciones de los movimientos sociales afines al gobierno.

Facundo Aguirre

31 de julio 2008

La derrota del kirchnerismo ante las entidades patronales del campo plantea un balance sobre las orientaciones de los movimientos sociales afines al gobierno.

El movimiento Libres del Sur dice ahora que si el “gobierno popular” se proponía encabezar una lucha contra la “derecha golpista y oligárquica” “tendría que haber elegido adecuadamente a sus aliados”.

Claro está que esto lo dicen después de haber apoyado –junto al resto de los movimientos K- las listas del Frente para la Victoria.

Victoria Donda, de este movimiento, llegó al Congreso acompañando a los ex menemistas y duhaldistas reciclados y el “tren fantasma” de los intendentes del conurbano bonaerense. ¿No fue Emilio Pérsico del Movimiento Evita –amén de Secretario de la nueva conducción del PJ- Jefe de Gabinete del “sojero” Felipe Solá?

La derecha es hija del “modelo K”

Ahora los movimientos K dicen que el gobierno debe afrontar un “rumbo económico” que “distribuya la riqueza” en beneficio de las mayorías populares. Esto es lo que ellos llaman la defensa del “modelo K”.

Pero ¿qué es el “modelo K”? La política de reconstruir una burguesía “nacional” productiva en base a un dólar alto, salarios devaluados, trabajo en negro y subsidios generalizados al gran capital. Todos los movimientos sociales K apoyaron entusiastamente esta política porque a partir de ella –decían- se iba a “distribuir la riqueza”. Incluso durante el conflicto con el campo reprochaban a los ruralistas su desagradecimiento para con el gobierno que les permitió gozar de una renta extraordinaria. Durante el mandato de Kirchner la “sojización” –tan denunciada- aumentó exponencialmente.

El “modelo K” cobijó bajo su ala al gran capital agrario, al gran capital industrial y permitió el surgimiento de una casta de “empresarios nacionales” -amigos de los Kirchner- como el banquero Enrique Esquenazi, quien se quedó con el 25% de la filial argentina YPF o como Cristóbal López, dueño del Casino Flotante de Puerto Madero. Dicho sea de paso, mientras en el mes de febrero de este año la Prefectura reprimía la lucha de los jóvenes trabajadores del Casino para defender al empresario, los dirigentes Humberto Tumini, Emilio Pérsico, Luis D’Elia y Edgardo De Petris, de los movimientos sociales K se reunían con Kirchner en su comando de Puerto Madero para discutir el “rearme” del PJ.

Rotas las condiciones donde todos los capitalistas ganaban y necesitados de aumentar la tajada de la rentabilidad agraria que se apropiaba el Estado, para pagar deuda externa y seguir subsidiando a la burguesía industrial y las privatizadas, el Kirchnerismo encontró una ideología justificatoria para tratar de concitar voluntades en su lucha contra la derecha. Los movimientos sociales K se transformaron en los máximos apologistas de la lucha contra el egoísmo clasista de las patronales rurales. No era de extrañar escuchar a los representantes de los movimientos “nac & pop” y los intelectuales progres hacer violentas denuncias contra el golpismo de la oligarquía o sesudos análisis sobre los antagonismos sociales, donde se denunció la concentración de la propiedad de la tierra o la explotación de los peones rurales.

Pero a la hora de tocar el tema de los industriales sólo se habla de “producción” y de los “beneficios del modelo”, desapareciendo mágicamente todo “antagonismo” entre las clases. Es decir, que la ideología “nacional y popular” está al servicio de seguir defendiendo al “modelo K” y sus mandantes patronales que –dicho sea de paso- fueron tan golpistas en el pasado argentino como sus hermanos capitalistas de la Sociedad Rural.
La reclamada “distribución de la riqueza” se choca con la misma razón de ser del “modelo K” que defienden estos movimientos.

Esta política del kirchnerismo no ha solucionado en cinco años ninguna de las demandas de la clase trabajadora y el pueblo pobre. Incluso, durante el enfrentamiento con las patronales agrarias el gobierno ni siquiera fue capaz de restituir el Estatuto del Peón para los peones rurales (están entre los peores pagos del país y sufren deplorables condiciones de trabajo).

Para los movimientos K el “imprescindible protagonismo del pueblo” sólo es concebido en función del objetivo de reconstruir la burguesía nacional y una fuerza política social que la represente.

¿“Todos unidos triunfaremos” o independencia de clase?

Las organizaciones nac & pop reclaman ahora que el gobierno se apoye en los “movimientos sociales”. Pero hablar de “movimientos sociales” y “protagonismo popular” sin participación de la clase obrera no significa nada. La política que denunciamos anteriormente explica en parte por qué los trabajadores no se movilizaron en defensa del gobierno en su enfrentamiento con los ruralistas. Otra de las razones es que el kirchnerismo tiene en el aparato de la burocracia sindical peronista (y pejotista) liderado por los Hugo Moyano, los Caló o los Andrés Rodríguez, una sus más importantes bases de apoyo.

Tanta es la subordinación de los movimientos sociales K al oficialismo que cuentan a este aparato como un aliado “para enfrentar a la derecha”. Parece que con ellos, más allá del pedido obligado de reconocimiento de la CTA, no habría ningún tipo de problema entre los “nacionales y populares”. Y como todo el mundo sabe, es difícil que los reyes de los “techos salariales” puedan despertar entre los trabajadores ganas de movilizarse.¿Qué trabajador puede ir detrás de quienes mandan patotas a frenar cualquier reclamo que vaya un poco más allá de lo que ellos pactan con las patronales? En todo caso, en las fábricas y establecimientos donde los trabajadores han avanzado en su conciencia de clase, ha habido movilización... pero para enfrentar el matonaje de estos alcahuetes de la patronal y el gobierno de los Kirchner.

Los “nacionales y populares” suelen decir que “a la izquierda de Kirchner está el abismo”. Este argumento es un simple encubrimiento de leso oficialismo.

La realidad es que a la izquierda del kirchnerismo conviven dos fenómenos. Por un lado un enorme terreno donde afloran las demandas insatisfechas de los trabajadores y el pueblo pobre.

Por el otro, la emergencia de una nueva vanguardia de la clase trabajadora que este gobierno reprime para impedir su desarrollo. Esta es una verdad que los movimientos K no pueden darse el lujo de reconocer. Hacerlo sería liquidar el propio fundamento por el cual ocupan sus sillones.

Si bien la oposición de la clase trabajadora no es masiva aún, centralmente por el papel jugado por la burocracia sindical, vienen madurando sectores avanzados donde se destacan nuevos delegados y organizaciones democráticas y combativas de base, que lenta pero sostenidamente, luchan por recuperar posiciones y conquistas de manos de quienes las han utilizado para fortalecer los intereses patronales. La prensa los ha reconocido con el nombre de “sindicalismo de base”.

En la clase obrera y el pueblo movilizados están las fuerzas sociales capaces de derrotar a la derecha oligárquica y gorila, pero también a la burguesía “nacional y productiva” que el movimiento “nacional y popular” de los K defiende. Al llamado de los movimientos K a seguir detrás del gobierno, los socialistas revolucionarios oponemos el combate por un programa que de satisfacción al pueblo trabajador y motorice su organización política independiente de todos los partidos patronales.

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