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Debates

¿A dónde va el PO?

Ya desde el año pasado se ha incrementado la falacia como moneda corriente en los artículos de Prensa Obrera referidos al PTS. Pero si se presta menos atención a los ataques de histeria y se busca la explicación política de semejante comportamiento, se encontrará la intención de ocultar problemas propios en los ajenos

Fredy Lizarrague

2 de abril 2009

Ya desde el año pasado se ha incrementado la falacia como moneda corriente en los artículos de Prensa Obrera referidos al PTS. Pero si se presta menos atención a los ataques de histeria y se busca la explicación política de semejante comportamiento, se encontrará la intención de ocultar problemas propios en los ajenos: a) los incontables artículos para atacar la posición de la LOR-CI en Bolivia frente al último referéndum, buscan polemizar por interpósita persona con los 2 o 3 simpatizantes que tiene (¿tenía?) PO en Bolivia, que sostuvieron una posición similar a la de nuestros compañeros; b) las críticas a la actuación del PTS en la lucha de los obreros automotrices en Córdoba, que despiertan el repudio de los propios activistas que se lo hacen saber a Eduardo Salas (pues no es posible encontrar militantes obreros metalmecánicos porque el PO sencillamente no los tiene), ocultan el fracaso del PO por conquistar alguna mínima presencia militante en esa industria clave de la provincia (en la industria en general); c) la falsificación de nuestra posición en el Congreso de la FUBA, intenta disimular la soledad no deseada de PO respecto de la izquierda sojera del PCR y el MST, a los que no se cansaron de invitar a compartir la conducción de la federación (¡rara “coalición anticapitalista”!); d) las mentiras vertidas alrededor de la lucha de Indugraf, pretendieron esconder sus propias debilidades y nuestra actitud revolucionaria de apoyar incondicionalmente y con todas nuestras fuerzas una lucha donde el papel dirigente lo tenía el PO (ahora desplazado por la burocracia ongarista). Una actitud de este tipo es impensable por parte del PO.

A su vez, desde hace unas semanas, el PO ha comenzando a llamar a la formación de una “coalición anticapitalista” sin definir con claridad el carácter de clase de esa “coalición” (teniendo en cuenta que existe en Francia un “Nuevo Partido Anticapitalista” que reniega de considerar a la clase trabajadora como eje de su política y su construcción) y sin convocar a ninguna organización o partido concreto. En un artículo del 1° de abril, Altamira agrega un nuevo elemento: “La posición anticapitalista se distingue de la socialista en que defiende las viejas reivindicaciones de las masas en un contexto de derrumbe capitalista y que no vacila en hacerlo por medio de todos los métodos de movilización a su alcance, pero no plantea una estrategia de transformación social por medios revolucionarios, ni prepara sistemáticamente las condiciones de esa revolución a través de la teoría y de la práctica, y por medio de la propaganda, la agitación y la organización” (destacado nuestro). ¿Qué significa una coalición política “anticapitalista” que “no plantea una estrategia de transformación social por medios revolucionarios”? No hay muchas opciones: una coalición con reformistas, que se consideran “anticapitalistas” pero no revolucionarios, que no levante un programa transicional que permita orientar las luchas en una perspectiva revolucionaria. La preocupación por limitar el programa de una “coalición anticapitalista” es lo contrario de lo que expresara León Trotsky en el Programa de Transición, escrito en una situación de bancarrota capitalista similar a la actual: “Es preciso ayudar a las masas, en el proceso de sus luchas cotidianas, a encontrar el puente entre sus reivindicaciones actuales y el programa de la revolución socialista. Este puente debe consistir en un sistema de reivindicaciones transitorias, partiendo de las condiciones actuales y de la conciencia actual de amplias capas de la clase obrera y conduciendo a una sola y misma conclusión: la conquista del poder por el proletariado”.

Nótese que no estamos hablando de un frente único obrero, de organizaciones de masas (de sindicatos, por ejemplo) para la acción, a los cuales sería sectario, en el estadio actual de desarrollo de la lucha de clases, exigir una definición en cuanto a una “estrategia de transformación social por medios revolucionarios”. El llamado de PO se refiere a un frente político para la intervención en el escenario político nacional, en especial en las elecciones, donde precisamente estará planteado agitar y propagandizar el programa de la izquierda obrera y socialista, explicando pacientemente su dinámica anticapitalista hacia la única resolución progresiva posible: el gobierno de los trabajadores.

Con una definición como la que formula Altamira, es comprensible la hostilidad de PO hacia el PTS, pues sus “aliados” los están buscando en otra parte. Pero, como no existen “anticapitalistas no revolucionarios” de peso nacional, ¿estarán buscando algún reformista aislado, huérfano de mejor opción?

Dicho sea de paso, ahora se puede entender también el silencio de PO frente a la fundación del NPA en Francia, aunque hay que reconocer que los centristas franceses no han sido tan categóricos en sus definiciones, y encubrieron su ruptura con la estrategia marxista revolucionaria de la toma del poder por la clase obrera, con la lábil fórmula de lucha por un gobierno “de ruptura” con el sistema capitalista, en contraposición a un gobierno de los trabajadores. Los simpatizantes de la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional en Francia, como parte de la Tendencia CLAIRE, luchan en defensa del programa y la estrategia revolucionaria, en abierta oposición a la dirección del NPA.

Nosotros seguiremos insistiendo en la necesidad de abrir una discusión seria para construir un frente anticapitalista de los trabajadores, que señale una clara perspectiva obrera y socialista.

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